Por qué la guerra rusa contra Ucrania se convirtió en terrorismo

La reconocida investigadora Anne Applebaum postula que el término “crimen de guerra” ya dejó de ser suficiente para calificar los ataques de las fuerzas de Vladimir Putin sobre poblaciones civiles

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Una madre de una víctima de un ataque ruso habla con fiscales que investigan crímenes de guerra en Kharkiv (Reuters)
Una madre de una víctima de un ataque ruso habla con fiscales que investigan crímenes de guerra en Kharkiv (Reuters)

El constante bombardeo ruso sobre poblaciones civiles, muchas veces alejadas de cualquier objetivo militar, está alterando toda configuración previa para este tipo de ofensivas, por lo que cabe comenzar a denominar a Rusia por el tenor de sus actos: terrorismo.

En un recorrido por Serhiivka, una pequeña ciudad bombardeada por Rusia pese a no tener ninguna base castrense cerca, la prestigiosa investigadora Anne Applebaum se pregunta si es que este tipo de constantes ataques a civiles constituyen un crimen de guerra o si pasaron a una nueva categoría.

La autora del libro El ocaso de la democracia: La seducción del autoritarismo (2020) y experta en temas de Europa del Este repasó también otros ataques que ahora pasan casi desapercibidos en el radar internacional, como los misiles que impactaron en los últimos días en Kremenchuk, en zonas residenciales de Kharkiv o en edificios de Chasiv Yar. “Los ataques aleatorios en lugares al azar, lejos de las líneas del frente y sin ninguna importancia militar, son ahora algo cotidiano en Ucrania”, señaló.

Así, el conjunto de ataques fuera del frente de batalla “se parece menos a una guerra y más a múltiples actos de terrorismo”, dijo en un artículo en The Atlantic.

El ataque sobre un edificio residencial en Serhiivka, descrito por Applebaum (Reuters)
El ataque sobre un edificio residencial en Serhiivka, descrito por Applebaum (Reuters)

Para llegar a esa contundente definición, Applebaum señaló que el término “crimen de guerra” ya ni siquiera es aplicable para las recientes masacres. “En realidad, la guerra en Ucrania tiene ahora una naturaleza diferente a la de la mayoría de las guerras que hemos visto este siglo”, apuntó.

“Si el terrorismo se define como una campaña de intimidación que utiliza la violencia”, argumentó, entonces estos ataques también “son terrorismo”.

Y esto tiene un marco, por más que no haya objetivos bélicos tradicionales. “El propósito de atacar estos lugares es crear miedo e ira en esas ciudades y en todo el país. Tal vez el objetivo final sea persuadir a Ucrania para que deje de luchar, aunque -como ocurrió en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial- el bombardeo de civiles parece haber tenido el efecto contrario”, explicó.

También, con estas ofensivas Rusia pretende convencer a la población que continúe el éxodo y se convierta en refugiados, para ser una carga para Europa (en especial los países vecinos) y un problema político. Además, continuar el empobrecimiento de los ucranianos, el debilitamiento del Estado, impedir la reconstrucción y convencer a los que huyeron que no es momento de volver.

“Rusia está dirigiendo una violencia terrorista constante, repetitiva y visible contra civiles (...). Los ataques no son errores o accidentes”, resaltó, recordando que Moscú se apresura en desmentir todas las acusaciones, sin ningún asomo de disculpa, y por el contrario, Vladimir Putin ha condecorado a miembros de las brigadas que cometieron atrocidades en los alrededores de Kiev.

Vladimir Putin (Reuters)
Vladimir Putin (Reuters)

La autora recordó que en Occidente se suele asociar el terrorismo como ataques extremistas marginales, o terrorismo patrocinado para los casos como el de Irán y su apoyo a Hezbollah. “Pero la guerra de Rusia en Ucrania desdibuja la distinción entre todas estas cosas, ya que nada en el bombardeo de Serhiivka, o Kremenchuk, o Kharkiv, es subrepticio, conspirativo o marginal”, agregó.

Por ello, hizo eco del pedido de Volodimir Zelensky para calificar a Rusia como “estado terrorista”. Si bien reconoció que Rusia es demasiado grande como para las medidas que eso acarrearía (excluirla de la economía mundial y las instancias multilaterales), también dijo que es importante llamar a las cosas por su nombre, aunque hay que acostumbrarse a escenarios difíciles.

“Con cada bomba que las fuerzas rusas lanzan a sabiendas sobre un edificio de apartamentos, y con cada misil que dirigen contra una escuela o un hospital, están demostrando su desprecio por las instituciones mundiales a las que Rusia estaba tan desesperada por unirse”, subrayó. Y aseguró que la recopilación de pruebas que están realizando los fiscales locales e internacionales no serán utilizadas para una o dos denuncias de crímenes de guerra, sino miles. “La guerra de Rusia no tiene precedentes, y la demanda de justicia tras ella tampoco los tendrá”, vaticinó.

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