Las aguas mansas del río Siverskiy Donets cruzan toda la zona carbonífera e industrial del Donbás ucraniano. Se inicia del lado ruso, cerca de Belgorado, traspasa la frontera, cruza los distritos estratégicos de Kharkiv (segunda ciudad ucraniana), Donetsk y Luhansk para retomar nuevamente hacia la ciudad rusa de Rostov, confluir con el Don y desembocar en el Mar de Azov. Fue una barrera natural a conquistar durante la II Guerra Mundial, lo fue en la primera guerra del Donbás de 2014 y lo vuelve a ser ahora en esta invasión rusa. Son unos 120 kilómetros del Donets, así lo simplifican los ucranianos, que se convirtieron en el centro de los combates que van a determinar el éxito o el fracaso de la campaña de Rusia en la rica zona industrial del este de Ucrania y definir la guerra.
Los rusos sufrieron una terrible derrota hace dos semanas cuando intentaron cruzar el Donets. Perdieron una división entera de tanques, carros de asalto y otros vehículos blindados. Fueron 73 en total. Y con ellos cayeron dos batallones de infantería con decenas de ingenieros pontoneros que intentaban levantar un puente para el cruce de los tanques. Hablan de 400 muertos. Ocurrió cerca de la ciudad de Sievierodonetsk, que está en la orilla oriental frente de su gemela Lysychansk, del lado occidental. Hacia allí se dirigen ahora varias unidades rusas que dejaron el asedio a la ciudad de Kharkiv -donde también fracasaron en su intento de tomarla- y se concentran en este nuevo eje para intentar quedarse con toda la región industrial del Donbás, la frutilla del postre que tanto quiere degustar Vladimir Putin.
La pequeña ciudad de Sievierodonetsk es conocida principalmente por su planta de fertilizantes. En 1935 los planificadores soviéticos levantaron a la orilla del río una enorme fábrica de nitrato de amonio que abastecía a toda la Unión Soviética. En julio de 1942 ocuparon la ciudad las tropas alemanas nazis hasta que en febrero del año siguiente el Ejército Rojo logró expulsarlas. La planta fue reconstruida y transformada en una importante industria química llamado Azot (nitrógeno) con una estructura de 17.000 metros cuadrados. Con la independencia de Ucrania, Azot pasó a ser la planta química más grande de Europa del Este.
Sievierodonetsk ya estuvo bajo el dominio de las fuerzas pro-rusas durante dos meses en 2014. Se liberaron de los invasores. Pero desde entonces sigue siendo la obsesión de los generales del Kremlin. Fue atacada el 28 de febrero, cuatro días después del comienzo de la invasión en el norte. Y desde entonces está siendo constantemente bombardeada. El 2 de marzo estuvieron a punto de romper las defensas, pero llegaron refuerzos de las líneas ucranianas y los rusos tuvieron que retirarse. Les costó a los rusos más de un mes de intensos combates ir conquistando las villas alrededor de la ciudad de unos 100.000 habitantes, hasta que el 10 de mayo intentaron cruzar el convoy de tanques que habían acumulado del otro lado del río. Fracasaron. Desde entonces, intentan una nueva concentración para el asalto final.
“El enemigo ha centrado sus esfuerzos en llevar a cabo una ofensiva para rodear Lisychansk y Sievierodonetsk”, dijo Serhiy Gaidai, gobernador de Luhansk, donde las dos ciudades son uno de los últimos territorios que aún conserva Ucrania en esa provincia. “La intensidad del fuego sobre Sievierodonetsk se ha multiplicado, simplemente están destruyendo la ciudad”, dijo en la televisión, añadiendo que había unas 15.000 personas atrapadas.
Pero las fuerzas ucranianas no se rinden. Los corresponsales que llegaron a la zona vieron ayer una larga columna de vehículos blindados, tanques, lanzacohetes y autobuses que transportaban soldados rumbo al frente. Hasta el cierre de esta crónica, Sievierodonetsk resistía. Más al oeste, en Slovyansk, otra de las mayores ciudades de Donbás que sigue en manos ucranianas, las sirenas antiaéreas suenan permanentemente. Pero la gente ya no corre hasta los refugios. Continúa con las compras o lleva a los chicos a la escuela hasta que se escuchan las detonaciones. Se fueron acostumbrando a los bombardeos y están cansados de pasar noches enteras bajo tierra por una falsa alarma.
