Estados Unidos, Japón y Corea del Sur reafirmaron este viernes su compromiso en materia de seguridad como parte de una alianza “vital” para hacer frente a las amenazas de Corea del Norte en la región.
Los jefes de las Fuerzas Armadas de los tres países se reunieron en Washington para abordar la situación en pleno aumento de la tensión por los ensayos balísticos realizados por las autoridades norcoreanas, según un comunicado del gobierno estadounidense.
Ante la posibilidad de que Pyongyang lleve a cabo un nuevo ensayo nuclear --que sería el primero desde septiembre de 2017--, el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados Unidos, insistió en la importancia de la cooperación entre las partes para “mantener la paz regional y la estabilidad”, al tiempo que garantizan un “Indo-Pacífico libre y abierto”.
Milley y sus homólogos japonés y surcoreano, los generales Koji Yamazaki y Kim Seung Kyum, se habían reunido por última vez en marzo durante un viaje a Hawái. Posteriormente, el propio Milley había asegurado que Estados Unidos está comprometido con la defensa del territorio japonés, incluidas las islas Senkaku/Diaoyu, en disputa con China.
Ahora, trasladó también a Kim la disposición de Washington a ofrecer medidas de “contención” para defender Corea del Sur, ya sea mediante el uso de “capacidades militares convencionales o nucleares”.
El pasado martes, el Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano confirmó que tanto su país junto con Estados Unidos realizarán maniobras aéreas a gran escala a finales de este mes de octubre, en un momento de especial tensión en la península ante la posibilidad de que Corea del Norte lleve a cabo una nueva prueba nuclear.
El llamado Entrenamiento Integral de Preparación para el Combate, que tendrá lugar entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre, supondrá la movilización de casi 250 aeronaves, incluyendo aviones de combate F-15, F-16 y también F-35 -caza de última generación, que Pyongyang considera uno de los activos más amenazantes para su defensa nacional.
“Este ejercicio, que se ha realizado cada año desde 2015, sirve para verificar el rendimiento de las operaciones aéreas combinadas en tiempo de guerra de las fuerzas aéreas de la República de Corea y EEUU y para mejorar la preparación para el combate”, explicó un portavoz militar en una rueda de prensa en Seúl.
En todo caso, el Entrenamiento Integral de Preparación para el Combate de este año recuerda, por el volumen de activos a desplegar, al ejercicio “Vigilant ace”, que se suspendió en 2018 de cara a favorecer entonces el acercamiento diplomático entre Seúl, Washington y Pyongyang.
El hecho de que el ejercicio vaya a contar con la participación de cazas F-35 estadounidenses parece enmarcarse además en la llamada disuasión ampliada.
La disuasión extendida es un compromiso adquirido el pasado mayo por Washington con Seúl que consiste en el envío de activos estratégicos estadounidenses a la península coreana de “manera coordinada y cuando sea necesario” en función de las acciones del régimen norteño.
El ejercicio, en el que también participará Australia, llega en un momento en que el régimen de Corea del Norte ha acelerado el número de pruebas de armas.
(Con información de Europa Press y EFE)
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