Más de 1.200 personas murieron en Pakistán como consecuencia de las inundaciones de las últimas semanas, según los balances oficiales, que dan cuenta también de más de 6.000 heridos y de cuantiosos daños materiales.
La agencia paquistaní responsable de la gestión de desastres tenía confirmados hasta este jueves 1.208 víctimas mortales, de las cuales más de 430 corresponden a la región de Sindh, en el sur del país. Además, la cifra de heridos supera ya los 6.000.
Una tercera parte del país ha sufrido los estragos de un temporal que no cesa, ya que en la zona meridional temen nuevas inundaciones tras la crecida de algunos ríos. En total, 33 millones de personas se han visto damnificadas.
La ONU calcula que 6,4 millones de ciudadanos necesitan ayuda humanitaria de forma urgente y, en los últimos días, se han sucedido los llamamientos para incrementar la respuesta. Tanto agencias de Naciones Unidas como ONG se han volcado con nuevas operaciones.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha informado este jueves de que está proporcionando atención médica, estableciendo puntos de agua potable y distribuyendo agua y artículos no alimentarios a los afectados por las lluvias, sin precedentes en la historia reciente de Pakistán.
La directora de Acción contra el Hambre en Pakistán, Jennifer Ankrom-Khan, advirtió que los efectos “devastadores” del monzón no han acabado, en parte porque “muchas zonas siguen siendo inaccesibles”. No ha descartado que el balance de víctimas sea “mucho mayor” en los próximos días, a medida que se logra acceder a dichas áreas.
Asimismo, ha alertado de los posibles efectos a largo plazo en materia de suministro y mercado de alimentos, “en un país ya afectado por una importante crisis económica a través de los efectos indirectos de las pandemias de la COVID-19 y la guerra en Ucrania”. Pakistán ya tenía antes de este desastre a 27 millones de sus ciudadanos en situación de inseguridad alimentaria.
La capacidad de respuesta de Pakistán ha quedado al límite para hacer frente a las inundaciones, una devastación de la que necesitará mucho tiempo para recuperarse.
Con la ocupación al límite, el hospital público del distrito de Kashmore, en la provincia meridional de Sindh, ha instalado en los pasillos algunos charpai, una especie de catres tradicionales del Sur de Asia, a falta de camillas para dar primeros auxilios a los afectados por los efectos de las lluvias.
Además de los heridos en las inundaciones, un número creciente de personas acuden a los centros de atención con fiebre, diarrea y otras enfermedades transmitidas por el agua. El hospital de la localidad que comparte frontera con las provincias de Punjab y Baluchistán, muy afectadas por las lluvias, se ha convertido en un centro para la atención de las víctimas de este desastre natural.
“Venimos de Kandhkot y ya ves cómo nos tratan aquí”, comentó a la agencia EFE Sakina Mai, una paciente de 60 años que acudió al congestionado hospital en búsqueda de atención.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) había advertido en su último informe sobre las amenazas de una mayor propagación de enfermedades transmitidas por el agua o por vectores, como la malaria, la diarrea o el dengue.
Además “unos 888 establecimientos de salud han resultado dañados en el país, de los cuales 180 están completamente dañados, dejando a millones de personas sin acceso a atención médica y tratamiento médico”, según datos de las regiones afectadas citados por la OMS.
En Kashmore sólo hay un hospital público con medicamentos y personal médico.
“Podemos ofrecer lo que tenemos y hacer todo lo posible para brindar asistencia médica a las víctimas de las inundaciones. Recibimos más de 500 pacientes diariamente”, dijo el doctor Waheed Dareshak, el único médico presente en ese momento en el hospital.
Un informe de la ONG Médicos Sin Frontera (MSF), que cuenta con varios equipos trabajando en las zonas afectadas, señaló hoy que “la mayoría de los pacientes atendidos presentaban infecciones respiratorias, fiebre, enfermedades cutáneas y diarrea”.
Aunque el número de pacientes que llega a las clínicas móviles desplegadas por MSF no ha sido muy elevado hasta ahora, la organización apuntó que “es probable que esto se deba a que muchas personas cuentan con enormes dificultades para acceder hasta los lugares donde es posible llegar con las clínicas móviles, ya que muchos pueblos y aldeas están aislados por las aguas”.
(Con información de EFE)
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