De viajar por el mundo entero en jets privados y superyates, la vida de Ghislaine Maxwell se redujo a una celda de 3 metros por 2 que comparte con otras tres reclusas en la Institución Correccional Federal de Tallahassee, en Florida.
Condenada a 20 años de prisión por ayudar al financiero Jeffrey Epstein a abusar sexualmente de niñas, ahora Maxwell ofreció una entrevista en la que cuenta su nueva realidad.
“La primera vez que nos vimos cara a cara fue hace cuatro meses en los lúgubres confines del Centro de Detención Metropolitano (MDC) de Brooklyn, donde me habló del duro aislamiento, la falta de comida y agua potable y la profunda soledad que la habían llevado a presentar 300 quejas distintas a los funcionarios”, contó la periodista Daphne Barak según reseña el Daily Mail.
En esa conversación reveló que una compañera de prisión planeaba matarla mientras dormía y que se había puesto una recompensa por su cabeza.
“Por eso, cuando volvimos a hablar hace unas semanas, estaba ansiosa por saber si fue un alivio trasladarse a Tallahassee”, revela la periodista.
“Sigue siendo la cárcel. Está muy lejos de ser un cómodo club de campo, como he visto que se dice. Estás encerrada todo el tiempo. Cuando te dejan salir una hora, no hay una silla para todos en el espacio común y no hay forma de ver la televisión”, se quejó Maxwell. Pero, afirma, al menos en Florida se siente segura.
La mano derecha de Epstein, que fue trasladada a Tallahassee sin previo aviso en mitad de la noche del 22 de julio pasado, revela que su celda, amueblada con cuatro literas y un pequeño armario para cada ocupante, es tan pequeña que ella y sus tres compañeros de celda no pueden estar de pie en simultáneo. “Sólo tienes un pequeño armario de unos 60 por 90 centímetros para poner tus cosas”, insiste en el reproche.
“Cuatro personas no pueden estar de pie en ese cubo y tener acceso a cualquier cosa al mismo tiempo, así que es como un baile en torno a quién puede hacer qué y cuándo”. Y continúa: “Nadie tiene acceso a Internet. Puedes enviar un correo electrónico a una pequeña lista de contactos aprobados. Pero no hay computadoras; si tienes que escribir algo, tiene que ser en una máquina de escribir antigua. No se veía algo así desde los años 90″.
Aunque las llamadas telefónicas están permitidas, la falta de teléfonos significa que no hay garantía de acceder a ellos en la franja de una hora en la que se permite salir de la celda. “Es muy difícil acceder al teléfono porque hasta hace unos días sólo había dos teléfonos que funcionaban”, dice. “Todo el mundo intenta llamar a sus familias. Así que hay fila”
Cuando se le pide que describa un día típico, cuenta Barak, Maxwell hace una mueca: “Te despiertan a las seis, y a las 6.20, más o menos, piden lo que llaman “línea principal”, lo cual es interesante porque creo que si eres un drogadicto esa es como la palabra clave. Eso es una comida y consiste en leche y cereal’, dice.
“No pasa nada hasta alrededor de las 10.30, cuando llaman a la línea principal de nuevo, cuando vas a lo que ellos llaman el almuerzo. Y luego no pasa nada hasta que se hace un recuento, así que tienes que levantarte a las 16:00 y te cuentan. Y después de eso tienes lo que se llama la comida principal de la noche, que tienes aproximadamente 20 minutos para comer. Las luces se apagan alrededor de las diez”.
Maxwell revela que acaba de conseguir un trabajo en la pequeña biblioteca jurídica y el centro educativo de la cárcel. “He estado ayudando a la gente con todo lo que es posible”, dice. “Lo veo como una oportunidad de usar cualquier habilidad que tenga para ayudar a la gente que me rodea, porque algunos de ellos realmente no tienen mucho. Hay muchos que no hablan inglés, que no tienen educación. En comparación, yo tengo mucho, así que uso las habilidades que tengo para ayudarlos”.
La ayuda a la que se refiere es traducir documentos y, en algunos casos, enseñar inglés. “Y, sinceramente, es muy gratificante”, dice.
La entrevistadora es enfática cuando cuenta que está claro que la vida en Tallahassee le sienta mejor que en Brooklyn, donde estaba pálida y retraída.
“Vi la luz del sol por primera vez y vi la hierba por primera vez. Eso fue encantador”, dice. “Y la comida es realmente mejor aquí”.
