Un aeropuerto internacional sin tráfico, un centro de conferencias inactivo o un puerto cedido a una empresa china son algunas de las colosales inversiones que agravaron la deuda exterior de Sri Lanka, un 10% de la cual fue contraída con China.
Sri Lanka es un ejemplo de la trampa de deuda a la que China está sometiendo a varios países del mundo, obligados a efectuar exageradas concesiones comerciales o diplomáticas para retrasar las devoluciones.
La isla, de 22 millones de habitantes, se endeudó de forma masiva para superar años de déficits presupuestarios y comerciales. Desde hace meses, la población padece una grave escasez de alimentos, combustible y medicamentos y culpa al presidente Gotabaya Rajapaksa de esta histórica crisis. Hoy, miles de manifestantes asaltaron la residencia presidencial y lo echaron del poder.
Para la construcción del aeropuerto internacional Mattala Rajapaksa, China le prestó al país 200 millones de dólares pero la terminal se utiliza tan poco que sus ingresos no bastan ni para cubrir las facturas de electricidad.
Pero en 2017, Colombo fue incapaz de pagar su deuda de 1.400 millones de dólares contraída con Pekín para la construcción del puerto en aguas profundas de Hambantota. “Teníamos mucha esperanza cuando se anunciaron los proyectos. Y en esta región las cosas iban mejor”, recuerda Dinuka, un lugareño. “Pero ahora eso no significa nada. Nuestros hijos también continuarán pagando esta deuda”.
El puerto, situado en la vía marítima Este-Oeste más utilizada del mundo, debía impulsar la actividad industrial pero registró pérdidas de 300 millones de dólares en seis años. Al final, el país se vio obligado a cederlo a una empresa china por 99 años.
El endeudamiento de Sri Lanka con China a raíz de estos proyectos suscitó preocupación entre los países occidentales e India.
“La generosidad fiscal durante varias décadas y la débil gobernanza [...] nos metió en este atolladero”, declaró a la AFP Murtaza Jafferjee, presidente del grupo de reflexión Advocata Institute de Sri Lanka.
Otro ejemplo: un centro de conferencias cercano al puerto que costó 15,5 millones de dólares y que, desde su inauguración, no ha hecho más que acumular polvo.
“Estamos endeudados hasta el cuello”, se lamentó Krishantha Kulatunga, propietario de una pequeña papelería de Colombo.
Su tienda está cerca de un rascacielos en forma de flor de loto, la “Lotus Tower”, financiado con fondos chinos pero que no ha sido abierto al público. “¿Cómo estar orgulloso por esta torre cuando nos dejan mendigando para comer?”, se pregunta, indignado, el comerciante.
China, principal prestamista bilateral del gobierno, posee al menos el 10% de su deuda exterior, evaluada en 51 millones de dólares, aunque los analistas consideran que en realidad es mucho mayor.
El gobierno intentó negociar el calendario de pagos con China, pero Pekín prefirió ofrecer más créditos bilaterales para rembolsar los préstamos existentes.
Al final, Sri Lanka recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI) el mes pasado, para disgusto de Pekín, que probablemente se verá afectado por un descuento en sus préstamos, como el resto de acreedores.
El FMI exige que Sri Lanka reestructure su deuda antes de cualquier rescate, y esto “seguramente [tendrá] un impacto en los futuros préstamos bilaterales” de Pekín a Colombo, advirtió el embajador.
Cuando los funcionarios estadounidenses e indios acusan a China de intimidar a los países pobres con préstamos onerosos, Sri Lanka es su ejemplo más citado.
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