El director del Consejo Estratégico de Irán sobre Relaciones Estratégicas, Kamal Jarazi, considerado uno de los elementos más cercanos al líder iraní, ayatolá Alí Jamenei, ha declarado que su país tiene la tecnología necesaria para fabricar una bomba nuclear, pero en su lugar ha decidido apostar por un programa pacífico a pesar de las sospechas de Estados Unidos y la comunidad occidental.
Jarazi ha realizado estos comentarios a la cadena Al Yazira en un momento en que el acuerdo nuclear de 2015 entre Teherán y la comunidad internacional está prácticamente suspendido.
Estados Unidos se retiró tres años después bajo la administración Trump y reimpuso las sanciones norteamericanas que pesaban sobre la república islámica hasta la firma del acuerdo. Desde entonces, Teherán ha reanudado sus operaciones de enriquecimiento de uranio.
“No es ningún secreto”, dijo Jarazi y continuo: “Irán tiene las capacidades técnicas para fabricar una bomba atómica, pero se ha decidido no hacerlo”.
Para él, Estados Unidos es el principal responsable del bloqueo de las conversaciones en Viena para reactivar el acuerdo. “No hay garantías de EEUU en cuanto a la preservación del acuerdo nuclear, y eso elimina la posibilidad de cualquier pacto”, ha explicado el alto responsable iraní, quien también ha acusado a la agencia nuclear de Naciones Unidas de falta de imparcialidad. “Si fuera justa e independiente, habría sido fácil resolver diferencias”, ha comentado.
El argumento de Jarazi es una narrativa que repite cada vez que puede Teherán en las tribunas internacional para justificar por qué viola sistemáticamente el pacto.
De hecho, Irán desmanteló en las últimas horas 27 cámaras de vigilancia del OIEA en diferentes instalaciones nucleares y lleva enriquecido uranio hasta el 20% con centrifugadoras sofisticadas en su planta nuclear subterránea de Fordo, lo que la ubica a un paso técnico del nivel armamentístico del 90%.
Las provocativas declaraciones del funcionario cercano al ayatolá ocurren horas después de que el presidente norteamericano Joe Biden finalizara la gira de cuatro días por Oriente Medio. Su primer destino fue Jerusalén, donde llegó el miércoles y ayer acabó su visita en Arabia Saudí, donde además del príncipe de ese país se reunió con otras autoridades de la región.
Estados Unidos e Israel afirmaron durante la visita de Biden “su compromiso de no permitir nunca” que Teherán adquiera armamento nuclear. El mandatario estadounidense y las autoridades saudíes durante su reunión en Yeda, acordaron trabajar juntos para disuadir la interferencia de Irán en los asuntos internos de sus vecinos, frenar su apoyo al “terrorismo” e impedir que adquiera un arma nuclear.
Y con Arabia Saudita, Biden destacó la importancia de “proteger la libre navegación y el comercio en las vías marítimas internacionales estratégicas, particularmente (los estrechos) de Bab al Mandab y Ormuz”, en el mar Rojo y el golfo Pérsico, respectivamente.
Arabia Saudita e Irán, países que lideran distintas ramas del islam y que no tienen relaciones diplomáticas desde 2016, están enemistados en el Yemen por el respaldo de Teherán a los insurgentes hutíes que controlan Saná y otras provincias del norte y noroeste yemení.
Arabia Saudita lidera, por su parte, una coalición militar que interviene en el Yemen desde 2015 en apoyo al Gobierno yemení internacionalmente reconocido, y acusa a Irán de suministrar drones y misiles a los rebeldes hutíes, y a éstos de utilizar esas armas para atacar instalaciones civiles saudíes y amenazar la navegación en el mar Rojo.
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