Los efectos de la guerra en Ucrania los sufren también los jóvenes rusos, que ven cómo las consecuencias acortan sus posibilidades de prosperidad, con menores oportunidades laborales en un país sancionado y aislado de Occidente.
Los centennials en Rusia tamibén son llamados la “generación Putin”: crecieron varios años después de la caída del Muro de Berlín, consumiendo cultura popular internacional y en sus años de formación solo han conocido a un líder político. Pero sus aspiraciones están más limitadas que hace un año, al iniciar su vida adulta con prospectos de fuerte recesión y con numerosas multinacionales que abandonan el país.
Según Chris Weafer, de la asesoría estratégica Macro-Advisory, “en marzo y abril, las sanciones afectaron principalmente el sistema financiero”, pero a partir del verano boreal llegarán a la sociedad en general. “Una disminución de los ingresos, sumada a la inflación, reducirá muy probablemente los niveles de ingresos de la gente”, pronostica este experto.
Los vastos centros comerciales de Moscú se han convertido en inquietantes extensiones de escaparates cerrados que antes ocupaban los minoristas occidentales. Y las oficinas de las multinacionales cerraron sus puertas a los talentos locales.
“Muchas empresas multinacionales habían prometido buenas carreras estables, en las que uno podía avanzar por sus méritos en una especie de modelo capitalista occidental tradicional”, explicó a Business Insider Andrew Lohsen, miembro del Programa de Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Esas oportunidades se están agotando a medida que estas empresas abandonan Rusia, y algunas de las industrias que han prometido salarios elevados están empezando a verse obstaculizadas por las sanciones”.
No solo empresas de alto nivel simbólico como McDonalds o Starbucks concretaron su retiro del país. Grandes compañías del sector tecnológico (como IBM o Microsoft) o energético se están marchando, agrandando la incertidumbre de aquellos que buscaban un futuro en esas industrias.
Sin esas empresas, los jóvenes profesionales tienen menos opciones de formación y ampliación de redes laborales.
También, la guerra hizo que decenas de miles de jóvenes formados y con los recursos necesarios decidieran irse del país, en una potencial fuga de talentos. Asustados incluso por un eventual llamado a enlistamiento para la guerra, también rechazan cómo el país se sumerge en una autocracia.
Ahora hasta viajar es más difícil, con la suspensión de vuelos a países considerados hostiles. Y en las redes, los jóvenes necesitan un VPN para acceder a las plataformas más populares.
Expertos contactados por Insider también apuntan que el sistema educativo está cada vez más politizado y expresaron su preocupación por la posible salida de Rusia del Proceso de Bolonia, en el que los gobiernos europeos alinean los estándares y las calificaciones educativas, lo que haría mucho más difícil buscar una especialización en las instituciones europeas. “Rusia está planeando volver al estándar soviético, lo que hace muy difícil que cualquier tipo de universidad europea pueda verificar sus credenciales académicas”, explcó Lohsen a Insider.
Si bien las encuestas muestran que el apoyo popular a la guerra se mantiene, incluso entre los jóvenes, los efectos ya comienzan a sentirse en el bolsillo y en el día a día.
El valor del rublo y la bolsa rusa se estabilizaron tras el derrumbe inicial, pero fueron anclados bajo el peso de un estricto control de capitales. Las aduanas dejaron de publicar los datos mensuales del comercio internacional, lo que permitió disimular un hundimiento de las importaciones y exportaciones.
“Están surgiendo problemas en numerosos sectores, tanto en las grandes como en las pequeñas empresas”, advertía a finales de abril la presidente del Banco Central ruso, Elvira Nabiulina, que puso como ejemplo la escasez de botones, importados de países europeos.
Después de que en los últimos años el país se esforzara por diversificar su economía, las consecuencias mostraron otro panorama. Según datos del Ministerio de Finanzas, los ingresos procedentes del sector energético pasaron del 28% en 2020 al 63% en abril de 2022.
Si la guerra se prolonga, más empresas podrían abandonar Rusia. Weafer sugirió que las empresas que sólo han suspendido sus operaciones podrían reanudarlas si se alcanza un alto el fuego y un acuerdo de paz para Ucrania, pero dijo que la ventana para ello podría estar cerrándose. “Si uno se pasea por los centros comerciales de Moscú, puede ver que muchas de las tiendas de moda, grupos empresariales occidentales, simplemente han bajado las persianas. Sus estanterías siguen llenas, las luces siguen encendidas. Simplemente no están abiertos. Así que no se han retirado todavía. Están esperando a ver qué pasa ahora”, explicó.
Esas empresas pronto se verán presionadas para resolver el limbo en el que se encuentran sus negocios rusos, dijo Weafer. “Estamos llegando a la fase en la que a las empresas se les empieza a agotar el tiempo, o quizá la paciencia”, dijo.
En tanto, no se ven indicios a corto plazo en que vaya a cambiar el tablero político, con toda disidencia siendo fuertemente reprimida. “Una revolución es más probable en una democracia que en una autocracia, porque en una democracia se pueden celebrar unas elecciones”, dijo Hassan Malik, analista de la consultora de gestión de inversiones Loomis Sayles, con sede en Boston, a Insider. Después de todo, las condiciones económicas en la antigua Unión Soviética eran peores que las actuales en Rusia, pero nada cambió durante décadas, añadió. “Para que el descontento se traduzca en un cambio de política, y no digamos en un cambio de régimen en una autocracia, es una vara muy alta”, dijo.
(Con información de AFP y AP)
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