Rusia sabe que en la guerra hay límites. Sobre todo por parte de aquellas conducciones que respetan ciertas reglas de la contienda. Conoce profundamente que Ucrania no pondría en riesgo todo Europa y es por ese motivo que se arriesga a utilizar una táctica siniestra que impide al ejército defensor responder a los ataques que el Kremlin ordena contra la población civil.
En cualquier conflicto bélico es conocido que cuando un bando ordena un ataque de artillería, el otro devuelve los disparos localizando el lugar desde donde se dispararon esos cohetes para neutralizarlo.
Sin embargo, eso no sucede en en Nikopol, una ciudad situada en el sur de Ucrania donde las tropas de Volodimir Zelensky deben combatir no sólo contra los invasores rusos sino contra el lugar donde éstos se refugian y desde donde disparan: una central nuclear que Rusia ha convertido en una fortaleza.
Nikopol -aún controlada por las fuerzas defensivas ucranianas- se encuentra en la orilla occidental del río Dnipro. En la orilla opuesta se encuentra una gigantesca central nuclear, la más grande de todo Europa. Allí están los invasores y la utilizan como fortaleza desde donde lanzan cohetes a objetivos militares como civiles. Saben que Ucrania jamás dispararía contra un objetivo tan riesgoso que pondría a cientos de millones de personas en riesgo.
El periodista Andrew E. Kramer, del diario The New York Times, explicó cómo funciona esta táctica rusa. “Ucrania no puede devolver las andanadas de proyectiles con sistemas avanzados de cohetes proporcionados por Estados Unidos, que han silenciado los cañones rusos en otras partes del frente. Si lo hiciera, correría el riesgo de golpear uno de los seis reactores de agua a presión o los residuos altamente radiactivos almacenados. Y Rusia lo sabe”, dice el periodista.
El alcalde de Nikopol, Oleksandr Sayuk advierte: “Se esconden allí para que no los ataquen. ¿Por qué otro motivo estarían en la estación eléctrica? Utilizar un objeto así como escudo es muy peligroso”.
Los primeros que conocieron la peligrosidad de permanecer allí fueron los propios residentes de Nikopol que han decidido evacuarse ante la temeridad impuesta por los invasores rusos. Temen una posible fuga de radiación. Los que no tuvieron más opción que quedarse en la ciudad se sienten indefensos, “blancos en una galería de tiro”, dice Kramer.
“Los ataques desde la central nuclear están complicando los planes de Ucrania en el sur, que se ha convertido en el punto central de la guerra, ya que los avances rusos en el este se han ralentizado. El ejército ucraniano lleva más de dos meses telegrafiando su intención de contraatacar en la orilla occidental del río Dnipro, con el objetivo de liberar la ciudad de Kherson. Utilizando un sistema estadounidense de lanzamiento de cohetes de largo alcance conocido como HIMARS, Ucrania ha estado ablandando las posiciones rusas y cortando las líneas de suministro. Este mes, los ataques con cohetes destruyeron una carretera y puentes ferroviarios fundamentales para el reabastecimiento de las fuerzas rusas en la orilla occidental, al sur de Nikopol, más cerca de Kherson”, señala el periodista norteamericano.
Kramer continúa su explicación: “Las opciones de represalia del ejército ucraniano en Nikopol son limitadas”. Sin embargo, los riesgos se asumen con precisión quirúrgica: el 22 de julio la agencia de inteligencia militar ucraniana informó de un ataque con un dron kamikaze que hizo volar una instalación antiaérea y un lanzador de cohetes Grad y que mató a soldados en un campamento de tiendas a unos 150 metros de un reactor, contó The New York Times.
El principal peligro es que un proyectil impacte en el combustible -altamente radiactivo- almacenado en bidones de hormigón. Eso podría provocar la propagación de radiación al aire libre. Sería lo más parecido a una “bomba sucia”.
“En las últimas tres semanas, los militares rusos han estacionado lanzacohetes múltiples Grad entre los edificios del reactor, para protegerlos de ataques de represalia”, contó Kramer y prosiguió: Los rusos también han estacionado un vehículo blindado de transporte de personal y camiones militares Ural en la sala de turbinas del reactor nº 1. Los vehículos bloquean una ruta de acceso al fuego lo que supone un peligro para toda la planta”.
Zelensky y la respuesta a los ataques rusos
Por su parte, el presidente Zelensky ha advertido este domingo a Rusia de que ninguno de sus ataques a Ucrania se quedarán sin respuesta, y ha sostenido que las Fuerzas Armadas del país “están preparadas” para responder cualquier “nueva actividad” de las tropas rusas.
“Ninguno de los ataques rusos se quedará sin respuesta por parte de nuestros militares y oficiales de inteligencia. Las Fuerzas Armadas de Ucrania están listas para responder a cualquier nueva actividad de los ocupantes”, ha expresado el mandatario de Ucrania en su mensaje diario a la población ucraniana.
Estas palabras han tenido lugar en el día en el que las autoridades del país han certificado la muerte del principal empresario de cereales del país, Oleksiy Vadaturskyi, que ha muerto junto con su esposa en un bombardeo ruso sobre la localidad de Mikolaiv, en el sur del país, según ha informado jefe de la administración de la ciudad, Vitali Kim.
“Este domingo ha ocurrido uno de los bombardeos más brutales de Mikolaiv y la región desde el inicio de la guerra. Docenas de misiles y cohetes. Los ocupantes han alzando edificios residenciales, escuelas, otras infraestructuras sociales e instalaciones industriales”, ha detallado Zelensky sobre el ataque a la localidad del sur del país.
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