Cuando la guerra en Ucrania atraviesa su quinto mes, la situación en Rusia está lejos de normalizarse para sus ciudadanos, especialmente aquellos con mayor formación profesional, que protagonizan durante el verano una “segunda ola migratoria” para salir del país y buscar mejores condiciones fuera del régimen de Vladimir Putin.
La primera oleada ocurrió en las primeras semanas de la invasión. Ahora, aquellos que realizaban trámites migratorios (y/o guardaban esperanzas de que el conflicto acabe pronto), están saliendo del país en una situación que alerta a las autoridades por la fuga de cerebros, talentos necesarios para una economía cambiante por las sanciones internacionales.
A falta de cifras oficiales, analistas indicaban que para las primeras semanas de marzo habían salido del país más de 100 mil profesionales, muchos de ellos del sector tecnológico, que se veía afectado por las represalias económicas. Personas de la elite rusa con visas de la Unión Europea se radicaron en Polonia o en naciones del Báltico como Letonia y Lituania.
Muchos decidieron ir a países donde los rusos no necesitan visas: Armenia, Georgia y las antiguas repúblicas soviéticas del centro de Asia. Se revertía el rumbo, ya que en épocas previas millones de trabajadores menos calificados de países con economías inestables emigraban a una Rusia comparativamente más próspera.
“La forma en que funciona la migración es que, una vez que comienza el flujo y la gente empieza a descubrir cómo hacer las cosas -conseguir un piso, solicitar asilo, encontrar un trabajo o iniciar un negocio-, eso hace que más gente se vaya. Se convierte en un ciclo que se autocumple”, explicó Jeanne Batalova, analista política principal del Instituto de Política Migratoria, en un extenso reporte de la cadena CNBC.
No todos los trabajadores rusos tenían la flexibilidad para partir inmediatamente. Algunos interesados en salir del país necesitaban completar visados. Otros también preferían esperar a que sus hijos terminen el año escolar, que finalizó para gran parte a fines de mayo o inicios de junio.
Un hombre llamado Vladimir, que no reveló su apellido, contó a CNBC su caso. “Por un lado, es cómodo vivir en el país donde has nacido. Pero por otro, se trata de la seguridad de tu familia. Creo que, en uno o dos años, todo estará muy mal”, explicó el trabajador de 37 años, que realizó el trámite para trasladarse a Francia y planea trasladar un empresa de software.
Pese a algún recelo, el talento ruso es muy apetecido. Un informe del Índice de Talento Global del 2020 publicado por Coursera, uno de los principales proveedores de cursos por la internet, indicó que los rusos sacaron el mejor puntaje en pruebas de aptitud en el campo de la tecnología y el manejo de datos.
Los trabajadores del sector tecnológico tienen abundantes opciones por delante. Algunos países, como Uzbekistán, son vistos como escalas porque los rusos no necesitan visas para estadías cortas. Pero profesionales jóvenes no planean quedarse necesariamente en el primer lugar donde aterrizan.
No obstante, cuestiones de seguridad y la sospecha de que los rusos pueden ser espías o realizar actividades ilegales hacen que varias naciones no deseen recibir a los refugiados económicos rusos. “El sector de la informática ruso está muy conectado con los servicios de seguridad”, manifestó el analista político lituano Marius Laurinavicius en declaraciones a la AP.
Además de cuestiones personales, también subyacen los motivos económicos. Varias empresas han perdido negocios y se ven obligados a reubicarse en otros países por las presiones de sus clientes que no quieren contratar a firmas basadas en Rusia.
Mikhail Mizhinsky, fundador de Relocode, una empresa que ayuda a las empresas tecnológicas a reubicarse, dijo que estas personas se enfrentan a una situación especialmente difícil. “La mayoría de ellos no quiere necesariamente abandonar Rusia, donde está su hogar”, apuntó a CNBC. “Pero, por otro lado, tienen a sus clientes que compran sus productos y servicios subcontratados de TI que les exigen que se vayan. Muchos recibieron cartas de clientes que decían que rescindirían sus contratos si no se iban de Rusia”.
Para estos casos, muchos eligen destinos de bajos costos y beneficios fiscales como Bulgaria, Serbia o Armenia.
También avanzan las salidas de trabajadores fuera del sector tecnológico. “Se está produciendo una fuga masiva de cerebros”, aseguró a CNBC Scott Antel, un abogado especializado en franquicias y que ha ayudado a varios amigos y colegas a trasladarse a Dubái. “El trastorno para la gente con talento es enorme y lo va a ser aún más. Muchos de ellos sienten que han perdido su país. Siendo realistas, ¿va a cambiar esto en un par de años? No”, comentó.
Según la consultora londinense Henley & Partners, se espera que para fin de año unos 15.000 millonarios hayan abandonado Rusia.
Si bien hay informes que apuntan que algunos rusos pertenecientes a la primera ola migratoria volvieron a su país, Batalova consideró que muchos de ellos serán retornos temporales. “Mi apuesta sería que la emigración desde Rusia continuará, y cuando la gente regrese será para vender sus posesiones, sus casas, y luego se irá de nuevo”, dijo.
(Con información de AP)
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