La muerte una mujer que viajó a Suiza para acceder a un procedimiento de suicidio asistido conmocionó a Italia y reabrió el debate sobre la eutanasia en el país.
Elena, también conocida con el nombre ficticio de Adelina, tenía 69 años y padecía un cáncer de pulmón diagnosticado en julio de 2021 y por el que los médicos le daban solo algunos meses de vida. Sin embargo no tenía derecho a acceder al suicidio asistido en Italia ya que no se mantenía con vida mediante tratamientos de soporte vital, requisito considerado necesario por el Tribunal Constitucional para acceder a la práctica.
Elena -cuyo apellido no fue revelado- había dicho a su esposo y familia que estaba “en una encrucijada” a causa de su enfermedad, y que por eso había elegido “el camino un poco más corto” en lugar de ese “un poco más largo”, que la hubiera hecho pasar por “un infierno”.
En su último mensaje de vídeo, citado por la asociación pro-eutanasia Luca Coscioni, explicó que “siempre ha estado convencida de que cada persona debe decidir sobre su propia vida y también debe decidir sobre su propio fin, sin restricciones, sin imposiciones, libremente”, como había decidido hacer por sí misma, “después de pensarlo mucho”.
El nombre ficticio que Elena usó se inspiró en la canción que eligió para sus últimos momentos, Ballade pour Adeline, de Richard Clayderman.
La mujer fue acompañada a Suiza por Marco Cappato, político y activista de la asociación Luca Coscioni.
En una publicación en Twitter, Cappato escribió el lunes que “Elena acaba de confirmar su testamento: murió, de la manera que eligió, en el país que se lo permitió”.
Este martes, Cappato anunció que fue a autodenunciarse por haberla acompañado a Suiza para ayudarla a morir, del mismo modo que hizo en 2017 en otros dos casos, afrontando después un juicio.
“Me acabo de autodenunciar ante los Carabineros por haber ayudado a Elena. La discriminación violenta contra las personas enfermas no se ha superado en el Parlamento, pero espero que se pueda en los tribunales”, reivindicó en Twitter este miembro del Partido Radical.
Para Cappato se trata de una nueva acción de desobediencia civil tras los casos del músico Fabiano Antoniani, Dj Fabo, y Davide Trentini, ambos acompañados a Suiza para acceder al suicidio asistido en 2017.
En ambos casos, Cappato fue investigado, juzgado y finalmente absuelto.
El caso de Antoniani, en particular, había terminado en la Corte Constitucional, que con una importante decisión -conocida precisamente como la “sentencia Cappato”-, concluyó en 2019 que quien ayuda en un suicidio no es siempre punible, tumbando un artículo del Código Penal (el 580) que dictaba lo contrario.
En concreto, la Corte exoneró a quienes “agilizan la ejecución del propósito del suicidio, autónoma y libremente formado, de una persona mantenida en vida con tratamientos vitales y con una patología irreversible, fuente de sufrimientos físicos o psicológicos que considera intolerables, pero que es plenamente capaz de tomar decisiones libres y conscientes”.
En su sentencia, la Corte también pidió al Parlamento que legislara sobre el tema y aprobar una “disciplina apropiada” sobre el suicidio asistido, algo que hasta el momento no ocurrió.
Por eso, Cappato corre nuevamente el riesgo de ser investigado y enfrentar un juicio, ya que el caso de Elena no cumple con uno de los requisitos enumerados como necesarios por la Corte Constitucional para acceder a la práctica.
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