La propaganda rusa ha sido uno de los pilares fundamentales del régimen de Vladimir Putin desde su llegada al Kremlin. En el marco de la invasión a Ucrania, esa tendencia no sólo se mantuvo, sino que se amplificó. Meses antes de iniciar la movilización militar el 24 de febrero, Moscú ya venía utilizando su amplio espectro de medios estatales para difundir desinformación. Hoy en día, a ocho meses del comienzo de la guerra, esos esfuerzos, sumado a la conocida “diplomacia de la mentira”, continúan.
Las tropas invasoras no están atravesando su mejor momento. Por el contrario, cada vez son más las bajas sufridas, como consecuencia de una efectiva y letal contraofensiva de las fuerzas ucranianas, que en las últimas semanas lograron recuperar importantes ciudades y regiones ocupadas. El invierno se acerca, y esto genera una mayor preocupación, ya que la nieve y las bajas temperaturas dificultarán todo tipo de movilizaciones.
Ante este difícil y complejo panorama, y lejos de resignarse al fracaso, Putin sabe que necesita buscar alternativas para cambiar el curso de su guerra. Como parte de esa estrategia, en los últimos días Rusia denunció que Ucrania estaría evaluando el uso de una “bomba sucia” para luego responsabilizar a las tropas invasoras.
Esas acusaciones fueron realizadas por Putin, altos funcionarios del Kremlin, el Ejército, y luego amplificadas por los principales medios que están bajo la órbita del Estado, como Russia Today (RT) y Sputnik, entre otros.
Para Occidente, no obstante, no es más que una maniobra de Moscú para generar desconfianza en Kiev y, a su vez, intentar dividir a los aliados de Ucrania. La condena a esas aseveraciones fue inmediata y contundente. Estados Unidos, la Unión Europea (UE), y la OTAN, entre otros, dejaron en claro que siguen apoyando al gobierno de Volodimir Zelensky en sus esfuerzos de contener el avance ruso y reiteraron las advertencias hacia Putin sobre el posible uso de armas nucleares por parte de las tropas rusas.
Polonia es el país que más refugiados ucranianos ha recibido en estos meses de conflicto. La Guardia Fronteriza anunció el pasado mes de julio que más de 5,1 millones de personas habían cruzado al país desde febrero; actualmente viven cerca de 1,2 millones de migrantes. Esta semana, el gobierno polaco fue uno de los más contundentes en su condena a las acusaciones de Rusia contra Ucrania.
Stanislaw Zaryn, secretario de Estado polaco, afirmó que “Rusia utiliza las mentiras y las falsas acusaciones para encubrir sus propios crímenes”. Consideró, además, que es probable que el régimen de Putin haga uso de esas falsas acusaciones “para posibles ataques rusos de falsa bandera, de los que el Kremlin culparía posteriormente a Ucrania”.
“La actividad propagandística de los funcionarios rusos que ocupan altos cargos diplomáticos es una prueba más de que la política exterior de Rusia está controlada por sus servicios especiales y que la diplomacia es utilizada por ellos para librar una guerra de información contra Occidente”, agregó Zaryn.
Gleb Irisov se desempeñó como teniente de la Fuerza Aérea rusa. Después de renunciar al cargo, trabajó como periodista en la agencia de noticias estatal TASS. Conoce de primera mano el sofisticado modus operandi del Kremlin para digitar y difundir el discurso oficial. O en pocas palabras, lo que Putin quiere que se diga y se sepa. “Fui testigo de muchas cosas estando dentro del sistema”, reconoció en una entrevista que brindó hace pocos días a la cadena CNN.
Desde su exilio en Estados Unidos, adonde se mudó junto a su familia, denunció las “mentiras” de la propaganda rusa, con la que el régimen de Putin busca “engañar” al pueblo ruso y a la opinión pública internacional. Según reveló, desde el 24 de febrero, “la instrucción del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de la oficina del presidente es que usaran las agencias estatales como su propio mecanismo de propaganda”.
