Rusia reedita la pesadilla de Mariupol en Severodonetsk: asedia una planta industrial donde resisten soldados y civiles ucranianos

Están bajo fuego constante de la artillería del Kremlin en un petroquímica, como lo hicieron hasta hace unas semanas otros refugiados y militares en la acería de Azovstal

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Un soldado ucraniano apunta su rifle de asalto AK-74 en la zona industrial de Sieveriodonestk, cerca de la planta petroquímica de Azov, donde se encuentra el último foco de resistencia al avance ruso. REUTERS/Oleksandr Ratushniak
Un soldado ucraniano apunta su rifle de asalto AK-74 en la zona industrial de Sieveriodonestk, cerca de la planta petroquímica de Azov, donde se encuentra el último foco de resistencia al avance ruso. REUTERS/Oleksandr Ratushniak

“Los rusos controlan toda la ciudad de Severodonetsk excepto la zona industrial. Los nuestros están resistiendo en la planta de Azov”, informaba anoche el gobernador de la provincia ucraniana de Luhansk, Serhiy Haidai, en uno de sus videos diarios que envía a través de la plataforma Telegram. Como en Mariupol, hasta hace unas semanas, unos 200 soldados ucranianos se acantonaron en lo que es una de las petroquímicas más importantes de Europa del Este, donde también se encuentran refugiados unos 300 civiles. El predio es enorme, la fábrica llegó a tener 7.000 empleados, pero no cuenta con los túneles que tenía la acería de Azovstal. Hay unos pocos refugios subterráneos repletos de familias. Desde hace dos meses les llueven bombas día y noche.

El viceministro de Defensa ucraniano, Hanna Malyar, informó de que los generales rusos se fijaron el próximo domingo, 26 de junio, como fecha límite para que sus fuerzas conquisten Severodonetsk y el resto de la región de Luhansk, para poder seguir avanzando hacia el oeste y lograr el objetivo tan esperado por Vladimir Putin: quedarse con esa provincia y la vecina Donetsk, para completar su “sueño” de conquistar el Donbás, el rico e industrializado este de Ucrania.

Severodonetsk tiene una ciudad gemela cruzando el río Siversky Donets. Se llama Lysychansk. También está bajo fuego permanente, pero las tropas rusas no pudieron avanzar hacia ella porque fueron destruidos los tres puentes que las unen. Allí se concentra la defensa ucraniana. Incluso el presidente Volodymyr Zelelensky estuvo allí de incógnito el fin de semana. Ayer apareció una foto suya recibiendo informes de los comandantes de la región. Su preocupación era cómo evacuar a los civiles que están atrapados en la planta de Azov. “Es casi imposible”, le dijeron. Como en Mariupol, la ciudad portuaria que los rusos conquistaron hace dos semanas, los rusos exigen la rendición antes de crear cualquier corredor humanitario.

La planta química Azot de Severodonetsk, donde se encuentran refugiados unos 300 civiles y combaten unos 200 soldados rusos. REUTERS/Oleksandr Ratushniak
La planta química Azot de Severodonetsk, donde se encuentran refugiados unos 300 civiles y combaten unos 200 soldados rusos. REUTERS/Oleksandr Ratushniak

Algunos informes hablan de que había hasta mediados de mes unas 800 personas, entre civiles y combatientes, acantonados en la petroquímica. Aquí se fabricaba amonio para utilizarlo en fertilizantes. Las reservas de nitrógeno, que se usa en la elaboración, ya fueron desactivadas hace tiempo. Pero todavía hay allí otros químicos peligrosos. La semana pasada, uno de los misiles alcanzó unos tanques de aceite y provocó un incendio. La nube negrísima que se elevó cubrió toda la ciudad. De alguna manera, el fuego fue apagado. Pero el peligro de una explosión química sigue siendo es muy grande.

En una campaña carente de agilidad e imaginación, los rusos recurren a su táctica principal: el fuego indirecto abrumador contra todas y cada una de las posiciones ucranianas, sin importar la destrucción colateral. El objetivo es no dejar nada en pie que pueda ser defendido. El uso de tropas sobre el terreno para tomar y mantener zonas urbanas es mucho más costoso en vidas y armas y el Kremlin no tiene mayores problemas de conciencia cuando se trata de provocar víctimas del otro bando. Al igual que la defensa de Mariupol los obligó a recurrir a una docena de grupos tácticos, superar la resistencia en Severodonetsk les está resultando muy costoso y podrían necesitar un refuerzo de fuerzas especiales para doblegar a los que resisten en Azov.

