“Necesitamos innovación para resolver mejor los problemas operativos para que las fuerzas tácticas que están en el campo tengan lo que necesitan para enfrentar a los enemigos. No estamos aquí para divertirnos, aunque puede ser divertido hacer innovación, pero también es un trabajo duro. Es un trabajo sucio”.
La Teniente Coronel Michal Frenkel tiene 41 años y vive en Tel Aviv. Hace dos años y medio es la jefa de la rama de Innovación, de la División de Innovación y Métodos de Combate de la dirección de Planificación en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
En Israel, el militarismo es parte de la vida diaria. Como la definen las investigadoras de la Bar Ilan University Orna Sasson-Levy y Gilly Hartal en Las mujeres y la cultura militar israelí, “es una combinación de ideología, prácticas institucionales e interacciones cotidianas que promueven la comprensión de que las armas y el manejo de la violencia son rutinarios, evidentes e integrales en la cultura judía israelí”.
En ese sentido, explican que hace más de un cuarto de siglo, el erudito israelí Baruch Kimmerling argumentó que el “militarismo cultural” caracteriza a Israel, ya que las fuerzas armadas se consideran esenciales para la experiencia social y la identidad colectiva, y las guerras se perciben como inevitables.
Hannah Herzog, profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Tel Aviv, especializada en género, tomó de base esa definición y la extendió al escribir que “la vida a la sombra de un conflicto árabe-israelí prolongado y una amenaza constante se ha convertido en un mecanismo poderoso para reproducir la división del trabajo por género y, en consecuencia, la desigualdad de género”.
Frenkel reconoce en diálogo con Infobae que es una de las pocas mujeres en puestos de liderazgo dentro de la organización: “Te sientas en una sala de conferencias y en la mayoría de los casos sos la única mujer. No diría que hay suficientes mujeres en puestos de alto rango”.
Por eso, cree, es necesario tomar cartas en el asunto. “Yo no creo en hablar, sino en hacer, creo que es la única manera posible”, asegura.
-Las FDI de Israel se encuentran entre los pocos ejércitos que reclutan mujeres bajo una ley militar obligatoria. Usted tiene una formación y una carrera en Sociología y Antropología. ¿Por qué decidió volver?
-Regresé al ejército cuando tenía 29 años, así que soy algo poco frecuente… aunque varios oficiales profesionales regresan al ejército después de su servicio obligatorio. Así que regresé a las FDI después de recibir mi maestría en sociología organizacional. Nunca soñé que podía hacer eso, que siquiera era una opción, porque cuando estaba en el servicio obligatorio, no fui al curso de oficinas y tomé otro carril y trabajé en la industria de alta tecnología en Israel, en Intel. Un día un amigo me dijo “voy a volver al ejército”. Y me pregunté si realmente era posible y lo era. Para mí trabajar o servir en un lugar que tiene un significado era mucho mucho mejor que trabajar para una industria que principalmente se ocupa de ganar más y más dinero. Entonces, hacer algo con significado me trajo de vuelta.
-¿Cómo fue su experiencia como mujer en las FDI?
-Bueno, en mi caso, me volví a enlistar al ejército en un área realmente femenina, como lo es el de las Ciencias del Comportamiento. Así que fue bastante fácil. Todos eran psicólogos o sociólogos. Fue donde conocí a mis compañeros, en su mayoría mujeres. Pero una vez que llegas a un rango más alto, como el de Teniente Coronel, te sientas en una sala de conferencias y en la mayoría de los casos eres la única mujer.
Yo no creo en hablar, sino en hacer, creo que es la única manera posible. Tener logros es el único camino a seguir y creo que las FDI están cambiando en los últimos años; definitivamente cambiaron desde que yo estuve en el servicio obligatorio. Hoy es menos difícil, aunque no es fácil en absoluto. No diría que hay suficientes mujeres en puestos de alto rango y hablo de eso dentro de las FDI.
Es importante tener un modelo a seguir, alguien a quien admirar y aspirar a emular. Si no se ve a mujeres en posiciones jerárquicas uno no puede soñar a estar en ese lugar.
-Y esto ocurre también en otros niveles. La primera unidad de infantería mixta, el Batallón Caracal, se estableció en 2004. Desde entonces, el porcentaje de puestos militares abiertos a mujeres ha aumentado constantemente. Pero las mujeres todavía se están integrando a los roles de combate. ¿Cree que el área de la tecnología y la innovación es más inclusiva?
