El empresario argentino Martín Varsavsky anunció este lunes que no volverá a invertir en China, en rechazo a la reelección para un tercer mandato de Xi Jinping, a quien señaló como aliado de Vladimir Putin y enemigo de la democracia.
“Después de ver a Xi Jinping coronarse como emperador y estableciéndose junto a Putin como el otro gran enemigo de la democracia he decidido: 1) no aceptar inversores chinos, 2) no invertir en China. 3) no viajar a China”, escribió Varsavsky en su cuenta de Twitter.
“Somos muchos los que pensamos así desde que Xi de alió con Putin y esta semana los inversores estamos vendiendo todas las acciones de empresas chinas”, añadió el emprendedor argentino naturalizado español.
Posteriormente, aclaró: “Sí puedo invertir con ciudadanos de China emigrados. Pero no con empresas cuyo objetivo sea operar en China”. Además, consideró que con las críticas realizadas estará vetado de ingresar al país: “Solo por hablar en contra de la dictadura de Xi en China ya no podré ni visitar China ni hacer negocios en China”.
Además, consultado sobre la posibilidad de no comprar productos chinos, respondió que lo evitaría si hay alternativas, y escribió una recomendación al gigante del comercio Amazon: “Debería empezar a etiquetar los productos hechos en China y ofrecer siempre que sea posible alternativas no hechas en China”.
Varsavsky dirige a distancia sus cuatro compañías Prelude Fertility, Overture Life, Goggo Network y el fondo de inversión MVB Fund. Además, ha fundado varias otras firmas vinculadas al sector tecnológico.
El fin de semana, en el cierre del congreso del Partido Comunista Chino, se convirtió en el primer líder del país en acceder a un tercer mandato desde Mao. Además, copó el Comité Permanente del politburó con sus estrechos aliados.
La decisión de Xi Jinping de rodearse exclusivamente de fieles para el nuevo período hace temer que favorezca la ideología a costa del crecimiento.
Diez años después de la llegada al poder de Xi Jinping, la sociedad civil desapareció casi por completo, la oposición fue asfixiada y decenas de activistas están en prisión.
Pekín está acusada de haber internado en “campos” a por lo menos un millón de personas en Xinjiang (noroeste), principalmente de la minoría musulmana uigur.
Algunos estudios occidentales mencionan también “trabajo forzado” en Xinjiang y un “genocidio” como resultado de esterilizaciones y abortos presentados como “forzados”. China niega todas estas acusaciones pese a un informe de la ONU que las considera “creíbles”.
La situación en materia de derechos humanos tiene pocas posibilidades de mejorar durante el tercer mandato de Xi Jinping.
Al contrario, seguramente “intensificará sus ataques” en este ámbito no solamente en otras partes del país, si no también “en el mundo”, teme Sophie Richardson, directora de la organización Human Rights Watch (HRW) por China.
(Con información de AFP)
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