El navegante francés Laurent Camprubi aguantó dieciséis horas en su velero volcado con apenas “treinta o cuarenta centímetros de aire” hasta que un equipo de Salvamento Marítimo de España logró su rescate, en una actuación casi milagrosa y en la que el afectado solo pensaba en “sobrevivir”.
El pasado lunes, a las 20 horas, volcó el Jeanne Solo Sailor a 14 millas al noroeste de las islas Sisargas, en Malpica (La Coruña, España), con un único tripulante a bordo, de 62 años, cuyo paradero se desconocía.
“El accidente sucedió en quince segundos, en quince segundos estaba navegando y de repente, así -hace un gesto que apunta a que la embarcación volcó-”, explicó en una entrevista con EFE.
De inmediato, este navegante experto activó la baliza de emergencia y antes de la noche escuchó por primera vez al helicóptero de Salvamento Marítimo.
“Yo pensé: ‘Saben que estoy aquí y me van a salvar’. El problema es que no conseguí salir del barco, que estaba lleno de agua, y solo tenía treinta o cuarenta centímetros de aire”, resumió.
Fueron horas de máxima angustia por ambas partes, con la coordinación de Salvamento Marítimo y con una vida en juego.
“La segunda vez (que pasó el helicóptero) volví a intentarlo, pero no lo conseguí. La tercera vez, también. Entonces me di cuenta de que tenía que sobrevivir por la noche ahí dentro, pero había mucho oleaje y muy poco espacio para sobrevivir, pero tenía que sobrevivir para mi familia. Y sabía que tenía a unos hombres fantásticos -en referencia al personal de Salvamento- que iban a hacer un trabajo increíble”, continuó.
Al principio, las condiciones del mar no permitían el acceso a los buceadores, pero no cesaron los intentos hasta el mediodía del martes, dieciséis horas después, cuando finalmente lograron el acceso al barco desde abajo y encontraron, todavía con vida, a su único tripulante.
“Y, por la mañana, cuando salimos nos abrazamos como una familia. Mi rescatador estaba tan contento como yo. No se puede agradecer lo suficiente el trabajo que hacen de salvar vidas”, agregó.
Fue “un momento muy especial” y su rescatador le dijo: “Tenía miedo de que no sobrevivieras”, a lo que él respondió: “Y yo, de que no vinieras a por mí”, y ambos se echaron a reír.
A pesar de lo tenso de la situación, Laurent Camprubi asegura que no pasó miedo durante aquella noche, en la que la hipotermia también era un riesgo.
“Siempre tuve esperanza. Soy muy positivo y siempre mantuve la calma. La situación era difícil porque estaba agarrado, agachado, con mitad del cuerpo fuera del agua para no tener mucho frío. Tenía que resistir. Mi miedo era pensar que no me iban a venir a buscar. Cuando vinieron por la mañana, sabía que lo iban a conseguir. Hicieron un trabajo fantástico, simplemente fantástico”, subrayó.
Durante la jornada del miércoles, ya con el barco -que sigue volcado- amarrado en el muelle de Oza, en A Coruña, Laurent Camprubi ha podido agradecer en persona el trabajo al jefe de Salvamento Marítimo de Finisterre, Manuel Capeáns, en el propio puerto, y al equipo del Helimer 402, en un emotivo encuentro en Alvedro.
Con el recuerdo del accidente todavía muy vivo, el navegante aclara que seguirá en el lado del mar, aunque continuará con más precaución que hasta ahora.
“Claro que sí, pero voy a cambiar mis rutas, voy a proteger a mi familia. No voy a seguir con las travesías atlánticas, voy a mantener más la calma”, concluyó.
Por Miguel Álvarez (EFE)
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