Numerosas localidades chinas situadas en diferentes puntos del país han declarado confinamientos totales o parciales ante los rebrotes de COVID-19 registrados en los últimos días, informaron hoy medios locales.
Uno de los lugares afectados es el popular destino vacacional de la provincia isleña meridional de Hainan, donde Sanya, una ciudad conocida por sus hoteles de lujo a pie de playa, ha registrado más de 1.250 casos sintomáticos y asintomáticos en las últimas 24 horas.
Desde la semana pasada, distintas áreas de la localidad comenzaron a aplicar confinamientos selectivos que causaron que más de 80.000 turistas no pudieran volver a sus lugares de origen.
Las autoridades locales informaron entonces de que el rebrote estaba causado por una variante importada de la cepa ómicron BA.5.1.3, que habría sido introducida en la isla a través del comercio con pescadores foráneos, actividad económica entre la cual se detectaron los primeros contagiados.
Los medios locales informan hoy de que más de 2.000 turistas que permanecían en áreas de la isla no consideradas de riesgo han logrado volar de vuelta a sus lugares de origen.
En la localidad tropical se inauguró recientemente un hospital provisional con una superficie de 27.800 metros cuadrados y capacidad para más de 1.800 camas.
Según la estrategia china de cero tolerancia contra el COVID, todos los contagiados y sus contactos cercanos han de ser aislados en hospitales u otras instalaciones oficiales.
Por su parte, Yiwu (este), un importante centro manufacturero y comercial, impuso un confinamiento de tres días a partir de este jueves para tratar de contener un rebrote que las autoridades describieron como “grave”.
Desde el pasado 2 de agosto, Yiwu, con una población de 1,8 millones de habitantes, ha registrado algo más de 470 casos positivos.
Los complejos residenciales permanecen cerrados en la ciudad y las autoridades han suspendido el transporte público.
En el otro punto del país, la capital de la región occidental de Xinjiang, Urumqi, suspendió parcialmente las operaciones de los servicios de transporte público e impuso el cierre de algunas urbanizaciones durante cinco días después de detectar 27 casos este miércoles.
En otra de las regiones remotas de China, el Tíbet, se han detectado casos en la última semana tras no haber registrado ningún positivo por COVID desde hace dos años.
El rebrote ha desembocado en restricciones a la movilidad en la capital tibetana, Lhasa, y la localidad de Shigatse, la segunda mayor de la región.
Toda la región del Tíbet, con un tamaño superior al de Bolivia y una población de 3,5 millones de habitantes, registró este miércoles 54 casos.
Las autoridades sanitarias chinas declararon este miércoles que “los trabajos de prevención y control se están viendo sometidos a una creciente presión”, aunque reiteraron la necesidad de “adherirse a la política de cero COVID”.
China permanece aferrada a dicha política: desde los rebrotes registrados en la primavera boreal, los habitantes de las grandes ciudades chinas han de someterse a varias pruebas PCR semanales para poder entrar en lugares públicos y se decretan confinamientos en las zonas donde se detecta algún caso.
Al margen de las pruebas de PCR masivas y los confinamientos, el país mantiene sus fronteras prácticamente cerradas al exterior: desde marzo de 2020, China se halla cerrada al turismo y sólo viajeros nacionales y algunos extranjeros con permiso de residencia en vigor pueden acceder, tras lo cual los espera una cuarentena en un hotel costeado por ellos mismos y designado por las autoridades.
Según las cuentas oficiales chinas, desde el inicio de la pandemia, se infectaron 232.809 personas en el país y fallecieron 5.226, aunque el número total de infectados excluye a los asintomáticos.
(Con información de EFE)
SEGUIR LEYENDO: