Arabia Saudita busca atraer millones de turistas: ¿lo logrará a pesar de su historial de violaciones a los derechos humanos?

Bajo el liderazgo de facto de MBS, el Reino está invirtiendo millones en seducir a viajeros luego de abrir por primera vez el país a los visitantes en 2019

Guardar
El interminable desierto, una de
El interminable desierto, una de las atracciones de los visitantes al reino saudita

(Desde Riad, enviada especial) Arabia Saudita es uno de los países más conservadores del mundo y se adhiere a una interpretación estricta del Islam: se prohíbe el consumo de alcohol, y las leyes son especialmente represivas para las mujeres. Por eso, a pesar de que en el 2019 empezó a recibir turistas por primera vez en medio siglo, es poco claro qué tan atractivo será como destino para los viajeros internacionales.

Ha habido cambios en los últimos años, una apertura y una relajación de algunas de sus reglas más rígidas -que muchos ven con escepticismo- como parte de la estrategia del príncipe heredero Mohamed Bin Salmán (o MBS, como se lo apodó). El gobernante de facto de Arabia Saudita puso a la industria turística en el centro de su plan Vision 2030 con la esperanza de diversificar la economía de su país, completamente dependiente del petróleo.

Justo antes de la pandemia, Arabia Saudita creó el primer sistema de visas para turismo sin motivo religioso -sus principales destinos son la Mecca y Medina, totalmente prohibidos por ahora para los no musulmanes-. Para un país que estuvo cinco décadas escondiéndose del mundo exterior, la meta de MBS parece bastante ambiciosa: atraer 30 millones de visitantes extranjeros por año, cuando en el 2021 atrajo sólo 4 millones. Sin embargo, el reino vio sus esfuerzos echados por tierra por el párate global a causa del COVID-19.

Ahora, tras la reapertura turística y números que comienzan a regresar a la normalidad, Vision 2030 está de nuevo en marcha, y tras una alianza estratégica entre el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) y la Comisión Saudita para el Turismo y el Patrimonio Nacional de Arabia Saudita, se busca convertir a este país en uno de los cinco destinos principales a nivel global.

Uno de los puntos claves de esta alianza es la 22ª Cumbre Mundial del WTTC, que tuvo lugar en Riad, su capital, del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2022, bajo el lema “Viajar por un futuro mejor”.

“En los últimos años, hemos sido testigos de la transformación del Medio Oriente en un destino vibrante y global. Esta transformación en Arabia Saudita es el fruto de una inversión de 800 mil millones de dólares, la mayor en la historia de los viajes y el turismo”, dijo durante su presentación en la Cumbre Julia Simpson, presidenta y CEO del WTTC.

Cumbre de la WTTC en
Cumbre de la WTTC en Riad: la princesa Haifa Al Saud, viceministra de Turismo, Reino de Arabia Saudita; Khalid Al-Falih, ministro de Inversiones, Reino de Arabia Saudita; Zurab Pololikashvili, secretario general, OMT; Anthony Capuano, director ejecutivo, Marriott International; Pierfrancesco Vago, presidente Global de CLIA y presidente Ejecutivo de la División de Cruceros, Grupo MSC (Martina Putruele)

Es que para lograr su cometido, Arabia Saudita está transformándose.

Como reflexiona la corresponsal alemana Susanne Koelbl en su libro Behind the Kingdom’s Veil: Inside the New Saudi Arabia under Crown Prince Mohammed Bin Salman, “no es exagerado decir que su visión, revelada en 2016, llama a una revolución social: en contra del dogma conservador y anti-moderno del Wahabismo y a favor de la moderación; en contra de la dependencia del gobierno y a favor de la autosuficiencia; en contra de la policía religiosa y a favor de la música, las películas, el baile, las reuniones entre géneros y las mujeres conductoras. (...) Mientras los saudíes, y el mundo, observan este acto de transformación en la cuerda floja, la pregunta en la mente de todos es: ¿pueden los saudíes hacer una transición exitosa?”.

La transformación social es, para decirlo sin vueltas, dudosa. El anuncio del programa de visas en el 2019 ocurrió una semana antes del primer aniversario del asesinato de Jamal Khashoggi, el periodista saudita crítico con el reino.

Además, la supuesta liberación de las mujeres -por una menor rigurosidad a la hora de usar hijab, abaya y hasta para manejar y trabajar- es cuestionada de manera constante al ponerse en evidencia el trato del reino hacia las activistas por los derechos de las mujeres que ha generado condena internacional.

“Desde afuera se ve que Arabia Saudita se está abriendo y diversificando, pero al mismo tiempo, se ve el lado político, que es impredecible, represivo e irrespetuoso con el Estado de Derecho”, cuenta a Infobae la investigadora y académica saudí Hala Aldosari. En un momento, los empresarios más influyentes de Arabia Saudita fueron apresados y forzados a dar partes y acciones de sus activos al Estado, al fondo de inversiones público”.

