“Imposible comparar con otras esta crisis de violaciones sistemáticas de derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad que comete el régimen (venezolano) y que ha llevado a que por primera vez se abriera una investigación por parte de la Corte Penal internacional para un país latinoamericano”, sostiene el uruguayo Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Latinoamericanos (OEA), en una columna publicada en un medio de su país.
El funcionario, ex ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay (gestión Mujica), recuerda que hace más de 6 años que la OEA denuncia que Venezuela padece “una crisis humanitaria”, “violaciones sistemáticas de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad”; que estaba en “el comienzo de una crisis migratoria incipiente” y que había “ejecuciones extrajudiciales, tortura, presos políticos, inhabilitación arbitraria de candidatos”.
Por esas denuncias, “fuimos acusados de mentirosos, de radicales, de servir a espurios intereses, de actuar en contra de la unión de los pueblos latinoamericanos y un largo etcétera”, recuerda también Almagro. Sin embargo, señala, “todas las denuncias fueron refrendadas por informes posteriores de otros organismos especializados (y por la masividad del exilio)”.
Por lo tanto, “negar el sufrimiento de millones de personas” es en su opinión fruto de la “absurda ignorancia o de una profunda hipocresía”.
Para Luis Almagro, la de Venezuela es “la mayor crisis migratoria de la historia hemisférica, de dimensión global, con números semejantes a las crisis migratorias de Siria luego de años de conflicto o comparable con Ucrania, víctima de una guerra de agresión”.
Señala que la crisis migratoria venezolana es “prácticamente incomprensible para un país de los más ricos en recursos en este hemisferio y cuyo pueblo sufre desnutrición y mortalidad infantil en números exponenciales, imposibilidad de acceder a medicamentos, a alimentación”, con el resultado de “9 millones de personas con hambre o riesgo de hambre”.
Venezuela, escribió el secretario general de la OEA en cronicas.com, está “en una crisis tan profunda, de desinstitucionalización, de falta de garantías y de libertades individuales, de ineficiencia administrativa y de capacidades productivas” que es resultado a su vez de “la superlativa crisis política en la que se impuso un régimen dictatorial” en ese país.
Almagro también apunta contra los que “cobijaron ese régimen en esas diversas fases de deterioro o de crisis o de colapso o de quebrantamiento del orden constitucional”.
“Venezuela continúa por el sendero de destrucción, de falta garantías, de falta de opciones de vida para la gente. Todavía contamos presos políticos, torturados, ejecuciones extrajudiciales, actividades criminales como narcotráfico, minería ilegal, contrabando, corrupción”, escribió en esta columna titulada “El infierno del sendero que jamás se bifurca” (paráfrasis negativa del cuento de Borges “El Jardín de los senderos que se bifurcan”).
“La desinstitucionalización ha llegado a extremos completamente absurdos”, sigue diciendo Almagro, al punto que las instituciones venezolanas son incapaces de resolver las necesidades básicas que surgen del derecho a la salud, la alimentación, la seguridad. Tampoco son capaces de garantizar el “control territorial y la defensa de de la integridad territorial, tanto que cuando se enfrenta a disidentes FARC en Apure, el Ejército bolivariano se come una paliza”, sostiene.
En cambio, “es claro que algo sí funciona, y eso es el aparato represivo que funciona terroríficamente bien”, contrasta Almagro.
La destrucción “absoluta” del aparato productivo, lleva a “una exacerbación de las desigualdades entre el que no tiene qué comer”, el que “no tiene medicinas”, “el que sufre la violación de sus derechos humanos por parte de aquellos que en el marco de la minería ilegal explotan los recursos de su país y los clientes de los restaurantes de lujo”.
“Es un pueblo que vive en un infierno con un sendero que no se bifurca nunca”, concluye Almagro, que sin embargo insiste en que “el diálogo sigue siendo la única esperanza”.
“El oficialismo debe asumir que sin la oposición la sociedad venezolana seguirá resquebrajada, dividida, desintegrada social y geográficamente, y la oposición debe asumir que sin el chavismo y el madurismo sucedería lo mismo”, argumenta el diplomático.
Un acuerdo de cohabitación haría que de “la legitimidad inexistente o dudosa” se pueda pasar “a una legitimidad posible”. “Eso abriría un nuevo sendero, abriría la esperanza para que el sendero se bifurque -finaliza-. En caso contrario, se continuará haciendo marchar a todo un pueblo por un sendero que no se bifurca nunca en el infierno de un país empobrecido, ineficiente, con violaciones de derechos humanos, con crisis migratoria, con crisis humanitaria, con crímenes de lesa humanidad, con crimen organizado.”
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