Las encuestas de salida realizadas el martes en Israel indican que el ex primer ministro Benjamín Netanyahu y sus aliados podrían haber obtenido suficientes escaños para volver al poder con un gobierno nacionalista y religioso después de tres años y medio de estancamiento político.
Sin embargo, las encuestas son preliminares y los resultados finales podrían cambiar a medida que se cuenten los votos en las próximas horas.
Se trata de la quinta votación en menos de cuatro años en Israel, todas ellas centradas en gran medida en la aptitud de Netanyahu para gobernar.
Los sondeos de las tres principales cadenas de televisión israelíes indicaban que Netanyahu y sus aliados obtendrían la mayoría en el Parlamento de 120 escaños que se requiere para formar un nuevo gobierno.
El bando anti-Netanyahu, liderado por el actual jefe de gobierno en funciones, Yair Lapid, se queda en 54-55 escaños, según las primeros sondeos publicados al cierre de los colegios electorales a las 22.00, hora local (20.00 GMT).
La formación de Lapid, el centrista Yesh Atid (Hay Futuro), logró como promedio 23 escaños, su mejor resultado, pero la amalgama de partidos de derecha, centro e izquierda que le respaldaría para crear un frente anti-Netanyahu no ha aunado suficientes apoyos.
Más de 6,7 millones de israelíes estaban llamados hoy a las urnas por quinta vez desde 2019, una nueva cita electoral que no parece que vaya a sacar al país de su inestabilidad y parálisis política ante la falta de mayorías claras para los dos bandos en los que se divide el arco ideológico.
La novedad de estos comicios ha sido el auge de la ultraderecha supremacista judía, aglutinada en el movimiento Sionismo Religioso -abiertamente racista, antiárabe y homófobo- que se ha consolidado como la tercera fuerza más votada con entre 14 y 15 escaños, que se suman al bando pro-Netanyahu.
Es el mejor resultado de su historia, después de los 6 diputados que lograron en las pasadas elecciones de marzo de 2021 y de ser un movimiento marginal hasta hace unos años.
Los partidos ultraortodoxos, aliados también de Netanyahu, suman 17 escaños: 10 de Shas, que representa a los haredíes sefardíes y mizrajíes, y 7 de Judaísmo Unido de la Torá, partido de los asquenazíes ultraortodoxos.
En el otro lado del arco político, en el bloque anti-Netanyahu, la coalición de centro-derecha Unidad Nacional, liderada por el actual ministro de Defensa, Benny Gantz, junto con el de Justicia y ex miembro del Likud, Guideon Saar, aglutina 12 diputados; mientras que la formación ultranacionalista laica “Israel Nuestro Hogar” se quedó al borde del umbral mínimo con 4 escaños.
La izquierda registra uno de sus peores resultados, con 5 diputados para el partido Laborista y 4 para Meretz, formación progresista y pacifista.
Otra de las incógnitas de la jornada era la participación de la comunidad árabe y si sus formaciones lograrían pasar el umbral mínimo del 3,25 % de los votos para entrar en la Knéset (Parlamento israelí): el partido islamista Raam habría logrado 5 escaños -que irán al bando anti-Netanyahu- y la coalición Hadash-Tal, que no apoya a ningún bloque, obtuvo 4.
La formación árabe nacionalista Balad no superó el umbral electoral, como tampoco lo hizo Hogar Judío, formación ultranacionalista religiosa más moderada vinculada al ex primer ministro, Naftali Benet.
A pesar de la fatiga del electorado, que ha votado cinco veces en menos de cuatro años, la participación ha sido excepcionalmente elevada, del 66,3 % a las 20.00 hora local (18.00 GMT) -a la espera de publicarse el dato definitivo al cierre de urnas- la más alta desde 1999 y previsiblemente muy por encima de la registrada en las cuatro anteriores citas electorales, convocadas entre 2019 y 2021.
(Con información de AP y EFE)
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