Un particular museo de Ucrania se ha mantenido trabajando durante la guerra, gracias a la labor valiente de su director Ihor Poshyvalio. Es el Museo Maidan, en el cual se preservan varios artefactos “comunes” que tienen un alto valor simbólico para conmemorar la revolución que en 2014 derrocó al gobierno de Viktor Yanukovych, un aliado de Putin.
Ahora, Poshyvalio ha continuado con su misión, recolectando más objetos valiosos en simbolismo que ayuden a las generaciones futuras a recordar la resistencia y valentía de los ucranianos para combatir la invasión rusa que inició el pasado 24 de febrero.
La primera tarea del historiador del arte, quien estaba a cargo del Museo Maidan al momento de la incursión de los rusos en Ucrania, fue preservar la colección del museo, más de 4.000 objetos que ahora guarda en un lugar secreto, entre los que se encuentran banderas caseras, pancartas de protesta, tiendas de campaña decoradas a mano y las armas, incluidos cócteles molotov, bates de béisbol y escudos policiales robados, que se usaron para defender el campamento de manifestantes en la plaza de Maidan, en el centro de Kiev contra las fuerzas de seguridad del Estado fuertemente armadas.
Luego, empezó la nueva tarea, una idea que se formó en la mente de Poshyvailo a medida que la invasión rusa se intensificó en los últimos dos meses, coleccionar los objetos que podrían contar la historia de este conflicto a las futuras generaciones.
“Esta guerra es una continuación de Maidan”, le dijo Poshyvailo, de 54 años, a The Guardian. “No estamos enfocados en la historia militar de la guerra. Eso es para otras instituciones. Intentamos coleccionar objetos que cuenten historias simbólicas y emocionales, símbolos del terror y de la resistencia”.
Una nueva adquisición es una jarra de cerámica con forma de gallo que permaneció estoicamente intacta en un armario de cocina en lo alto de un bloque de apartamentos bombardeado en la ciudad de Borodyanka. El adorno, fabricado localmente, ha sido adoptado como mascota por el público ucraniano, hasta el punto de que Boris Johnson recibió una réplica del mismo en su visita a Ucrania el mes pasado.
El resto del edificio quedó tan devastado por la potencia de fuego rusa que el equipo de Poshyvailo se vio obligado a utilizar una grúa hidráulica para rescatar el objeto.
El gallo, recolectado con el permiso de su dueño original, no es el único artefacto que el museo obtuvo de las ruinas del pueblo, ubicado a 60 kilómetros al oeste de la capital.
“Documentamos el jardín de infantes por un lado, el restaurante por el otro lado. Había sido una vida tan pacífica en ese complejo; estas eran personas normales. El barrio es muy representativo de las familias postsoviéticas: muy sencillo, muy acogedor. En un apartamento había muchos libros de texto, mapas y las pertenencias de al menos dos niños. Había libros para la escuela secundaria, así como un vestido, colgado en el armario, de un niño de unos tres o cuatro años. Estos objetos cuentan la historia de futuros perdidos, de desesperanza”, contó el curador.
“En Bucha recogimos algunos objetos que quedaron cuando la gente intentaba evacuar la ciudad”, explicó.
Ahí recolectaron textiles blancos que la gente había atado a sus espejos retrovisores mientras intentaban escapar. “Eran banderas de rendición que indicaban que solo eran civiles que escapaban de la guerra. Los recogimos de autos con agujeros de bala a lo largo del costado, muchos con cuerpos aún dentro”.
“Estos objetos pueden convertirse en pequeñas exposiciones que cuentan la historia de la vida de esas personas comunes, de sus muertes. Pueden demostrar la crueldad pero también explicar por qué los ucranianos luchan tan ferozmente por su libertad”, dijo Poshyvailo.
La misión de Poshyvailo comenzó en 2014, solo una semana después de que los primeros manifestantes acamparan en la gran plaza central de Kiev. En ese momento era el subdirector del Museo Iván Honchar, una institución más preocupada por los instrumentos musicales tradicionales y el arte religioso que por las bombas y las pancartas. Frustrado por la falta de respuesta a las protestas de sus colegas, muchos de los cuales se sentían paralizados como empleados estatales, Poshyvailo comenzó a visitar la ocupación en secreto. Su misión creció a medida que se corrió la voz y se le unió un equipo de curadores con ideas afines.
“La gente se sorprendió, algunos incluso desconfiaron. Hubo esta batalla y pelea, y nosotros íbamos a recolectar objetos”, dijo.
Después de que Yanukovych fuera expulsado del poder y se instalara el nuevo gobierno, el museo se formalizó y recibió el respaldo del Estado. Se llevó a cabo un concurso de diseño para construir su sede, se identificó un sitio en el centro de Kiev y se suponía que la construcción comenzaría este año.
Poshyvailo no se hace ilusiones en cuanto al peligro de continuar su misión. “Putin es muy abierto en su deseo de destruir la revolución de Maidan y, por lo tanto, es probable que el museo sea el número uno en la lista para ser liquidado”.
Para el curador es claro que los ocupantes rusos tienen listas los perfiles prioritarios para ser encarcelados: militares, políticos, activistas civiles, pero también activistas culturales, especialmente como él y sus colegas, quienes usan la cultura para contar la historia de la identidad ucraniana.
Según los informes, dos empleados del Museo de Historia Local de Melitopol fueron secuestrados recientemente después de negarse a decirles a los ocupantes rusos la ubicación de los objetos en la colección de la institución.
Sin embargo, dijo Poshyvailo que no se acobardará y es optimista de que Ucrania ganará la guerra y su institución algún día abrirá sus puertas al público.
“Como historiador, estos tiempos son tan extraños. Es una mezcla de preocupación por la seguridad y las precauciones cotidianas; la preocupación de que Kiev sea atacada, de que se utilice un arma nuclear; pero también existe este sentimiento de que estamos viviendo un momento especial y es nuestro trabajo preservar este momento”, concluyó.
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