También se siente más segura que en el MDC, donde se sentía constantemente amenazada por los reclusos. “Como sabes, hubo una mujer que me amenazó, dijo que tenía un plan para asesinarme mientras dormía”, insistió Maxwell. “Incluso se dijo que había una recompensa de un millón de dólares por mi cabeza. Pero hasta ahora todo el mundo ha sido muy profesional y no he sufrido ninguna de las graves violaciones de mis derechos. No me siento insegura. Y puedo vivir y trabajar perfectamente aquí”.
Sin embargo, lejos está de la vida de lujos que llevaba con Epstein y sus amigos del jet set.
Cuando Barak le pidió que se remontara a su detención por el FBI en julio de 2020 en su casa de Bradford, New Hampshire, Maxwell admitió que fue muy impactante.
“No preveía todo lo que ocurrió después. Incluso después de que me detuvieran, nunca se me ocurrió que no iba a salir bajo fianza. Fue un golpe muy duro, pero lo peor estaba por llegar”, confesó.
Según dijo el peor momento fue dos años después, a finales de junio de este año, cuando la pusieron en vigilancia por suicidio durante dos semanas, algo que cree que fue un castigo por motivos políticos por acusar al sistema penitenciario de violar sus derechos.
“No tengo ni un solo hueso suicida en mi cuerpo. Nunca he sido suicida. Nunca lo he contemplado. Nunca he pensado en ello. Nunca se me ha pasado por la cabeza en toda mi vida. Y soy muy firme en lo que soy y estoy muy ilusionada y deseando que llegue mi apelación”, afirmó.
Maxwell describió la experiencia como una profunda humillación: “Te despoja de cualquier resto de dignidad que tengas”.
“Te dejan sin ropa y te ponen una bata de suicida con tiras de velcro. Así que no hay nada que proteja tus partes privadas.Y estaba en una habitación con temperaturas bajo cero, así que literalmente me congelaba. Además, había luces de neón como las que se ven en la televisión y en los campos de concentración”.
Privada de acceso a la ducha y al cepillo de dientes, y con sólo dos hojas de papel higiénico cada vez que necesitaba ir al baño, Maxwell relató que recibía la misma comida para el desayuno, el almuerzo y la cena. “Eran dos trozos de pan, un trozo de carne y un trozo de queso. Llevo una dieta vegetariana. Así que no podía comer la mortadela. Y el queso tenía huellas dactilares. No era muy higiénico”.
“Y tenía dos cámaras encima todo el tiempo”, contó.
Dice que perdió mucho peso durante su estancia en el MDC. “La comida en Brooklyn era realmente terrible. Un día tenía tanta hambre que comí lo único que tenía: vaselina”.
Maxwell, miembro de la alta sociedad que una vez se asoció con miembros de la realeza, presidentes y multimillonarios, fue condenada el a 20 años de prisión por ayudar al millonario Jeffrey Epstein a abusar sexualmente de niñas menores de edad. La sentencia fue el signo de puntuación en un juicio que exploró los sórdidos rituales de una poderosa pareja depredadora que cortejaba a los ricos y famosos mientras atraían a niñas vulnerables de hasta 14 años y luego las explotaban.
Los fiscales dijeron que Epstein, quien se suicidó en 2019 mientras esperaba el juicio, abusó sexualmente de niños cientos de veces durante más de una década, y no podría haberlo hecho sin la ayuda de Maxwell, su compañera de mucho tiempo y ex novia, quien dijeron que a veces también participó en el abuso. El jurado la condenó a Maxwell por tráfico sexual, transportar a un menor para participar en actos sexuales ilegales y dos cargos de conspiración.
“Eran socios en el crimen juntos y abusaron de estos niños juntos”, dijo, llamando a Maxwell “una persona que era indiferente al sufrimiento de otros seres humanos”.
Hoy, Maxwell tiene puestas sus esperanzas en su apelación.
“Las cárceles son peligrosas. Hasta que no se ha estado aquí, no se entiende lo terrible que es. Le diría a cualquiera que hiciera todo lo posible para evitar venir a la cárcel”, le asegura a su entrevistadora que lee con ironía la reflexión de la ahora reclusa… Es que Maxwell lo tenía todo y lo tiró a la basura.
La conversación completa de Daphne Barak con Ghislaine Maxwell aparecerá en un especial de la británica ITV News el lunes 17 de octubre a las 18.30 horas y en CBS News en Estados Unidos. Luego, a finales de año, la entrevista podrá en Paramount Plus.
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