El presidente ruso, Vladímir Putin, ensaya una alternativa a la movilización general, a la que se oponen terminantemente los rusos: la creación de batallones de voluntarios, que deberían solucionar la acuciante falta de hombres en el frente ucraniano.
Desde la conquista de la región de Lugansk hace un mes, el Ejército ruso apenas ha logrado avances territoriales en el Donbás y en la zona sur, limítrofe con la anexionada península de Crimea, se limita a defender sus posiciones.
Los rusos apoyan la “operación militar especial”, según los sondeos oficiales, pero no están dispuestos a enviar a cientos de miles de reclutas sin experiencia militar a combatir en un país extranjero.
BATALLONES PATRIÓTICOS
En las últimas semanas, por orden directa del Kremlin, las autoridades de regiones como Leningrado, Tatarstán, Kursk, Nizhni Nóvgorod, Orenburg, o Primorie (Lejano Oriente) han anunciado la creación de unidades para combatir en Ucrania.
En el caso de Moscú, el batallón ha recibido el nombre del alcalde, Serguéi Sobianin, estrecho aliado del jefe del Kremlin. En algunas regiones, precisamente las de menor nivel de vida, se han formado ya varios destacamentos.
Es el caso de Chechenia, donde, según líder chechén, Ramzán Kadírov, se han creado cuatro. En abril y mayo voluntarios chechenes ya combatieron en la toma de Mariúpol (mar de Azov).
El coordinador de esta iniciativa sería Yevgueni Prigozhin, conocido como el “chef” de Putin y considerado el fundador de la compañía militar privada Wagner, que también combate en el Donbás, donde ya tomó una central hidroeléctrica.
En principio, el principal requisito es no tener antecedentes penales, aunque activistas en el exilio como Vladímir Osechkin informaron de que se buscan voluntarios en centros penitenciarios.
Al parecer, Prigozhin incluso visitó personalmente una prisión en la región de Riazán. También han recibido llamadas desempleados en edad militar.
Se valora la experiencia militar, pero no es imprescindible. En cuanto a la educación, es suficiente con los nueve primeros cursos de la educación obligatoria.
Pueden enrolarse varones de 18 años a 50 años en la mayoría de los casos, pero también hay regiones donde se aceptan hasta 60 años.
EL DINERO, EL PRINCIPAL RECLAMO
Aparte de las arengas patrióticas, el gancho es claramente económico. Los voluntarios tienen garantizado un pago inicial de 200.000-300.000 rublos (entre 3.300 y 5.000 dólares). Además, reciben un sueldo diario de entre 30 y 100 dólares diarios, dependiendo de la región.
En caso de entrar en acción hay un pago adicional. La destrucción de un avión o un tanque también está valorada en 300.000 rublos (4.989,60 dólares), la de un helicóptero en 200.000 (3.326,40 dólares) y la de un dron en 50.000 rublos (más de 800 dólares).
Se firman contratos por 4-6 meses, con la posibilidad de prolongar el servicio hasta un año, aunque lo que sí es indispensable es el mes de instrucción. Uno de esos centros de instrucción se encuentra a las afueras de Nizhni Nóvgorod, otro en Gudermés (Chechenia).
En caso de que el voluntario caiga en combate, su familia recibirá más de 12 millones de rublos (más de 200.000 dólares), si sólo es herido, unos 3 millones de rublos (50.000 dólares).
Otro de los atractivos es que a su vuelta serán considerados veteranos de guerra, lo que les garantiza una pensión de por vida, un seguro e incluso vacaciones pagadas, mientras sus hijos tendrán prioridad a la hora de acceder a la universidad.
NOVATOS AL FRENTE
Los expertos dudan del uso que el Ejército ruso pueda hacer de estos voluntarios, teniendo en cuenta lo que ocurrió con los reclutas que hacían el servicio militar al comienzo de la guerra. Tuvo que intervenir el propio Putin.
Podrían ser enviados al Donbás, donde se están recrudeciendo los combates, o a las regiones sureñas de Jersón y Zaporiyia, donde los ucranianos están ganando terreno.
El retirado oficial ruso que lideró la sublevación armada prorrusa en el Donbás en 2014, Ígor Guirkin, estimó en unos 70 batallones y 40.000 los hombres que se pueden enrolar.
Con todo, los consideró insuficientes para completar las unidades que ya se encuentran desplegadas en el país vecino, además de que pronosticó que la línea del frente se ampliará en las próximas semanas.
”Esos batallones con soldados novatos y poco fogueados sufrirán tres o cuatro veces más bajas que las unidades profesionales. Esos batallones no cambiarán la suerte de la guerra. En el mejor de los casos, mantendrán la estabilidad del frente”, comentó en su canal de Telegram.
Los voluntarios también sustituirían a aquellos soldados que se niegan a combatir. La Inteligencia Militar de Ucrania informó hace unos días de que 200 marines rusos se negaron a regresar al frente.
Según informó la ONG Ágora, un número indeterminado de desertores denunciaron a sus superiores ante el Comité de Instrucción después de que fueran encerrados por negarse a cumplir órdenes.
BAJAS RUSAS, SECRETO DE ESTADO
Según los servicios de Inteligencia occidentales, el motivo es que Rusia, que habría perdido en mayo un tercio de los 150.000 hombres que desplegó en febrero, carece de suficientes soldados para efectuar operaciones de asalto.
”No sabremos las cifras de soldados muertos hasta el fin de la guerra. Lo que sabemos a día de hoy es que hay muchos desaparecidos”, comentó a Efe una veterana activista que vela por los derechos de los militares rusos.
La activista, que habló con Efe en condición de anonimato, se ha dirigido a las autoridades para la creación de una estructura que se encargue de gestionar la búsqueda de desaparecidos, como ocurriera durante la Primera Guerra de Chechenia (1994-96).
”Parece que los rusos están despertando y cada vez recibimos más solicitudes”, explica.
Mientras el Ministerio de Defensa ruso hace meses que no informa de bajas, los ucranianos cifran en 40.000 los soldados rusos muertos desde el inicio de la campaña el pasado 24 de febrero.
A finales de julio, el medio independiente ruso Mediazona informó de que puede confirmar por el momento la muerte de 5.185 rusos en Ucrania.
(con información de EFE)
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