Refugiadas de la planta química de Azot, donde la gente se esconde de los bombardeos desde el comienzo de la guerra, en Sievierodonetsk. REUTERS/Marko Djurica
Refugiadas de la planta química de Azot, donde la gente se esconde de los bombardeos desde el comienzo de la guerra, en Sievierodonetsk. REUTERS/Marko Djurica

En un vídeo del ministerio de Defensa de Kyiv, que también se puede ver en Telegram, un soldado ucraniano no identificado dice: “Están lanzando todo lo que tienen, toda la munición que tienen. Les da igual que sean nuestras posiciones o zonas civiles, lo borran todo de la faz de la tierra y luego utilizan la artillería y empiezan a avanzar poco a poco”. Aunque, según el Institute for the Study of War (ISW) de Washington, “es probable que las tropas rusas se enfrenten a crecientes pérdidas y a una degradación de recursos humanos y equipos que complicará los intentos de reanudar las operaciones ofensivas en otros lugares críticos mientras continúa la lenta batalla por Severodonetsk”.

Los ucranianos afirman haber infligido grandes pérdidas a las fuerzas rusas en la zona, en parte gracias al nuevo equipamiento de los aliados occidentales, que incluye armas antitanque y obuses de mayor alcance suministrados por Estados Unidos y Francia. El sábado, las fuerzas armadas ucranianas afirmaron que las unidades del 11º Regimiento de Fusiles Motorizados de Rusia habían sufrido pérdidas significativas y fueron “retiradas de la zona de operaciones para restablecer la capacidad de combate”.

Sin embargo, las líneas de suministro ucranianas están siendo atacadas constantemente, y se volvió más difícil transportar abastecimiento desde el oeste de la región de Donetsk a lo largo de la ruta hacia Lisychansk. Es probable que en las próximas horas las fuerzas rusas puedan controlar la carretera T1302 Bakhmut-Lysychansk y terminar con las defensas gruesas de la ciudad gemela.

Soldados ucranianos resisten en la zona industrial de  Sievierodonetsk, mientras las fuerzas rusas ya dominan el centro de la ciudad. REUTERS/Oleksandr Ratushniak
Soldados ucranianos resisten en la zona industrial de Sievierodonetsk, mientras las fuerzas rusas ya dominan el centro de la ciudad. REUTERS/Oleksandr Ratushniak

En tanto, en la línea de más de 1.000 kilómetros que separan a las fuerzas rusas de las ucranianas, se registra un avance muy lento pero estable de los hombres enviados por el Kremlin. Y aparecieron informes muy preocupantes para Kyiv. En su evaluación pública de la situación, el ministerio de Defensa británico dijo que “es probable que las fuerzas ucranianas hayan sufrido deserciones en las últimas semanas”. Aunque describió que los problemas en las filas rusas son aún más sistémicos y graves, incluyendo “casos de unidades enteras rusas que rechazan órdenes y enfrentamientos armados entre oficiales y sus tropas”.

La guerra también volvió a la ciudad nororiental de Kharkiv, la segunda más grande de Ucrania, donde las fuerzas rusas fueron expulsadas hace varias semanas, misiles rusos alcanzaron una planta de reparación de tanques destruyendo importante material bélico y varios edificios a su alrededor. Vadym Denysenko, asesor del ministro del Interior ucraniano, dijo que “Rusia está tratando de volver a convertir a Kharkiv en un objetivo de primera línea”. Como dijo el primer ministro británico, Boris Johnson, tras su segunda visita a Kyiv: “El tiempo es el factor vital. Todo dependerá de que Ucrania pueda reforzar su capacidad de defender su suelo más rápido de lo que Rusia pueda renovar su capacidad de ataque.” Mientras los defensores de la planta de Azov retienen el aliento como lo hicieron sus colegas en Mariupol en lo que fue hasta ahora la defensa más heroica de esta guerra.

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