Como parte de su plan propagandístico, recientemente Putin se mostró en un polígono militar donde se entrenan civiles movilizados para combatir en Ucrania. El pasado 21 de septiembre el jefe del Kremlin decretó la movilización de 300.000 reservistas; poco más de 200.000 ya se han sumado a las filas del Ejército. Sin embargo, lo que oculta el régimen y no difunden los medios estatales son las denuncias respecto a las condiciones en que son enviados al frente de batalla y que, muchos de los que se unieron, lo hicieron obligados por las autoridades. Tampoco se expone la gran cantidad de jóvenes y hombres rusos que decidieron huir del país para evitar ser enviados a la guerra.
Este amplio esquema de propaganda llevó a varios gobiernos y compañías tecnológicas a sancionar o aplicar restricciones sobre los contenidos difundidos por el Kremlin. No obstante, las autoridades rusas apelaron a trucos digitales para evadir las restricciones. Expertos de Nisos -una firma de inteligencia con sede en Estados Unidos que monitorea la desinformación y otras amenazas digitales- indicaron en un informe elaborado recientemente que cuentas vinculadas con la prensa estatal rusa emplearon el nuevo método para promover decenas de videos en 18 idiomas. El objetivo es esparcir el discurso oficial a nivel global.
Según Nisos, parte de esta campaña consiste en subir videos de propaganda a Telegram, una plataforma muy utilizada en Europa oriental. En algunos casos, las marcas de agua digitales que identificaban el video como procedente de RT fueron retiradas para ocultar su origen. Una vez en Telegram, los videos son descargados y publicados en plataformas como Twitter, sin ofrecer indicios de que el video fue producido por la prensa estatal rusa.
Cientos de las cuentas que se encargaron de difundir estos materiales fueron fueron vinculadas por los investigadores de Nisos a las fuerzas armadas rusas, las embajadas o la prensa estatal que está bajo la órbita del Kremlin.
“El genio de ese enfoque es que los videos pueden ser descargados directamente de Telegram y eso borra el rastro que los expertos tratan de seguir (...) Son creativos y se adaptan. Y están analizando a su público”, advirtió Patricia Bailey, analista sénior de inteligencia en Nisos, en declaraciones a la agencia The Associated Press.
La Unión Europea prohibió RT y Sputnik, dos de los principales medios noticiosos estatales en Rusia, luego de la invasión a Ucrania. Compañías como YouTube, Google, y Facebook e Instagram, de Meta, también anunciaron que prohibirían contenido de esos medios dentro de los países de la Unión Europea, socavando la capacidad del régimen ruso de diseminar su propaganda.
Pero a pesar de los esfuerzos del Kremlin por esparcir su relato, gran parte de la sociedad rusa se movilizó en distintas ciudades del país para condenar la guerra en Ucrania. “Los rusos están bastante disgustados con esta guerra y muchos, quizás la mayoría, han dejado de creer en la propaganda del Kremlin”, comentó Robert English, experto en política rusa de la Universidad del Sur de California, en diálogo con el diario español La Razón.
En paralelo, el régimen de Putin también ha sido acusado de llevar adelante lo que se conoce como la diplomacia de la “mentira”. Los altos funcionarios del Kremlin no han titubeado a la hora de llevar sus vacíos argumentos y acusaciones a distintas reuniones de organismos internacionales, o en diferentes encuentros bilaterales con otras naciones. De hecho, Moscú planteó el martes pasado ante el Consejo de Seguridad de la ONU sus acusaciones contra Ucrania sobre los presuntos preparativos de Kiev para usar una “bomba sucia” en su propio territorio.
Occidente no vaciló en su respuesta y garantizó que Ucrania demostrará que las denuncias rusas son infundadas. Pero el Kremlin está decidido a mantener su relato a toda costa. Pese a la contundente cadena de rechazos, Moscú mantuvo su postura y hasta desafió a los aliados de Kiev: “Es asunto suyo si se lo creen o no”, avisó Dmitri Peskov, el influyente portavoz de Putin.
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