El presidente de Irak, Barham Saleh, llamó este martes a adelantar las elecciones legislativas para superar una crisis política que derivó en enfrentamientos que dejaron 30 muertos y cientos de heridos entre los partidarios del líder chiita Moqtada Sadr y las fuerzas de seguridad.
La idea de adelantar los comicios, menos de un año después del inicio de la actual legislatura, ha sido una exigencia del clérigo chiita Moqtada Sadr, cuyos partidarios se enfrentaron al ejército después de que su líder anunciara sorpresivamente el lunes su retirada de la política.
“La celebración de elecciones anticipadas, en base al consenso nacional, representa una salida a esta grave crisis”, dijo el presidente Saleh en un discurso. Según el mandatario, esa opción garantizaría “la estabilidad política y social”.
Saleh se pronunció horas después de que los simpatizantes de Sadr se retiraran de la Zona Verde de Bagdad, al cabo de 24 horas de enfrentamientos con el ejército y facciones chiítas apoyadas por el régimen de Irán.
En esos enfrentamientos murieron baleados 30 seguidores del clérigo chiita y 570 personas resultaron heridas, según el último balance médico.
Sadr, que lideró una milicia que se opuso a la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos en marzo de 2003, dio a sus partidarios “60 minutos” para retirarse de la Zona Verde, que alberga embajadas y oficinas gubernamentales y se considera la más segura de la capital.
“Pido disculpas al pueblo iraquí, el único afectado por los acontecimientos”, manifestó Sadr a los periodistas desde su bastión en la ciudad de Nayaf. Y agregó: “Es una vergüenza para esta revolución... Independientemente de quién haya sido el iniciador, esta revolución, mientras esté empañada por la violencia, no es una revolución”.
Después de que el discurso de Sadr fuera retransmitido en directo por la televisión, sus partidarios empezaron a desmantelar campamentos y a despejar la Zona Verde, donde los trabajadores municipales empezaron a limpiar los casquillos de bala que habían quedado tras los disturbios. El líder chiita es uno de los pesos pesados del país, cuya gran influencia religiosa y política con la comunidad chiita mayoritaria en Irak, puede agravar la crisis o mejorarla.
El primer ministro Mustafa al-Kadhemi declaró, por su parte, que se abrieron varias investigaciones y amenazó con dimitir si el bloqueo político persistía: “Si quieren seguir sembrando el caos, el conflicto, la discordia y la rivalidad (...) tomaré la medida moral y patriótica que se impone y dejaré mi puesto”.
Los enfrentamientos fueron el punto álgido de la crisis que atraviesa Irak desde las legislativas de octubre de 2021, de las que salió un Parlamento fragmentado. Desde entonces, los líderes políticos no lograron investir un nuevo primer ministro ni instalar un nuevo gobierno.
Las protestas estallaron cuando Sadr anunció su “retirada definitiva” de la política. Sus simpatizantes marcharon hacia la Zona Verde e irrumpieron en el palacio del gobierno.
Los enfrentamientos continuaron el martes entre los partidarios de Sadr contra el ejército y los hombres de las Unidades de Movilización Popular (Hashed al Shaabi), ex paramilitares respaldados por Teherán, que luego se integraron en las fuerzas iraquíes.
La Misión de la ONU de Asistencia en Irak (UNAMI) calificó los hechos como “una escalada extremadamente peligrosa” y urgió a todas las partes a “abstenerse de actos que puedan llevar a una cadena imparable de eventos”.
Estados Unidos también instó a la calma en medio de informes “preocupantes” sobre la situación y Francia pidió a “las partes que ejerzan la máxima moderación”.
La embajadora de Estados Unidos en Bagdad, Alina Romanowski, publicó un comunicado en el que se congratulaba de los llamamientos a los manifestantes para que “cesen los conflictos” e instaba a “todos los ciudadanos a permitir que sus instituciones gubernamentales sigan funcionando”.
En las legislativas de octubre de 2021, el bloque de Sadr quedó primero con 73 escaños sobre un total de 329. Pero al no poder formar una mayoría, hizo dimitir a sus diputados en junio, alegando querer “reformar” el sistema y acabar con la “corrupción”. La renuncia llevó a que el Marco de Coordinación, una alianza rival, se convirtiera en la principal bancada.
Al atizar a sus seguidores y luego pedirles que se retiren, Sadr “muestra el poder social y las bases que tiene, sobre todo a sus adversarios”, estimó Renad Mansour, del centro de reflexión británico Chatham House.
Irak aún se rige por el sistema de reparto de poderes establecido tras la caída del régimen de Sadam Husein, en virtud del cual la jefatura de Estado está reservada a un representante de la comunidad kurda -Saleh desde octubre de 2018-. Corresponde a un chií ser primer ministro, mientras que la presidencia del Parlamento queda reservada para los suníes.
(Con información de AFP)
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