Elecciones en Italia: el triunfo de Giorgia Meloni podría confirmar el auge de la extrema derecha en Europa

La política llegaría al poder luego de haber defendido la salida de Italia de la Unión Europea o matizado su pasado neofascista

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La gran favorita, Giorgia Meloni,
La gran favorita, Giorgia Meloni, líder de extrema derecha, llegaría al poder luego de haber defendido la salida de Italia de la UE (Reuters)

Luego del éxito de los demócratas en Suecia el 11-S, que ubica a la formación resultante de una organización neonazi en el seno de la nueva coalición parlamentaria, que además tendrá la próxima presidencia del Consejo de la Unión Europea, ahora sigue ver qué sucederá el próximo domingo en Italia.

Según las encuestas, la extrema derecha se prepara para hacerse con el control de la península tras las elecciones legislativas del 25 de septiembre. La coalición que llegaría al Palacio Chigi, suma a Forza Italia (Fuerza Italia), el pequeño partido del eterno Silvio Berlusconi, la Lega (Liga) de Matteo Salvini y, sobre todo, Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), heredera del movimiento neofascista MSI de Giorgia Meloni que lleva la ventaja. Por delante de sus aliados, es la joven política quien podría sentarse en la silla de Primera Ministra, convirtiéndose así en la primera mujer en la historia de Italia en ocupar este cargo.

La ventaja de la líder ultraconservadora, a días de las elecciones, no sólo genera nervios fronteras adentro. El contexto de este probable triunfo hace que sea una preocupación para toda Europa. Bruselas tiene como telón de fondo la invasión a Ucrania. Crisis energética, escapada inflacionaria, presagio de un duro invierno, una sumatoria que irrita el tejido social.

Un escenario crispado, algo que abunda por estos tiempos, hace aparecer a los que nunca han estado en el poder como una coherente opción capaz de “recuperar el fuerte voto antisistema”. De esto saca provecho la derecha radicalizada de Meloni. De confirmarse en las urnas, los resultados podrían reflejar un creciente sesgo electoral de la extrema derecha en el continente.

Como su socio Salvini, la dirigente no disimula, aunque tamiza, creencias y símbolo con el neofascismo. Incluso, “La Meloni”, como suelen llamarla los italianos, al igual que el partido nacionalista sueco que llega al poder, modificó el escudo del partido, que ella misma creó hace diez años, la llama tricolor cuya base representaría la tumba de Mussolini recordando al movimiento MSI.

Meloni se enorgullece de encarnar el rostro de una nueva derecha italiana. Sus detractores también miran cómo intenta separarse de Salvini. Los europeos recuerdan de este último la cruzada antiinmigrante y su lealtad a Vladimir Putin, la cual no ha flaqueado desde la invasión a Ucrania. En Bruselas suelen espantarse, rememorando que el ex ministro del interior en el gobierno de coalición populista Liga-Movimiento 5 Estrellas, realizaba ruidosas y curiosas defensas del jefe del Kremlin.

Partidaria de una línea soberanista y ultraconservadora, ideológicamente se muestra cercana a la Hungría de Viktor Orban. El líder húngaro es una espina en los valores de la Unión Europea. El primer ministro es una máquina de sabotaje sistemático de los planteos de los Veintisiete. Su simpatía, que comparte con Salvini, hace que pueda llegar una “euroescéptica” al poder italiano. No obstante, aquí equilibró el eterno cavalieri. Desde Forza Italia, el partido de centroderecha de Silvio Berlusconi, el dueño del emporio de comunicación Mediaset trató de tranquilizar a Bruselas, en particular afirmando, que dentro de su programa, está la “total adhesión al proceso de integración europeo”.

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El eterno Silvio Berlusconi, a pesar de perfilarse como el mas débil de la coalición, seria el garante para que un futuro gobierno de Giorgia Meloni y Matteo Salvini, no tenga un sello antieuropeista (Reuters)

Como hiciera Marine Le Pen en Francia, técnica que casi la ubica en el Palacio del Elíseo, la joven dirigente ha resuelto evitar los temas engorrosos y centrar su plan en resolver la crisis económica y el sentimiento de detrimento de la famosa idea del “bienestar europeo’. Esquivando, no negando su retórica anti inmigración y extremadamente conservadora en temas sociales, busca convencer a sus socios europeos que moderará sus puntos de vista.

Meloni arrebata contra sus “demonizadores”. Rechaza el mote de extrema derecha para su formación política, a la que describe como perteneciente a la derecha conservadora “extremadamente rigurosa” y “meritocrática”. Para tranquilizar aún más, insiste que no figuran en su programa la salida de la Unión Europea o del euro, para puntualizar que su intención es revisar los tratados para recuperar más soberanía económica así como la renegociación de las prioridades del plan de recuperación Next Generation de la Unión Europea, luego del COVID-19.

En todos los casos, la coalición de derecha que pueda arribar al poder tendrá que galvanizar sus posturas si quiere recibir el beneplácito de los mercados financieros. Esto es una garantía para Europa frente a cualquier proyecto alocado. La abultada deuda italiana es un corset para el futuro de cualquier primer ministro. Es vital la obtención de los aproximadamente 145.000 millones de euros que llegan de la Unión Europea por el plan de recuperación post pandemia.

El efecto ganador también le ha anticipado responsabilidades. Leyendo el manual correcto para los intereses europeos, los círculos de poder respiran ante algunas señales. Por ejemplo: trasciende que la líder de Hermanos de Italia habló con Mario Draghi para obtener su consejo sobre su próximo equipo en el Palacio Chigi. Para algunos, otra estrategia para mostrarse como una candidata del establishment y desdramatizar su llegada.

Meloni insiste en un cambio de época. Habla de una ultraderecha pragmática. “Espero que el centroderecha italiano liderado por los Hermanos de Italia gane las elecciones y que esto pueda abrir el camino a algo similar también en España dentro de unos meses”, augura un triunfo pronto para Santiago Abascal, líder de Vox en la península ibérica.

Desmarcarse de su socio Matteo
Desmarcarse de su socio Matteo Salvini, incluso cuando las diferencias surjan a diario. El difícil equilibrio de Giorgia Meloni hasta el próximo domingo (Reuters)

Un sesgo que podría repetirse. De acuerdo al Eurobarómetro, publicado el 6 de septiembre por la Comisión Europea, casi dos tercios de los europeos consultados son optimistas sobre el futuro del bloque, cuya imagen no ha sido nunca tan buena desde 2009. La llegada de una extrema derecha euro pragmática se sostiene en la idea no de salir del bloque, sino de impulsar los cambios desde el interior del club de los Veintisiete.

A pocos días de las elecciones, la futura presidente del Consejo de Ministros evita hacer loas. Por eso, también para alivio de Europa, se mantiene firme en las sanciones contra Rusia. Esto le significa desmarcarse una y otra vez del líder de la Liga, quien hace peligrar verdaderamente el difícil equilibrio hasta el domingo, día en que se abran las urnas.

Todo parece estar dicho. Hasta su principal competidor, Enrico Letta, el candidato del Partido Demócrata, número dos en las encuestas, ya canta la victoria de su rival. Meloni representa esa fascinación por lo nuevo. Arriba con la idea que será la “mujer providencial”. Todos juegan al caballo ganador, ese efecto arrasador de la “victoria forjada de antemano”.

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