Vision 2030 es el proyecto
Vision 2030 es el proyecto cabecera de Mohammed bin Salman (REUTERS/Athit Perawongmetha/Pool)

“Tampoco tenemos una infraestructura competitiva para turistas”, agrega Aldosari, quien también es miembro de la junta asesora de la División de Medio Oriente/África del Norte de Human Rights Watch. “Cosas como hoteles económicos o asequibles, que uno sí encuentra en países vecinos como Jordania o Egipto. Tenemos menos rutas, menos agencias de viajes, menos áreas de descanso con instalaciones decentes y no tenemos precios competitivos. Lo cierto es que las metas de Vision 2030 son demasiado ambiciosas en muchos sentidos”.

Para la princesa Haifa Al Saud, viceministra de Turismo del reino, la clave es la colaboración. “Una visión, poner objetivos”, dijo durante un panel del encuentro global. Cuando se le indicó que es fácil hablar de colaboración pero difícil que haya voluntad para ponerla en práctica, señaló al opulento y repleto salón del Centro Internacional de Conferencias Rey Abdul Aziz en Riad, donde se congregaron miles de invitados y periodistas de más de 80 países de todo el mundo. Sin dudas, la inversión es grande, pero eso no necesariamente implique que los turistas comiencen a llegar en hordas al reino.

“No creo que vaya a funcionar por dos razones”, explica en diálogo con Infobae Abdullah Alaoudh, el director de Investigación para Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos en DAWN, una organización sin fines de lucro fundada por Jamal Khashoggi que promueve la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos para todos los pueblos de Medio Oriente y África del Norte. “Te permitirán viajar pero no escribir nada negativo sobre el reino. ¿Cómo podrías viajar libremente si no puedes hablar libremente, pensar libremente, reunirte con la gente libremente?”

“Y no busca sólo atraer a unos pocos extranjeros aquí y allá: quiere millones y millones. Para que esto suceda, tienes que tener una sociedad libre. Tienes que tener libertad para hablar, para viajar. Y tienes que tener un Estado de derecho para atraer inversiones extranjeras. No hay forma de que un inversionista deje Dubai, Abu Dhabi, Londres, Nueva York y venga aquí con todas estas atrocidades y la falta de libertad”.

En una sección de la página oficial Visit Saudi Arabia, se puede descargar un PDF que detalla las multas que deberá pagar un turista si infringe ciertas leyes o costumbres locales, ya sea en su primera o segunda ofensa. Algunas de las enumeradas son “usar ropa inapropiada en lugares públicos”; “usar ropa en público que tenga lenguaje profano, imágenes o símbolos obscenos”; o “toma de fotografías o videos de personas, accidentes de tráfico, delitos u otros incidentes sin permiso”.

Arabia Saudita quiere atraer 30
Arabia Saudita quiere atraer 30 millones de turistas extranjeros para el 2030

Lo cierto es que la transformación de Arabia Saudita es sobre todo física. Porque para atraer turistas, hay que construir atracciones.

El reino está construyendo varios mega proyectos futuristas para lograr este cometido: Al Ula, por ejemplo, que será un centro artístico cercano a tumbas antiguas; Diriyah Gate, un desarrollo al noroeste de Riyadh que se centra alrededor del sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO de At-Turaif, que abre finalmente al público el 4 de diciembre, después de una fastuosa inauguración que incluyó cientos de trabajadores, recreaciones históricas y un show de pirotecnia y drones que encendió el cielo saudí como nunca antes; Neom, una nueva visión de la vida urbana que parece salida de una película de ciencia ficción; el Proyecto Mar Rojo, un resort al estilo de las Maldivas; y Qiddiya, un complejo de entretenimiento que se está construyendo al suroeste de Riad que describen como “un lugar que permite a la juventud de Arabia Saudita cumplir sus ambiciones”. Y hay más.

Miles de sauditas se inscribieron en el programa estatal “Pioneros del Turismo”, que busca capacitar a 100.000 personas para que trabajen en el sector de hospitalidad de todo el reino. Algunos aprenden en dos instalaciones en Riad, mientras que otros viajan al exterior para cursos cortos en países con industrias turísticas más avanzadas. Serán los empleados de limpieza, recepcionistas y gerentes de ventas que rehabilitarán la imagen de Arabia Saudita a nivel global.

Otra de las metas de Vision 2030 es que los sauditas trabajen en empleos normalmente ocupados por inmigrantes. Unas 850.000 personas trabajan en el sector en la actualidad, 26% de los cuales son saudíes, según datos oficiales. MBS quiere que ese porcentaje suba a 70%.

Por décadas y décadas, Arabia Saudita estuvo más aislada que Corea del Norte. Ahora, que busca diversificarse y no depender sólamente de los petrodólares, su estrategia millonaria de apertura requiere sí o sí adaptarse a los estándares internacionales, ya sea a nivel hospitalidad, como éticos. Los viajeros serán, en definitiva, quienes decidan el destino de los ambiciosos planes del príncipe heredero.

Seguir leyendo:

Guardar