-Sí, definitivamente, porque cuando se trabaja en los campos de trabajo de tecnología e innovación, no se depende del cuerpo. No eres tú, afuera en la oscuridad, bajo la lluvia, en la nieve, lo que sea. Y esto es algo que definitivamente ayuda o les da a las mujeres… No diría una ventaja, pero sí el mismo nivel que los hombres. Somos tan inteligentes como ellos, y si se elimina la barrera de estar en el campo de batalla, u otras barreras que pueden impedirnos o no ayudarnos a conseguir esos roles entonces trabajar en tecnología e innovaciones es algo que definitivamente se necesita y la organización lo entiende.
Y, por cierto, hay varios artículos académicos que hablan sobre la relación entre la innovación y el género, y dan incluso a las mujeres la ventaja porque, la innovación tiene que ver mucho con las personas, y las mujeres tal vez tengan una ventaja en la mediación, al derribar el nivel de ego y decir “oye, ¿cómo podemos trabajar juntos?”. Y eso es algo que realmente se necesita en innovación.
Creo que este trabajo requiere tolerancia, requiere menos ego y requiere la voluntad de comprender que no eres el mejor. Y hoy lo que se necesita es modestia y las mujeres somos buenas en eso. Si se desea tener una conversación diversa, es mejor que la mujer esté, y los comandantes que son hombres lo entienden.
-Las FDI se están poniendo al día todavía con el éxito civil de Israel en alta tecnología. ¿Cómo se incentiva la innovación dentro del ejército?
-Afortunadamente para nosotros, tenemos muchos soñadores y mucha gente que quiere cambiar y quiere trabajar para mejorar. Y nosotros construimos mecanismos para eso. Por ejemplo, una vez al año, está el premio a la Innovación del Jefe de Personal. Esa es la forma en que puedes mostrar lo que estás soñando. Pero antes de enviar sus solicitudes para ser nominado, hay competencia dentro de su cuerpo. Así que tienes que mostrárselo a tu comandante, quien tiene que mostrárselo a su comandante. También tenemos los programas de aceleración de hackatones para que pueda tomar su idea si es lo suficientemente buena y desarrollarla. Y la colaboración con DDRD es una vez al año, puedes enviar problemas no clasificados a todas las empresas de alta tecnología en Israel. Así obtienen inversores y financiación…Y ganan ambos.
-¿La razón por la que ustedes progresan de manera más lenta que las empresas de tecnología civiles tiene que ver con cuestiones de seguridad?
-Principalmente por el tema del código abierto. Sí, es seguridad, pero no puedo trabajar en la nube. Te daré un ejemplo de lo que hice en mi último puesto, no está clasificado y puedo hablar de ello. Trabajé con una empresa de alta tecnología y desarrollamos un algoritmo que puede predecir las posibilidades de que un soldado permanente deje el ejército. Y para poder lograrlo, tuve que reclutarlos con un nivel de seguridad y hacer que trabajaran dentro de la base. No tenían acceso a GitHub o fuentes que puedan servirles para hacerlo, por lo que es realmente difícil ponerse al día.
Es por eso que estamos encontrando las formas de trabajar con las industrias de alta tecnología a través de mediadores, a través de la seguridad de defensa y otras cosas. Pero creo que lo que quieren todos los ejércitos ahora es tener la posibilidad de trabajar en la nube, pero con medidas seguras. Eso es algo en lo que todas las grandes empresas están trabajando, y una vez que lo tengamos, será mucho más fácil. Nuestros enemigos seguramente quieran tener lo mismo. Pero sí, es una lucha trabajar bajo estas restricciones.
-¿Cómo usan la tecnología para que haya menos bajas civiles durante las guerras?
-La guerra implica tomar riesgos. Queremos correr tantos riesgos como podamos asegurándonos de que no dañamos a los civiles que atacamos, sólo a los enemigos y con riesgos mínimos para la población civil. Y cuando uno tiene esos datos precisos, las tecnologías necesarias, tiene todo lo necesario para asumir los riesgos más calculados en el campo de batalla. De esa manera, podemos asegurarnos de dañar solo a los enemigos y no a la otra población no involucrada.
Estamos hablando mucho sobre la relación entre la ética y la tecnología. Entendemos que los comandantes en el campo toman riesgos de todos modos, por lo que queremos asegurarnos de que se les proporcione cualquier herramienta que les ayude a tomar las decisiones correctas.
Fotos: Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)
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