En la cercana Lyman, en la línea del frente, las cosas son diferentes. Los rusos están en las puertas de la ciudad y los pocos civiles que quedaron esperan agazapados la llegada de unos autobuses para que los evacúen. De todos modos, allí todo es muy inestable. Dicen que los soldados ucranianos liberaron el pueblo de Toshkivka, al sur de Sievierodonetsk. Pero los separatistas pro-rusos se hicieron con el control de Svitlodarsk. Un empate de esos que tienen sabor a derrota para todos los bandos.
Se nota que el ejército ruso finalmente aceptó la realidad de que no tiene la fuerza necesaria para luchar en demasiados lugares al mismo tiempo. Ahora está concentrando todos sus esfuerzos en un área de unos 120 kilómetros alrededor del Donets con tres ciudades en mente: Sloviansk, Kramatorsk y Sievierodonetsk. Su objetivo es rodear a las fuerzas ucranianas. Para lograrlo, antes tiene que tomar cinco rutas que unen esas ciudades y les dan salida hacia la retaguardia. De acuerdo al New York Times, una enorme fuerza rusa se concentró cerca de Izium y envía regularmente unidades por la carretera principal hacia Sloviansk. Por ahí pasan las vías del ferrocarril que conecta con Kyiv y por donde llegan todos los suministros. La artillería bombardea las aldeas de la primera línea, los tanques golpean las defensas ucranianas y los helicópteros de ataque sobrevuelan la zona. Ambos bandos sufrieron grandes bajas, pero Rusia no logró arrollar a los combatientes ucranianos, que mantienen sus posiciones desde hace semanas.
Los generales del Kremlin están poniendo en práctica las mismas tácticas que usaron en Siria para capturar pueblos y aldeas con escasos efectivos: una brutal lluvia de artillería pesada y fuego de cohetes hasta destruir toda la infraestructura. Recién después, avanza la infantería. Ya aprendieron la lección de los errores en la campaña del norte cuando quisieron tomar Kyiv en apenas unos días. No tienen los soldados que se necesitan para una campaña urbana.
Al ser la ciudad más oriental que sigue bajo control ucraniano, Sievierodonetsk está expuesta a la artillería rusa por varios lados. Los bombardeos destruyeron amplias zonas de la ciudad y los civiles se han quedado sin electricidad ni agua corriente. El alcalde dijo que esperan un asedio similar al que sufrió Mariupol. Es probable que las tropas ucranianas se aferren a Sievierodonetsk todo lo que puedan, al tiempo que infligen el mayor número posible de pérdidas a los militares rusos.
Si no se alistan más tropas en las fuerzas ucranianas, el tiempo que Rusia puede seguir avanzando es limitado. Cuanto más avancen las tropas rusas, más largas serán sus líneas de suministro y más expuestas estarán a los contraataques ucranianos, por lo que Rusia tiene que reposicionar las tropas para defender el territorio que ya ha ganado.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, justificó el lento avance de las operaciones diciendo que “las fuerzas rusas quieren dar a los civiles la oportunidad de ser evacuados”, desconociendo que sus fuerzas atacaron a los civiles durante toda la guerra y negaron repetidamente los intentos ucranianos de negociar corredores de evacuación humanitaria. De todos modos, es la primera vez que Rusia admite que sus tropas avanzan a un ritmo muy pausado y que están estancados en el Donbás. Por esa sinceridad, Shoigu recibió una andanada de críticas en las redes sociales rusas de parte de los nacionalistas pro-Putin. “A las tropas soviéticas no les habría importado que los civiles “nazis” fueran evacuados”, decía un tal Igor que también acusaba al Kremlin de no estar haciendo lo suficiente para ganar la guerra en Ucrania.
El director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, Sergey Naryshkin, declaró que el objetivo final de la ofensiva rusa es “asegurar que el nazismo sea erradicado al 100%, o volverá a aparecer dentro de unos años, y de una forma aún más fea”. “Las declaraciones de Naryshkin y Shoigu indican que es probable que los funcionarios rusos estén estableciendo las condiciones para una guerra prolongada en Ucrania, con el fin de justificar avances más lentos y medidos de lo previsto inicialmente”, es la interpretación del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW).
Rusia tiene un margen limitado para restablecer el impulso y realizar avances significativos. Después, puede verse obligada a adoptar más posiciones defensivas, y la guerra podría derivar hacia un estancamiento. Con las tropas y el equipo disminuyendo, es probable que la batalla por el Donbás sea la última gran ofensiva de la guerra.
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