La hipótesis del sabotaje ruso a los gasoductos Nord Stream cobra más fuerza y desata preocupaciones en Europa sobre los posibles próximos pasos de las fuerzas de Vladimir Putin en su enfrentamiento con Occidente.
La OTAN aseguró este jueves que responderá “unida” y con “determinación” a ataques deliberados contra infraestructuras críticas de los aliados, como cree que ha sido el caso de los gasoductos Nord Stream. La pista más sólida son las explosiones detectadas por los sismólogos de los países de la zona. Bajo ese marco, fuentes de defensa barajan teorías sobre cómo se habrían originado las fugas detectadas en el mar Báltico.
En el Reino Unido, una fuente de defensa sostuvo que el sabotaje fue un acto premeditado que habría sido preparado por drones submarinos, que podrían haber colocado explosivos semanas atrás sin ser detectados, según indicó el periódico The Times.
En coordinación con los drones, pueden haber actuado barcos pesqueros y helicópteros para llevar los equipos necesarios que aseguren la detonación.
El diario agregó, de acuerdo con analistas navales, es difícil que submarinos rusos recorran la zona sin ser detectados, ya que la mayoría de las fugas se encuentran en aguas relativamente poco profundas, entre 71 y 88 metros.
Otra teoría es que las bombas se colocaron en “cerdos”, unos dispositivos de mantenimiento que son empujados por el oleoducto desde el extremo ruso para inspeccionar su interior.
Es posible que pase al menos una semana antes de que los investigadores puedan examinar los daños e intentar averiguar su causa. Las fugas se producen en momentos en que países europeos acusan a Rusia de utilizar sus enormes reservas de energía como arma para presionar a Europa.
Mientras tanto, los expertos ya elevan la alerta sobre posibles nuevos ataques cuya autoría intelectual provendría de Moscú.
The Times indicó que analistas militares temen que el Kremlin cause estragos con relativa facilidad. Por ejemplo, cortando los cables de datos submarinos (claves para la conectividad a internet) o destruyendo otro gasoducto (en medio de los preparativos para un crudo invierno a precios altos de energía).
Un antiguo estratega de la marina estadounidense comentó al diario inglés que los cables que transportan información financiera sensible a través del Atlántico podrían ser un blanco que, en caso de ser atacado, arriesgaría un colapso de mercado o cortes masivos del servicio de red a regiones enteras de Europa.
Si bien estos son escenarios que existían desde antes, el presunto ataque contra Nord Stream pone el foco en todas las infraestructuras críticas. Edgars Rinkevics, ministro de Asuntos Exteriores de Letonia, lo describió como el inicio de una “nueva fase de guerra híbrida”.
Las reacciones no demoraron. Noruega puso en alerta sus instalaciones de petróleo y gas, aumentando su presencia militar en los alrededores. Alemania teme por sus cinco terminales flotantes de importación de gas natural licuado que está montando. “Nos encontramos en una situación en Europa y en Alemania en la que las infraestructuras críticas, incluido el suministro de energía, son objetivos potenciales”, declaró Robert Habeck, Ministro de Economía y Vicecanciller alemán.
Pero Europa podría no ser capaz de detectar a tiempo estas amenazas, sobre todo en el campo marítimo. “Nuestras infraestructuras no están muy bien protegidas y es extremadamente difícil asegurarlas a lo largo de miles de kilómetros”, dijo a The Times el profesor Damien Ernst, investigador de sistemas energéticos de la Universidad de Lieja (Bélgica). “Si se cortara el suministro de gas de Noruega a Europa, asistiríamos a una terrible recesión. No podríamos ni siquiera calentarnos ni producir electricidad”.
“Los temores son muy serios y fundados. Europa no tiene más margen de maniobra y no podemos excluir que las cosas se deterioren de forma muy significativa en los próximos meses”, agregó.
Es que los submarinos pueden eludir con relativa facilidad la vigilancia del Báltico y el Mar del Norte, donde la vigilancia es irregular. “Todo forma parte del estilo ruso de guerra política. Se trata de sembrar la duda, de crear la suficiente niebla de incertidumbre”, apuntó Bryan Clark, ex planificador estratégico de la marina estadounidense que ahora es miembro senior del think tank Hudson Institute de Washington.
Julian Pawlak, experto en seguridad marítima de la universidad militar Helmut Schmidt de Hamburgo, dijo al Times: “No es posible vigilar todo el Mar Báltico las 24 horas del día, y mucho menos bajo la superficie. No se puede poner un barco [de caza de submarinos] cada diez millas náuticas”.
Rusia niega responsabilidad en las explosiones en el Báltico, al igual que Estados Unidos. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá el viernes para discutir el asunto.
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