Es uno de esos momentos previos a una gran batalla en la que ambas fuerzas se entrecruzan en el antiguo juego del gato y el ratón. Se espían, mueven unidades, lanzan algún ataque, los comandos traspasan las líneas. Se preparan para el momento adecuado. En Kherson, al este de Ucrania, en la orilla oeste del majestuoso río Dniper, todo está preparado para lo que será un punto de inflexión en la guerra. Para los rusos, ésta es la única capital provincial que tenían bajo control desde la invasión de febrero. Para los ucranianos, liberarla les abriría el frente sur y la posibilidad de que en la próxima primavera (marzo) puedan expulsar definitivamente al enemigo y recuperar, incluso, la península de Crimea que está en manos rusas desde 2014.
Por ahora, lo que se sabe es que las tropas de Vladimir Putin “abandonaron” la ciudad y se abroquelaron a su alrededor. Crearon lo que podría ser una trampa para los ucranianos. Si entran quedarán rodeados y encerrados en el centro. Aunque todo es tan previsible que ni un chico jugando a las escondidas caería en el truco. Pero es así. El gobierno de ocupación se trasladó a la ciudad de Skadovsk, a unos 80 kilómetros al sureste, en territorio controlado por Rusia. Los ucranianos dicen que los administradores civiles y las tropas rusas despojaron a la ciudad de todas sus ambulancias, camiones de bomberos y suministros médicos, así como de gran parte del mobiliario, las obras de arte, los electrodomésticos y los iconos religiosos. Incluso se llevaron los huesos del príncipe Grigory Aleksandrovich Potemkin, el comandante del siglo XVIII que ayudó a Catalina la Grande a conquistar el sur de Ucrania, que estaban conservados en una basílica.
“Saquearon absolutamente todos los bienes de nuestra ciudad, que pertenecían a las empresas municipales y que prestaban servicios esenciales”, denunció Halyna Luhova, la ex jefa de la administración regional ucraniana que permaneció en Kherson bajo la ocupación. En los últimos dos días, dijo, “he visto a las autoridades de ocupación vestidas de civil robando los bienes de los edificios de la administración local, llevándose el mobiliario, el material de oficina e incluso las instalaciones de gas y electricidad. Todos los bienes saqueados fueron cargados en las furgonetas blancas que llegaron al principio de la guerra cargadas de ayuda humanitaria”.
Pareciera más un caso de delincuencia común que de estrategia bélica. Ya sucedió en casi todas las ciudades de donde se retiraron los rusos. Se van dejando un reguero de cadáveres, mujeres violadas y el robo sistemático. Aunque contiene algún elemento de estrategia militar. “Creo que están retirando a su personal para que, en caso de ruptura de las líneas defensivas, puedan bombardear fácilmente la ciudad”, comentó en un posteo de Telegram, “Iván”, un residente que permanece en Kherson. “Cualquier señal de retirada rusa podría ser una trampa para crear la impresión de que han abandonado los asentamientos y es seguro entrar en ellos”, fue la conclusión de Natalia Humeniuk, portavoz del mando militar ucraniano del sur. “Teniendo en cuenta el hecho de que llevan mucho tiempo preparándose para los combates callejeros y la forma en que están posicionando sus unidades, somos conscientes de que podría tratarse de una acción táctica planificada, y no deberíamos alegrarnos demasiado. Tenemos que entender que la guerra híbrida implica `bromas´ como éstas, ataques que pueden ser calculados para debilitar a las tropas”.
Aunque hay informes contrapuestos. Unos hablan de una importante concentración de tropas frescas rusas, unos 40.000 efectivos, en toda la región, que se están esperando para encerrar al grueso del enemigo sobre las márgenes del río. Otros hablan de un retiro desordenado como el que ya protagonizaron en Kiyiv y Kharkiv. Un informe de inteligencia que circuló ayer en las capitales europeas dice que la mayoría de los comandantes rusos se retiraron de la ciudad, cruzando el río hacia el lado ruso del este, y dejando a las tropas “bastante desmoralizadas, y en algunos casos, sin líderes” para enfrentarse a las fuerzas ucranianas.
