El obelisco de la Victoria de Riga, de 79 metros de altura y el último monumento soviético de estas características en la capital letona, fue derribado tras más de seis horas de trabajos en su base, última fase de la demolición de la controvertida columna, erigida en 1985.
Los elementos derribados del monumento se destruirán por completo y se eliminarán como escombros, para evitar que se roben partes de las estatuas como recuerdo.
Una pequeña concentración de personas tras el cordón policial vitoreó el derrumbe de la estructura, de 250 toneladas, que se completó a las 16.45, hora local de este jueves.
Para muchos letones, el monumento, lugar de celebración de los ciudadanos de origen ruso para recordar la derrota sobre la Alemania nazi en 1945, representaba la represiva ocupación soviética del país báltico y no la “liberación” tras la caída del Tercer Reich.
Los rusoparlantes, que suponen alrededor del 37% sobre los apenas dos millones de habitantes del país, se reúnen cada 9 de mayo ante el monumento para celebrar el Día de la Victoria de la era soviética, mientras que gran parte del resto del mundo celebra el 8 de mayo como el día de la Victoria en Europa.
Antes de la pandemia, las celebraciones del 9 de mayo incluían coros que entonaban canciones soviéticas de la época de la guerra, discursos de algunos veteranos y la colocación de flores por parte de decenas de miles de residentes, principalmente rusos.
El monumento estaba compuesto por dos grupos de estatuas, una placa conmemorativa con la inscripción 1941-1945, el obelisco y un estanque.
Se construyó a mediados de la década de 1980 mediante “contribuciones” extraídas de las nóminas de empresas letonas para construir el “Monumento a los libertadores de la Letonia soviética y de Riga de los invasores fascistas alemanes”, como se denominó oficialmente.
La demolición del monumento comenzó el martes, cuando un equipo de trabajo derribó una estatua de tres soldados soviéticos, uno de ellos blandiendo una ametralladora.
Al día siguiente, trabajadores equipados con maquinaria pesada derribaron la estatua de una gran figura femenina de "la Patria" que saludaba simbólicamente a los soldados del Ejército Rojo.
El estatus del Monumento a la Victoria ha sido objeto de debate en Letonia desde que el país recuperó su independencia en 1991. Los nacionalistas letones consideraban que el monumento debía demolido o al menos remodelado para representar una ocupación totalitaria y no una liberación.
Los sucesivos gobiernos letones adoptaron una línea cautelosa, tolerando las celebraciones del 9 de mayo y tratando de no enojar a Moscú con algo que los rusos veían como un símbolo de su victoria sobre la Alemania nazi.
La invasión a Ucrania
Esto cambió tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero. El Parlamento letón o Saiem aceleró los pasos para autorizar la demolición del monumento de Riga y de todos los demás “símbolos del dominio comunista y nazi” en Letonia.
Hace unas semanas, el gobierno designó 69 objetos conmemorativos soviéticos, además del obelisco, para su demolición
Cuando el lunes se iniciaron los trabajos preliminares para la demolición del monumento, un pequeño grupo de manifestantes se reunió y unas cinco personas fueron detenidas por alteración del orden público y por desafiar la orden de la policía.
El martes, las protestas aisladas continuaron y otras 14 personas fueron detenidas por la policía por negarse a dispersarse.
El alcalde de Riga, Martins Stakis, declaró recientemente que la demolición, incluida la restauración de la zona como parque, costaría 2,1 millones de euros.
Con información de EFE
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