El hedor ha desaparecido y, poco a poco, los peces están volviendo al Emscher, un río que atraviesa el corazón industrial del oeste de Alemania y que durante décadas no solamente era una mancha en el paisaje, sino que se consideraba oficialmente una cloaca a cielo abierto.
El canciller alemán, Olaf Scholz, celebró este jueves la resucitación del río y elogió el esfuerzo de 30 años para reconstruir el Emscher como un ejemplo de la perseverancia que el país necesitará también para transformar su economía hacia un futuro más limpio y verde.
Cuando el proyecto comenzó a principios de la década de 1990, pocos podrían haber imaginado que el Emscher sería algo más que un “canal de alcantarillado de hormigón, un pozo negro abierto, una caricatura apestosa de un río”, declaró Scholz.
El Emscher atraviesa la región alemana del Ruhr, que se convirtió en un imán para la industria a partir del siglo XIX. Sus minas de carbón alimentaron fábricas siderúrgicas y de otro tipo que convirtieron a Alemania en una potencia industrial, pero también causaron una destrucción ambiental generalizada.
Dado que la minería dificultó la construcción de sistemas de alcantarillado a gran escala, el Emscher se utilizó durante casi un siglo para transportar río abajo los desechos y vertidos de la región, lo que le valió el deshonroso título del río más sucio de Alemania.
En el marco de un proyecto de 5.500 millones de euros (5.500 millones de dólares), las aguas residuales se canalizan ahora a través de un canal subterráneo y el Emscher está oficialmente libre de aguas residuales.
En un acto celebrado en la antigua ciudad minera de Castrop-Rauxel, Scholz se mostró encantado con los avances logrados. “Vuelve a haber peces nadando en el Emscher”, afirmó.
(Con información de AP)
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