La represión china a la minoría musulmana en la remota región de Xinjiang estará en el centro de la atención la próxima semana cuando Pekín reciba a la chilena Michelle Bachelet, en la primera vez en casi dos décadas que una autoridad de derechos humanos de la ONU visita el país asiático.
La visita de seis días de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos comenzará el lunes, con visitas a las ciudades de Urumqi y Kashgar en Xinjiang, así como a la sureña Cantón, anunció la ONU el viernes. Bachelet se reunirá con “varios altos cargos”, dijo su despacho, tras indicar que “también se encontrará con organizaciones de la sociedad civil, representantes empresariales, académicos y hará una presentación para estudiantes de la Universidad de Cantón”.
Pero la esperanza de contar con una investigación a fondo de los abusos de derechos humanos se han diluido ante la preocupación de activistas de que el gobernante Partido Comunista de China utilice la visita para encubrir las supuestas atrocidades.
China ha sido acusada de encarcelar a un millón de uigures y otras minorías musulmanas en campamentos de la región occidental de Xinjiang, que Estados Unidos y otros países han calificado como “genocidio”.
Pekín ha rechazado ese calificativo y lo llamó “la mentira del siglo”, al tiempo que asegura que sus políticas han permitido combatir el extremismo y mejorar la vida en la zona.
Bachelet se reunirá virtualmente el lunes con los jefes de las misiones extranjeras antes de visitar Xinjiang el martes y miércoles, según fuentes diplomáticas en Pekín. Se trata de la primera visita a China de un alto responsable de derechos humanos de la ONU desde 2005, cuando Pekín buscó moderar su imagen mundial antes de las Olimpiadas de 2008.
Desde 2018, las autoridades de la ONU han mantenido negociaciones con el gobierno chino para asegurar un “acceso ilimitado y relevante” a Xinjiang antes de que se anunciara el viaje en marzo.
Por el contrario, activistas temen que Bachelet tendrá una visita controlada que evite los temas clave.
Con cientos de miles detenidos y numerosas mezquitas cerradas o destruidas, las autoridades de Xinjiang parecen haber girado su foco en los últimos años al desarrollo económico, según académicos y uigures fuera de China. “Ahora no hay mucha evidencia visible de represión”, indicó Peter Irwin, del Proyecto de Derechos Humanos Uigures.
Grupos de derechos humanos han advertido que la vigilancia estatal y el miedo a represalias impedirán que los uigures en el sitio hablen libremente al equipo de la ONU.
“Nos da miedo que la visita sea manipulada por el gobierno chino para encubrir los graves abusos en Xinjiang”, expresó Maya Wang, investigadora sobre China en Human Rights Watch.
Muchos activistas han cuestionado que la expresidente chilena no se haya pronunciado con más firmeza sobre Xinjiang. Washington, de hecho, manifestó el viernes pasado su preocupación por “el continuo silencio (de Bachelet) frente a la evidencia indiscutible de atrocidades en Xinjiang
”. Su negativa de criticar podría reflejar la poderosa influencia de Pekín en la ONU, según Irwin.
Cientos de uigures en el exterior se han manifestado en las últimas semanas para urgir a Bachelet visitar a sus familiares detenidos.
Tursan Can Heyit, de 31 años, se manifestó en Estambul luego de buscar sin éxito que las autoridades brinden información sobre sus padres y hermana, quienes desaparecieron entre 2017 y 2018.
El uigur, un estudiante de doctorado, supo que su hermana fue enviada en 2018 a un campamento de “reeducación”, pero desconoce el paradero de sus padres. “La ONU debe plantear las preocupaciones de los familiares de víctimas de los campos de concentración uigures en las reuniones con las autoridades chinas”, declaró a AFP en Estambul. “He intentado preguntar por todos los canales posibles pero estoy cada vez más decepcionado”, agregó.
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