(Enviado especial) En las afueras de la ciudad de Kharkiv, se encuentra el Cementerio 18. Está sobre la avenida Yuri Gagarin -fue un héroe de la carrera espacial soviética-, y para llegar hay que cruzar dos controles protegidos con hierros retorcidos y bloques de cemento. En los controles se apostan jóvenes soldados que cargan una ametralladora liviana, dos granadas y un cuchillo con abertura manual. Todavía tienen acné en la cara y sus miradas apenas pueden disimular el miedo y el hastío de una guerra que no provocaron.
Como esos reclutas inexpertos, que apenas terminaron el secundario y aún soñaban con conquistar el mundo, la comandancia de las Fuerzas Armadas de Ucrania ya enterró a 99 soldados que cayeron en combate contra las tropas de Rusia.
Ellos están en el Cementerio 18.
Hay que caminar unos minutos desde la entrada del cementerio 18 para llegar al nuevo sector militar que se habilitó para rendir honores a los soldados que murieron en combate. Durante todo el recorrido se escuchó una alarma que anunciaba la ofensiva aérea rusa, mientras el viento de Kharkiv agitaba las banderas de Ucrania que marcan el lugar exacto de las 99 tumbas abiertas y cerradas en las últimas semanas de conflicto.
Ucrania siempre sufrió los embates bélicos de Rusia -como antes sucedió con la Unión Soviética-, y el Cementerio 18 exhibe esa relación asimétrica y sombría. Al lado del corredor abierto para las tumbas de los soldados que cayeron en esta guerra ilegal, se alinea otro corredor -ya no tan precario e improvisado- con las lápidas de los combatientes que murieron frente a la ofensiva del Dombas que lideró Putin hace apenas cinco años.
Muertos de ayer, y muertos de hoy. Todas víctimas de una aspiración imperial que refleja la agenda geopolítica del Kremlin.
Las 99 tumbas tienen el mismo formato. Pero cada uno de los familiares pueden poner la foto del soldado caído, colocar un ramo de rosas de plástico y agregar un pañuelo o un recuerdo personal. Sobre la cruz se lee su nombre y apellido, y la fecha de nacimiento y de muerte en la guerra.
Las autoridades del Cementerio 18 aguardan más bajas en este frente bélico. Y ya han abierto otras tumbas a los costados de las dos líneas que se habilitaron al comienzo de la guerra con Rusia. Aún no tienen nombre, pero en Kharkiv se sabe que la batalla está causando muchísimas bajas a setenta kilómetros de la ciudad.
Las tumbas abiertas sin soldados en el Cementerio 18 responden a una triste lógica administrativa que se vincula a la estrategia militar que aplica Volodimir Zelensky en esta zona de combate. El Presidente de Ucrania ordenó una furiosa contraofensiva sobre las tropas de Rusia, y ese movimiento bélico inevitablemente traerá más bajas a la infantería que opera en las afueras de Kharkiv.
Valerii Zalyzhnyi, comandante en jefe de Ucrania, reconoció ayer que lidera una contraofensiva en las cercanías de Izyum y Kharkiv. Esta operación no implica avanzar sobre las posiciones rusas, sino evitar que las tropas enviadas por Putin pueden recuperar el territorio perdido en los últimos cinco días.
Todavía no hay un número exacto sobre los soldados, suboficiales y oficiales ucranianos que cayeron contra las tropas de Rusia. Los 99 soldados enterrados en el Cementerio 18 apenas reflejan la tragedia de una guerra que todavía no terminó. Ellos recibieron sepultura en Kharkiv porque vivieron por la zona, y no hubo necesidad de ordenar un traslado. Tuvieron un funeral sencillo con sus familiares y amigos.
Pero el número abruma: 99 soldados de Kharkiv y sus cercanías cayeron en 72 días de conflicto. Una cifra impar que aumentará con los días y sus noches.
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