Putin justificó su invasión pero no pudo cantar la victoria que tanto espera

El líder del Kremlin celebró el 77 aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo sin hacer los anuncios esperados sobre su guerra en Ucrania. Repitió su concepción de que está luchando contra el nazismo. Dejó el anuncio de la declaración de guerra formal en manos de la Duma. El desfile militar no tuvo ningún brillo

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Vladimir Putin desfila en la
Vladimir Putin desfila en la Plaza Roja durante la conmemoración del Día de la victoria soviética sobre el nazismo con la imagen de su padre, Vladimir Spiridonovich Putin, que luchó en la II Guerra Mundial. REUTERS/Maxim Shemetov

Si la invasión de Ucrania hubiera salido como estaba previsto de acuerdo al plan original, Vladimir Putin habría tirado hoy la casa por la ventana. En cambio, tuvo que ceñir su discurso del Día de la Victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945 a reivindicar lo realizado por sus antepasados y a lanzar una larga serie de invenciones nacional-populistas para justificar la invasión a Ucrania. Fue un discurso vacío de contenido para rellenar a gusto.

Tal vez, Putin tenía en sus afiebradas fantasías la esperanza de dar ese mensaje en la propia Plaza del Maidan de Kyiv. En cambio, fue en una Plaza Roja de Moscú adornada con la misma parafernalia de la época de Stalin, con apenas una parte del material bélico que se suele exhibir para mostrar el poderío militar y sin el paso rasante de los aviones de combate que hacen temblar a la tumba de Lenin y las tiendas de las galerías GUM. No hubo cazabombarderos en sobre Moscú. Tal vez, una confirmación de que la fuerza aérea rusa tuvo pérdidas irreparables en Ucrania.

El tan esperado discurso de Putin rondó alrededor de las comparaciones entre dos luchas sangrientas (II Guerra Mundial y Ucrania) pero justas que exigieron y exigen la unión del país. Pero no pudo declarar la “misión cumplida” –aquí es inevitable la comparación con George W. Bush cuando hizo esa afirmación en un portaviones congratulándose de una victoria en Irak mientras la guerra continuó por casi una década más-, como se especulaba. El fracaso rotundo en su intento por tomar Kyiv en tres días e instalar allí un gobierno títere sucedió hace ya tres meses y la ofensiva sobre el Donbás, el este ucraniano, sigue sin avances definidos.

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El mismo escenario de la época soviética levantado sobre el mausoleo de Lenin, en la Plaza Roja. Putin se dirige a dar su discurso sobre la situación de la invasión a Ucerania entre veteranos de la II Guerra Mundial. Sputnik/Sergey Guneev/Sputnik via REUTERS

Tampoco pudo declarar formalmente la guerra o anunciar una movilización masiva, como era el plan de acuerdo al adelanto que habían hecho las agencias de inteligencia occidentales. Probablemente, se encontró con una resistencia interna en el Kremlin. Un decreto de ese tipo le hubiera dado poderes aún más extraordinarios de los que ya tiene. Por ejemplo, le facilitaba la operación en caso de que decidiera lanzar armas nucleares, le permitía utilizar recursos económicos protegidos y contar con cientos de miles de jóvenes conscriptos para usar como “carne de cañón” en su aventura militar.

De todos modos, nada de esto está descartado. En las innumerables tertulias televisivas y mesas redondas de expertos en Moscú se dice que todo eso va a suceder y que podría ahora salir como una ley de la Duma, el parlamento ruso que oficia de escribanía de los deseos Putin. Es posible que el jefe del Kremlin no haya querido utilizar en este momento este recurso que implica riesgos políticos y económicos y que lo guarde para más adelante, pensando en una guerra prolongada en el tiempo.

Así que pronunció un discurso típico del Día de la Victoria: “alabando a la generación de hombres y mujeres soviéticos que aplastaron a los nazis, instando a los rusos a intentar estar a la altura de su memoria e invocando la victoria como un vínculo casi místico que mantiene unida a la nación”, de acuerdo a la lectura de un analista británico en The Times. Una lectura que podría haberse aplicado a cualquier discurso de su momento lanzados por Kruschev, Brezhnev o Yeltsin.

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Continúan los bombardeos sobre la acería de Azovstal en Mariúpol, después de dos meses en los que las tropas rusas no pudieron tomar el control total de esa ciudad. REUTERS/Alexander Ermochenko

“Están luchando por la Madre Patria, por su futuro, para que nadie olvide las lecciones de la Segunda Guerra Mundial”, dijo Putin, dirigiéndose a las fuerzas rusas en Ucrania. “Para que no haya lugar en el mundo para verdugos, castigadores y nazis”.

Y enseguida aprovechó la analogía de lo ocurrido hace siete décadas con su guerra. Invocó la memoria de los soldados soviéticos que lucharon contra los nazis “en Kyiv, Minsk, Sebastopol y Kharkiv, al igual que hoy están luchando por nuestro pueblo en Donbas, por la seguridad de nuestra madre Rusia”.

Ese es el nudo de su justificación por esta guerra: Rusia, dijo, “siempre defendió la paz y la prevención de la repetición de los horrores de la Segunda Guerra Mundial”. Lo que está haciendo en Ucrania es eso, “evitar otro ataque nazista”. Insinuó que Kyiv podría incluso haber desarrollado una bomba nuclear, creando una “amenaza absolutamente inaceptable para nuestra seguridad, justo en nuestras fronteras”.

“La amenaza crecía día a día. Fue la decisión correcta, oportuna y absolutamente única posible”, dijo. De hecho, si no hubiera iniciado esta guerra, “podría haber habido una aún mayor”, afirmó.

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Putin dando su discurso en la Plaza Roja de Moscú en el que justificó la invasión a Ucrania, pero en el que no pudo declarar la victoria. Sputnik/Mikhail Metzel/Pool via REUTERS

Y continuó elogiando a los soldados que desfilaban ante él, muchos de los cuales, anunció, habían regresado directamente de las operaciones en el Donbás. No dijo “Ucrania”, porque en su narrativa la guerra se limita a esa región oriental del país. Está convencido de que va a “liberar” a los ruso-parlantes del este ucraniano.

Precisamente, aseguró Putin que las tropas rusas estaban luchando “en su tierra”. Esto podría ser una confirmación de que no piensa renunciar de ninguna manera al control del territorio que sus fuerzas fueron tomando en los últimos dos meses en el sur y este ucraniano, que se sumarían a la ya anexada península de Crimea y los enclaves secesionistas de Luhansk y Donetsk.

En un inusual reconocimiento de los estragos de la guerra en Ucrania, Putin dijo que la muerte de cada soldado era un “dolor para todos nosotros” y prometió que el gobierno haría “todo lo posible para atender” a las familias de los fallecidos; dijo que había firmado un decreto el lunes para dar “apoyo especial a los hijos de los camaradas muertos y heridos”. De acuerdo a los cálculos del ejército ucraniano y analistas británicos, ya habrían muerto más de 25.000 soldados rusos. También nueve generales de muy alta graduación.

Desde que llegó al poder en el 2000, Putin utiliza las analogías con la II Guerra para enmarcar su discurso político. Asegura que Occidente traicionó la memoria de las tropas británicas, estadounidenses y de otros aliados que contribuyeron a la victoria en 1945 y que él es el único que representa hoy los valores de los que lucharon contra el nazismo. Vincula su propia legitimidad al heroísmo de la generación que liberó a Europa del horror nazi, mientras continúa utilizando sus propios métodos de aniquilamiento dentro y fuera de su país.

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