El régimen chino, que lleva años controlando estrictamente los contenidos que se publican en línea y eliminando publicaciones críticas, ahora da otro paso de censura al forzar a los usuarios a mostrar su ubicación, lo que viene alterando las discusiones y haciendo que muchos desistan de participar en los fotos.
La medida comenzó bajo el argumento de desbaratar campañas de desinformación presuntamente orquestadas desde el extranjero, en especial tras el inicio de la invasión rusa a Ucrania, pero en la práctica resultó en una nueva herramienta de acoso contra los usuarios que critiquen al régimen.
Las etiquetas de ubicación acompañan cada publicación que se realice en los foros masivos como Weibo (una versión china de Twitter) y otras redes sociales.
Entre sus primeros efectos, la medida virtualmente elimina las opiniones desde el extranjero: todos son tachados de espías o agentes de propaganda.
Eso incluye a ciudadanos chinos que viven en otros países. Los estudiantes que están realizando algún curso en el extranjero han quedado virtualmente vetados de la discusión pública, ya que si escriben desde el exterior, su opinión es inmediatamente descartada.
Pero incluso también influye el debate entre residentes. Según explica el New York Times, los usuarios de Shanghái, que sufrieron un reciente cierre estricto por un brote de COVID, son calificados de egoístas cuando lamentan la escasez de alimentos. A su vez, los usuarios que critican al gobierno desde provincias costeras cercanas a Taiwán y Hong Kong han sido llamadas separatistas y estafadores.
Y no alcanza con descalificar las opiniones. Las hordas de trolls e influencers nacionalistas acosan a estos usuarios o denuncian sus cuentas únicamente por haber opinado contra el gobierno desde alguna ubicación incómoda. Algunos perfiles son eliminados por la cantidad de denuncias que reciben por “violar las normas comunitarias”.
Blau Wang, una estudiante china que vive en Alemania, admitió que desde que se publica la ubicación, evita participar para que los trolls no la denuncien como supuesta espía extranjera y quede vetada del sitio. “Durante un tiempo, no publiqué nada”, dijo al Times, y añadió: “El ambiente está orientado a atacar a los usuarios extranjeros”.
Las represalias son casi inmediatas. Li Yi Bar, un popular grupo nacionalista con más de un millón de seguidores, recientemente hizo una lista pública de docenas de usuarios con direcciones IP extranjeras que consideraba críticas. Una lista negra para hostigarlos y descalificar inmediatamente cualquier contenido que publiquen. Los integrantes del listado recibieron insultos de un ejército de trolls y se vieron obligados a desactivar los comentarios, cambiar sus nombres de usuarios o directamente dejar de publicar.
Un usuario que pidió ser únicamente identificado como Li fue una de las víctimas de estos ataques por residir en Estados Unidos. Los influencers nacionalistas le acusaron de trabajar desde el extranjero para “incitar a la protesta” en el oeste de China por un mensaje que criticaba al gobierno local por la gestión de la muerte repentina de un estudiante. Un post viral que lo señalaba como ejemplo de “infiltración de espías” recibió 100.000 likes antes de ser finalmente eliminado. Ante la ola de insultos, cambió su nombre y, tras 10 años de actividad en Weibo, dejó de publicar. “Quieren que me calle, así que me callaré”, dijo.
“Más gente empieza a suponer la motivación de los demás basándose en los indicios de la dirección IP”, dijo Fang Kecheng, profesor de medios de comunicación de la Universidad China de Hong Kong. “Eso hace que el diálogo abierto sea cada vez más difícil”, resaltó al Times.
A veces, los ataques son erróneos, ya que muchos usuarios usan un sistema de VPN para saltar los bloqueos del régimen a webs extranjeras, y luego parece que publicasen desde el exterior. Elaine Wang, una usuaria que olvidó desactivarlo al navegar en Weibo, recibió insultos por denunciar las condiciones de los trabajadores migrantes durante el cierre de Shanghái. “Pensé que la gente prestaría atención a los necesitados de ayuda en lugar de a mis direcciones IP”, dijo al Times.
Según explicó al NYT Zhan Jiang, profesor jubilado de periodismo y comunicaciones en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, la estrategia de censura está diseñada para contrarrestar las quejas y garantizar una narrativa en línea más “uniforme”. Los controles se endurecieron tras la ola de críticas por los confinamientos bajo la política de “COVID cero”.
La estrategia rompe con la pretensión de privacidad y avanza hacia la imposibilidad de anonimato, ante un régimen que siempre busca conocer la identidad de la persona real que hay detrás de cualquier cuenta.
Si bien la excusa fue la guerra en Ucrania, autoridades señalan que la medida sería definitiva. Un artículo de la publicación estatal China Comment afirmaba que las etiquetas de localización eran necesarias para “cortar la mano negra que manipula las narrativas detrás del cable de Internet”. Un proyecto de reglamento de la Administración del Ciberespacio de China, el regulador de Internet del país, estipula que las direcciones IP de los usuarios deben mostrarse de forma “destacada”.
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