Una nueva evidencia muestra que Vladimir Putin está dispuesto a todo para quedarse con Ucrania, incluso hasta lanzar una guerra nuclear. Está dispuesto a convertir en piedras el territorio ucraniano y poner en peligro al mundo con tal de recrear su obsesión de la Gran Madre Rusia. Así lo muestran correos electrónicos filtrados por un informante del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), la sucesora de la KGB de la Era sociética, y publicados por Vladimir Osechkin, el activista ruso de derechos humanos exiliado en Francia que dirige el sitio web anticorrupción Gulagu.net.
De acuerdo a los mails fechados el 17 de marzo, el 21 de marzo y el 12 de abril de este año, después de la invasión rusa al territorio ucraniano del 24 de febrero, y en momentos en que se producía el primer gran fracaso de las tropas del Kremlin en su intento por tomar la capital, Kyiv, Putin discutió con algunos de los más altos jefes del FSB la posibilidad de utilizar armas nucleares para doblegar a la defensa ucraniana. Fue en ese momento en que los espías lograron detener a Putin en su intento con argumentos sobre las graves consecuencias que un ataque nuclear tendría sobre la economía rusa y ponía en peligro la propia existencia de la Federación Rusa.
Las comunicaciones internas de los espías rusos también revelan que estos nunca estuvieron de acuerdo con la aventura militar lanzada por Putin y que así lo expresaron en varios de los informes que elaboraron previos y posteriores a la invasión, pero que Putin hizo caso omiso a sus opiniones.
Vladimir Osechkin vive exiliado en Francia y hasta allí lo fueron a buscar agentes del Kremlin para asesinarlo por las divulgaciones de información confidencial que realiza en su sitio de Internet y en varias otras plataformas como la prestigiosa revista Newsweek. Dispararon contra él y su familia en septiembre después de que otro disidente, Christo Grozev, periodista de la plataforma de investigación Bellingcat, le advirtiera que una fuente suya de inteligencia le había informado que lo estaban buscando para matarlo por haber publicado una serie de informes sobre las torturas en las cárceles rusas.
En un correo electrónico del 17 de marzo, escrito apenas unas semanas después de que comenzara la guerra, un agente identificado por el alias de “Viento del Cambio” dijo que, aunque el conflicto con la vecina Ucrania estaba “más allá de la lógica y el sentido común”, en el FSB esperaban que “no se cometiera ninguna tontería”, refiriéndose al uso de armas nucleares. Y expresó sus dudas de que Putin lo hiciera, ya que Rusia “también estaría en el extremo receptor”.
“Un ataque nuclear masivo: incluso si suponemos que es técnicamente posible, que todos los eslabones de la cadena siguen todas las órdenes, lo que ya no creo que sea el caso, sigue sin tener sentido. Un ataque así golpearía a todos”, escribieron, de acuerdo a la traducción que hizo otro periodista disidente ruso, Igor Sushko, director ejecutivo de un grupo de investigación con sede en Washington.
En otro mail enviado unos días después, la fuente del FSB dijo que el uso de armas nucleares tácticas contra Ucrania significaría “la derrota de Rusia” a los ojos tanto de los adversarios como de los países neutrales. “Un argumento tan poderoso para un conflicto local demostraría la debilidad militar, que ni siquiera el éxito militar podría anular”, escribió Viento del Cambio, añadiendo que Putin podría amenazar con su uso para “posiblemente intimidar a Occidente”.
Un ataque nuclear por parte de Putin en su guerra con Ucrania “no lograría nada”, y podría “provocar tales consecuencias que no tiene sentido considerarlas”, escribió en el correo electrónico del 12 de abril. El denunciante también sugirió que una cadena de mando dentro del Kremlin bloquearía a Putin si alguna vez intentara ordenar un ataque nuclear. “Esto es, si es ‘técnicamente posible’, para lo cual no hay certeza. Más concretamente, para empezar, se requeriría el consentimiento de todos los implicados, lo que parece complicado. Luego se requerirá que las capacidades técnicas coincidan con los ‘deseos’, y aquí todo es aún más complicado”.
El agente del FSB continúa explicando que Rusia también tendría que realizar el lanzamiento de manera “que no se produzca una respuesta similar en el punto de origen”. Se refiere a un ataque nuclear de respuesta desde Occidente. “En cualquier caso, los misiles seguirán necesitando alcanzar los objetivos, porque las `interceptaciones no uniformes´ de tales misiles sobre nuestro territorio podrían tener un desagradable efecto secundario que anularía todo”.
