Las tropas rusas han logrado conquistar “una gran parte” de la estratégica ciudad ucraniana de Severodonetsk (en el este del país) tras encarnizados combates de una guerra que, según la ONU, amenaza con generar una inédita ola de “hambre y miseria” en el mundo.
Severodonetsk se ha convertido en el centro de la ofensiva rusa en su intento de apoderarse de una franja oriental de Ucrania, tras haber sido repelida en otras partes del país desde el inicio de la invasión el 24 de febrero.
Las fuerzas rusas “controlan una gran parte de Severodonetsk. La zona industrial está aún en nuestras manos”, informó Serguéi Gaidai, gobernador de la región de Lugansk, de la que depende Severodonetsk.
Poco antes, Gaidai admitió que las tropas ucranianas podrían verse obligadas a “retirarse” de esa localidad.
En Lysychansk, separada de Severodonetsk por un río, las tropas rusas disparan “deliberadamente” contra hospitales y centros de distribución de ayuda humanitaria, denunció el gobernador.
“Cada día hay bombardeos y cada día arde algo”, dijo a la agencia AFP Yuriy Krasnikov, un jubilado de esa localidad.
Esas dos ciudades gemelas representan el último gran núcleo urbano controlado por Ucrania en Lugansk. Su caída despejaría el camino de Rusia hacia Kramatorsk, la capital administrativa de facto de la cuenca minera del Donbás, una región ya dominada parcialmente desde 2014 por los separatistas prorrusos.
Además de causar miles de muertos y millones de desplazados, la invasión rusa ha devastado la economía del país y destrozado sus infraestructuras.
Pero la ofensiva rusa también afecta la seguridad alimentaria, la energía y las finanzas del mundo, advirtió la ONU.
Inseguridad alimentaria
“Para la población del mundo entero, la guerra amenaza con generar una ola sin precedentes de hambre y miseria”, alertó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
“El mundo pagará un alto precio por la guerra de Rusia contra Ucrania”, advirtió por su parte Laurence Boone, la economista jefa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que prevé un fuerte descenso del crecimiento mundial y un repunte de la inflación.
Rusia y Ucrania representan un 30% de las exportaciones mundiales de trigo y se acusan mutuamente de destruir sus reservas de cereales y acentuar los temores a una crisis alimentaria global.
Además, Kiev acusa a Moscú de bloquear sus puertos en el mar Negro, impidiéndole exportar sus granos.
La caída de las exportaciones desencadenó un aumento del precio de los cereales. Según la ONU, la “guerra podría aumentar el número de personas en situación de inseguridad alimentaria de 47 millones en 2022 a 323 millones para fin de año”.
En el caso de América Latina, la región más afectada sería América Central y las islas del Caribe. Ambas viven una “tormenta perfecta” en la que no sólo tendrán dificultades con el acceso a los alimentos, sino también a la energía, detalló la ONU.
Por eso, advirtió Guterres, “es esencial” que las negociaciones pedidas por la ONU lleguen a buen puerto.
Las conversaciones tienen en lugar en Ankara, la capital de Turquía, que propuso su mediación para resolver el problema del bloqueo de granos.
Rusia “dispuesta” a garantizar exportaciones
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, dijo en Ankara que Moscú estaba dispuesta “a garantizar la seguridad de los navíos que partan de los puertos ucranianos (...) en cooperación con nuestros colegas turcos”.
A finales de mayo, Rusia pidió que se levantaran las sanciones occidentales en su contra como condición para el desbloqueo de cereal ucraniano. Lavrov no mencionó esta condición el miércoles, pero su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, sí lo hizo.
“Si debemos abrir el mercado internacional ucraniano, pensamos que es legítimo levantar los obstáculos a las exportaciones rusas”, afirmó.
El jefe de la diplomacia ucraniana, Dmytro Kuleba, consideró sin embargo que “la verdadera causa de esta crisis es la invasión rusa, no las sanciones” adoptadas por las potencias occidentales contra Moscú.
A petición de Naciones Unidas, Turquía propuso su ayuda para escoltar a los navíos de los puertos ucranianos, a pesar de la presencia de minas, algunas de las cuales fueron detectadas cerca de las costas turcas.
Pero Ucrania descartó retirar las minas del puerto de Odesa, por temor a que el ejército ruso lo aproveche para atacar a la ciudad.
Al finalizar una conferencia ministerial sobre la seguridad alimentaria en el Mediterráneo, el ministro italiano de Relaciones Exteriores, Luigi Di Maio, advirtió que “millones” de personas podrían morir a menos que Rusia desbloqueara los puertos de Ucrania.
Pero el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, minimizó el impacto de la ofensiva sobre la subida de los precios de los cereales y pidió no “exagerar” la importancia de las reservas ucranianas.
(Blaise Gauquelin y Fulya Ozerkan en Ankara para AFP)
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