Yair Lapid, que a partir de mañana será el nuevo primer ministro israelí en funciones, saltó hace una década del periodismo a la política, donde se posicionó como un líder moderado, carismático y conciliador que, aunque secular e ideológicamente de centro, ha sabido adaptarse a los vaivenes políticos del polarizado Estado judío.
Con su aval como arquitecto del “Gobierno del cambio” que destronó a Benjamín Netanyahu en junio de 2021, y sin abandonar la cartera de Exteriores que ocupa desde entonces, Lapid tomará las riendas de Israel hasta la formación del nuevo Ejecutivo que salga de las próximas elecciones, convocadas hoy para noviembre tras la disolución del Parlamento.
Nacido en la liberal Tel Aviv e hijo de una madre escritora y un padre también periodista devenido político, varios años en los principales medios de comunicación de Israel con un discurso crítico y sin pelos en la lengua convirtieron a Lapid en una cara conocida por la mayoría de los hogares israelíes.
Si bien no habrá sido como imaginaba, con un Parlamento disuelto y en la antesala de unas elecciones impredecibles, la llegada de Lapid a la oficina del primer ministro representa el punto más alto de una meteórica y exitosa carrera política que comenzó en 2012.
Al frente del entonces recién creado partido Yesh Atid (Hay Futuro), con el apoyo de una clase media debilitada y sin un posicionamiento ideológico muy marcado, Lapid sorprendió a todos en los comicios de 2013 al obtener 19 escaños -de 120- y convertir a su formación en la segunda más votada tras el todopoderoso Likud de Netanyahu.
Su discurso se centraba sobre todo en cuestiones económicas e incluía algunas de las consigas seculares que caracterizaron la carrera política de su padre, exministro de Justicia fallecido en 2008.
Aquel éxito en 2013 le permitió acceder al puesto de ministro de Finanzas bajo el Gobierno de Netanyahu, hoy convertido en su enemigo acérrimo y con el que se medirá en las próximas elecciones. En los comicios de 2015, no pudo repetir el éxito de 2013 y obtuvo tan solo 11 escaños.
Tras cuatro años en la oposición, en 2019 unió fuerzas con el ex jefe del Estado mayor del Ejército Beny Gantz, formando el partido Azul y Blanco con el fin de destronar a un Netanyahu acusado de corrupción y que ya había empezado su ofensiva contra la Justicia y las instituciones.
Su formación superó la treintena de diputados en las tres elecciones que tuvieron lugar entre 2019 y 2020, incluso por delante del Likud en una de ellas. Estas cifras, sin embargo, no alcanzaron para formar una coalición gubernamental con otros partidos.
En 2021, con la alianza con Gantz desintegrada tras un fallido experimento del exmilitar por compartir el poder con Netanyahu, Yesh Atid volvió a posicionarse como segunda fuerza política de Israel al obtener 17 escaños.
Fueron meses de arduas negociaciones, con islamistas, ultranacionalistas, izquierdistas y derechistas, hasta que finalmente tomó forma un puzle de ocho partidos de todo el arco ideológico que le permitió conformar el llamado “Gobierno del cambio” el 13 de junio de 2021.
El pacto con su nuevo socio, el ultraderechista Naftali Benet, fue que éste comenzaría siendo el primer ministro en la primera mitad de la legislatura y sería relevado por Lapid en agosto de 2023.
Al disolverse hoy este inestable Ejecutivo, que posicionó a Lapid, de 58 años, como un político versátil, capaz de dialogar y negociar con cualquiera, el líder de Yesh Atid no llegará a alternar formalmente en el cargo pero sí lo ocupara de forma temporal hasta la formación de un nuevo Gobierno.
En su rol de ministro de Exteriores, Lapid puso orden a la convulsa política exterior de Netanyahu; gestionó la crisis provocada por la guerra en Ucrania; mejoró las relaciones de Israel con la administración estadounidense de Joe Biden y con la Unión Europea; y recibió en la histórica Cumbre del Néguev a los jefes de la diplomacia de Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Marruecos, Baréin y EEUU.
Su mensaje de reconciliación a los distintos sectores de una fragmentada sociedad israelí se extendió por momentos al conflicto con los palestinos, con cuyas autoridades mantuvo varias reuniones de alto nivel.
Histórico defensor de la solución de dos Estados, Lapid declaró recientemente que un proceso de paz es inviable en estos momentos, no solo debido a la inestabilidad política en Israel sino también por el escaso apoyo con el que cuenta el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás.
En los próximos meses, Lapid intentará aprovechar su tiempo en el cargo para fortalecer su imagen de líder de cara a los próximos comicios, en los que se perfila como la opción moderada de centro frente al impredecible y calculador Netanyahu.
La primera gran ocasión para hacerlo será la visita en julio del presidente estadounidense, Joe Biden, seguida en septiembre por la oportunidad de hablar ante la Asamblea General de la ONU.
(con información de EFE)
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