En el mismo correo electrónico, “Viento del Cambio” criticó la falta de estrategia del Kremlin en la guerra, señalando directamente a Putin por los reveses militares de Rusia en Ucrania en ese momento. “La culminación del problema ruso ha sido creada ahora personalmente por Putin, ya que pone sus exigencias políticas por encima de cualquier conveniencia: militar, social, económica…No tenemos una estrategia... Hace tan sólo dos semanas, existía la esperanza de que la crisis actual obligara a los máximos dirigentes del país a dar un paso atrás responsable, evaluar la situación y buscar soluciones reales a la situación. Pero en lugar de eso, vemos el comportamiento de un jugador al que le falló la emoción y está intentando recuperar sus apuestas perdidas a cualquier precio. Y no hay nadie que lo detenga, y su entorno se lo consiente…Debería ver cómo, incluso algunos de los nuestros se arrastran a sus pies”.
Max Bergmann, director del Programa de Europa en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en una entrevista con Newsweek dijo que cree que Putin está ahora “desesperado por encontrar alguna forma de intentar dar la vuelta a este conflicto.” “Hay mucha frustración por el hecho de que, si eres ruso, tienes esta enorme reserva de armas nucleares, que es como tu reclamo de estatus de gran potencia. Pero son un poco relevantes: no puedes usarlas realmente, todo lo que puedes hacer es amenazar con usarlas”, dijo. Bergman cree que hay que estar muy atentos al hecho de que si las fuerzas ucranianas siguen avanzando y estuvieran en condiciones de reconquistar la península de Crimea “ese es el escenario en el que deberíamos tomar muy en serio las amenazas nucleares rusas”.
La evidencia más clara de que Putin siempre contempló la posibilidad de usar armas nucleares, más allá de la oposición de sus espías y de que él mismo entiende que podría traerle graves consecuencias a él mismo y su país, se presentó el 26 de octubre cuando se ejecutaron bajo su orden ejercicios de las fuerzas nucleares estratégicas del país. Se realizaron múltiples lanzamientos de misiles balísticos y de crucero. En ese momento, el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, dijo que los ejercicios tenían la intención de simular un “ataque nuclear masivo” por parte de Rusia en represalia por un ataque nuclear ucraniano. Los lanzamientos de misiles con cabezas nucleares se realizaron en medio de las acusaciones por parte del Kremlin de un supuesto complot ucraniano para detonar un dispositivo radiactivo conocido como “bomba sucia”, en un ataque de bandera falsa para culpar a Rusia. Algo que se comprobó, era falso.
En esos días, el presidente estadounidense Joe Biden había advertido de un posible uso de armas nucleares. Dijo que Putin “no bromea cuando habla del uso de armas nucleares tácticas o de armas biológicas o químicas”, y “estamos tratando de averiguar cuál es la rampa de salida de Putin. ¿Dónde encuentra una salida?”. Biden añadió: “No nos hemos enfrentado a la perspectiva del Armagedón desde Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba”.
También cuestionó la doctrina nuclear rusa, advirtiendo que el uso de un arma táctica de bajo rendimiento podría descontrolarse rápidamente y provocar una destrucción global. “No existe la posibilidad de utilizar fácilmente un arma táctica y no acabar con el Armagedón”, dijo Biden.
El Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, de acuerdo a informes que se conocieron en los pasillos del poder en Washington, cree que Putin siempre barajó la posibilidad de utilizar algún tipo de arma nuclear y que si no lo hizo hasta ahora es porque sus principales asesores de inteligencia le advierten que “sería una locura”. Como ejemplo de que el líder del Kremlin es un convencido absoluto de que él no puede ser derrotado –como efectivamente lo están haciendo sus tropas en Ucrania, donde no paran de perder terreno desde septiembre- es el discurso que dio esa noche del 24 de febrero cuando ordenó la invasión:
“Y ahora algunas importantes -muy importantes- palabras para aquellos que quizás que se vean tentados a entrometerse en lo que está sucediendo. Aquellos que intenten meterse en nuestro camino o crear amenazas para nuestro país y nuestro pueblo deberían estar atentos: la respuesta de Rusia será inmediata y traerá el tipo de consecuencias que jamás han experimentado en la historia”.
Estos mensajes de correo electrónico que se conocen ahora muestran que el perfil de la situación que se trazaba tanto en Kyiv como en las capitales europeas y Washington era el correcto: Putin estuvo dispuesto a lanzar misiles con cabezas atómicas o, al menos, una bomba sucia, y los espías del FSB y sus generales más cercanos se lo impidieron.