En la historia de Francia un sólo gobierno se ha visto en la situación de tener que dirigir el país con mayoría relativa en la Asamblea Nacional. En más de 70 años de la Quinta República, apenas en 1988 el entonces presidente reelegido François Mitterrand convivió con una situación política similar.
Para Emmanuel Macron este escenario retorna. El presidente de la Republica ha sido sancionado en las urnas, a partir de una izquierda que ahora es la principal fuerza de oposición y un histórico avance para la Agrupación Nacional, la extrema derecha francesa, que pasa a ser tercera fuerza parlamentaria.
François Mitterrand en 1988 era mucho más poderoso que la nueva mayoría de Emmanuel Macron. Con 275 diputados, el socialista “sólo” necesitaba 14 diputados para lograr un acuerdo parlamentario.
Para la primera ministra impueta por Macron, Elisabeth Borne, la búsqueda será más compleja. Para alcanzar la mayoría absoluta, el ejecutivo deberá convencer a 44 diputados. Esto significa, por ejemplo, convencer a la mitad de los diputados de derecha si es que quiere aprobar una iniciativa legislativa. En tanto, el bloque de la izquierda tendrá 131 votos de su alianza y 22 de otros sectores cercanos ideológicamente.
La Asamblea Nacional está, por lo tanto, más fragmentada. Incluso, el domingo por la noche, varios diputados esgrimieron que Borne ya no podía “seguir siendo primera ministra”. El giro que provoca el resultado hace posible que la oposición planee promover “una moción de censura” contra su gobierno el 5 de julio. El Partido Comunista anunció que apoyaría la iniciativa.
Alexis Corbière, eurodiputado y miembro de La France insoumise, el partido izquierdista de Jean-Luc Mélenchon, consideró que la primera ministra “no ha logrado convencer a la mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional. Por tanto, no tiene legitimidad política para gobernar”. La misma postura manifestó Louis Aliot, el vicepresidente de la ultraconservadora Agrupación Nacional, formación de Marine Le Pen, que juzgó: “Está demasiado debilitada para poder quedarse”.
En medio de esta nueva realidad, Macron se reunió con la primera ministra en el Palacio del Elíseo para el tradicional almuerzo de los lunes, aunque se sumaban al encuentro varios miembros de la mayoría presidencial, incluidos el ex primer ministro, Edouard Philippe, un político que se ha vuelto clave en el esquema de poder francés.
Es tradición que al final de esta elección el primer ministro presente la renuncia de su gobierno, sin que esta tradición sea una obligación legal. Incluso si Borne presenta su dimisión, no es seguro que sea renovada en Matignon, ya que alguien debe asumir la presión por los malos resultados obtenidos.
No obstante, no será facil “cargarse” a la jefa del gobierno de Macron. Olivier Faure, primer secretario del Partido Socialista, dijo que la posible presentación de una moción de censura contra “no es una posición común” de todos los componentes de la “Nueva Unión Popular Ecológica y Social” (NUPES), al menos “en esta etapa”.
De todas maneras, Macron tiene un mecanismo para seguir gobernando, aunuqe es un tanto riesgoso: si el Gobierno no encuentra la mayoría para aprobar una propuesta de ley puede recurrir al artículo 49, inciso 3 de la Constitución, que se refiere a las situaciones en que se compromete la responsabilidad del gobierno ante los diputados.
Básicamente, el Presidente puede avanzar con cualquier norma por decreto. Esta medida se considera aprobada por la Asamblea a menos que, dentro de las 24 horas, una mayoría vote una moción de censura. En ese caso, el gobierno seria derrocado y obligado a dimitir.
Este mecanismo ya se ha utilizado 90 veces bajo la Quinta República, pero sólo se recuerda el triunfo de una moción de censura en 1962, contra el gobierno de Georges Pompidou. En ese moemnto, los diputados se opusieron a la elección del Presidente de la República por sufragio universal directo impuesta por Pompidou, por lo que la Asamblea Nacional fue disuelta por el entonces presidente, el general de Charles de Gaulle.
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