Varios posteos en Twitter y Telegram muestran la destrucción de las embarcaciones de todo tipo que estaban en el puerto de Kherson del lado ucraniano del Dnipro. Algunos opinan que es para evitar que las tropas de reconquista las puedan usar para llegar a la otra orilla. Otros, creen que es obra de los propios jerarcas rusos para que sus soldados no puedan escapar hacia el este y abandonar el combate. En octubre, el gobierno de ocupación ruso en la región ordenó a los civiles que evacuaran Kherson, trasladando a miles de ellos al otro lado del río, pero dificultando el cruce de las líneas del frente hacia el territorio controlado por Ucrania. Funcionarios ucranianos y algunos lugareños afirman que la gente fue obligada a adentrarse en territorio ruso en contra de su voluntad. Kirill Stremousov, jefe adjunto de la administración de ocupación, instó ayer nuevamente a través de la televisión estatal rusa a la población a evacuar las zonas a ambos lados del Dnipro, e incluso dijo que las tropas rusas se trasladarán “con toda probabilidad” a la orilla oriental. En otro vídeo posteado en Telegram, desde la ciudad, se lamentaba de la cantidad de gente que todavía seguía caminando por las calles de Kherson. Y hasta el propio Putin pidió informalmente que la gente deje el lugar porque sobrevendría una batalla.
En el frente, del lado ucraniano, un comandante que se hace llamar “Fougasse” fue entrevistado por el mítico corresponsal de la BBC, Jeremy Bowen, y se mostró muy cauto: “El avance y la contraofensiva son complicados de planificar y suponen una amenaza para la vida de las personas. Tenemos que tener en cuenta todo. Ese es nuestro trabajo como comandantes, mantener a nuestros hombres con vida”. Sus tropas participaron en los últimos días de la liberación de decenas de pueblos y localidades esparcidas por la provincia de Kherson y siguen avanzando hacia la capital. En las ruinas de la oficina del gobernador regional en Mykolaiv, la ciudad recientemente recuperada a unos 70 kilómetros de Kherson, el general de división Dymytro Marchenko explicó que lo que estaba ocurriendo en las planas tierras de labranza del óblast de Kherson eran combates tácticos a escala local. “Estamos tratando de tomar las posiciones que necesitamos para la contraofensiva. No nos quedamos quietos. Cada día recapturamos una aldea”, dijo.
El general Marchenko, que comandó las tropas en los primeros meses de la invasión y logró detener la ofensiva rusa que se disponía a tomar la estratégica Odesa, comentó que todavía están intentando concentrar suficientes fuerzas para romper la línea rusa y montar un asalto a través del Dnipro bajo los cañones rusos. “Para una contraofensiva adecuada necesitamos tener el número necesario de personal, armas y equipos. En cuanto tengamos todo esto, se llevará a cabo la contraofensiva”, dijo bajando las expectativas. “En primer lugar, necesitamos artillería reactiva que pueda golpear hasta 300 km de distancia. Y necesitamos un sistema de defensa aérea, algo básico para cualquier ejército del mundo que quiera pasar a la ofensiva”.
El general Kyrylo Budanov, jefe de la dirección de inteligencia militar de Ucrania, aseguró en una entrevista reciente que Kherson estaba defendida por las mejores unidades de Rusia, desde los marines hasta las fuerzas aerotransportadas y especiales. “No abandonaron la zona, simplemente tomaron una mejor posición defensiva”, comentó en una nota con el Kyiv Independent.
En tanto, en este juego del gato y el ratón ambos bandos se acusan mutuamente de jugadas tácticas. Desde Moscú y Kyiv dicen que el enemigo está preparando el bombardeo de la represa de Kakhovka, aguas arriba del Dnipro, para inundar la ciudad de Kherson antes de atacarla o defenderla. La presa es también importante porque es el único paso que les queda a los rusos para trasladarse por tierra de un lado al otro del río. El jueves, las fotos subidas a Telegram mostraban la destrucción de al menos seis torres de telefonía móvil a lo largo de la orilla occidental del Dnipro, aislando aún más a los residentes del mundo exterior y dificultando la obtención de una imagen clara de lo que estaba ocurriendo. Serhii Klan, el administrador adjunto ucraniano de la región de Kherson, dijo que los rusos prohibieron la circulación de civiles a lo largo del río.
Los civiles que se quedaron dentro de Kherson, desconfían de cualquier maniobra rusa. Algunos celebraron el levantamiento de retenes y los patrullajes permanentes en las zonas residenciales, pero saben que es cuestión de horas hasta que comiencen a caer las bombas. Están en la dura tarea de limpiar y abastecer sus sótanos, juntar comida y agua. Saben que la liberación va a venir con el sabor agridulce que deja la pólvora en la garganta.
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