Las autoridades chinas impusieron trabajos forzados a personas de minorías musulmanas en la región de Xinjiang, indicó un relator especial de Naciones Unidas en un informe, en el que advierte que estos hechos podrían equivaler a “esclavitud como crimen contra la humanidad”.
Beijing ha sido acusada de detener a más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas en Xinjiang, así como de llevar a cabo la esterilización forzosa de mujeres y trabajos forzados.
Estados Unidos y legisladores de otros países occidentales han llegado a acusar a China de cometer un “genocidio” contra los grupos minoritarios, acusaciones que Beijing niega.
El informe publicado el martes por el relator especial de la ONU sobre la esclavitud moderna, Tomoya Obokata, señalaba dos “sistemas distintos, ordenados por el Estado” en China, en los que se han producido trabajos forzados, citando informes de grupos de expertos y ONG, así como de víctimas.
Uno es un centro de formación profesional en el que las minorías están detenidas y obligadas a realizar prácticas, y el otro busca reducir la pobreza a través del desplazamiento de mano de obra, obligando a obreros agrícolas a desempeñarse en labores del “sector secundario o terciario”.
“Aunque esos programas podrían crear empleos para las minorías e impulsar sus ingresos [...] el relator especial considera que, en muchos casos, el trabajo efectuado por las comunidades afectadas era involuntario”, señala el informe.
La naturaleza y el alcance de los poderes ejercidos sobre los trabajadores -incluida la vigilancia excesiva y las condiciones de vida y de trabajo abusivas- podrían “equivaler a la esclavitud como crimen de lesa humanidad, lo que merece un análisis más independiente”, afirmó.
El informe señalaba que existe un sistema similar de transferencia de mano de obra en el Tíbet, donde el “programa ha desplazado principalmente a agricultores, pastores y otros trabajadores rurales hacia empleos poco cualificados y mal pagados”.
Los relatores especiales son expertos independientes nombrados por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pero que no hablan en nombre del organismo mundial.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, acusó el miércoles a Obokata de “elegir creer en las mentiras y desinformaciones fabricadas por Estados Unidos... así como por las fuerzas antichinas”.
Insistiendo en la protección de los derechos de las minorías, Wang criticó al relator especial de la ONU por “desprestigiar viciosamente a China y actuar como herramienta política de las fuerzas antichinas”.
China lleva mucho tiempo afirmando que dirige centros de formación profesional en Xinjiang destinados a contrarrestar el extremismo, y el presidente Xi Jinping visitó la región el mes pasado y alabó los “grandes progresos” realizados en materia de reforma y desarrollo.
En mayo, la jefa de derechos humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, concluyó una rara visita de seis días a China que también la llevó a Xinjiang.
Su viaje fue criticado por Estados Unidos y los principales grupos de derechos humanos por su falta de firmeza hacia Beijing, y los críticos dijeron que visitó el país más como diplomática que como defensora de los derechos humanos.
Bachelet debe publicar un esperado informe sobre el tema antes de dejar su cargo a finales de mes.
El informe completo:
(Con información de AFP)
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