Decenas de avisos en las redes sociales rusas ofrecen 3.000 dólares al mes para ir a luchar a Ucrania. No lo dicen directamente, pero son “búsquedas laborales” del Grupo Wagner. Ya están actuando allí entre 3.000 y 8.000 mercenarios de esa organización. El propio dueño de esa empresa y amigo personal de Putin se tomó una foto el 16 de abril en Luhansk, dentro del territorio ucraniano. Reclutan a cualquiera con experiencia de combate entre los 18 y los 50 años. En los comentarios, algunos veteranos se ríen de lo que sucede. Saben que lo que están buscando son reemplazos para los reclutas sin mayor entrenamiento que fracasaron en la toma de Kyiv y que ahora continúan con una muy floja actuación en el Donbás, donde está concentrada la guerra. “Buscan hombres para que los niños puedan ir al recreo”, escribió un ex combatiente de Chechenia.
El Grupo Wagner (GW) es una organización de paramilitares que el Kremlin utiliza desde hace años para sus intervenciones clandestinas en Chechenia, Siria, Libia, Mali, República Centroafricana, Sudán, Mozambique y hasta Venezuela. El Financial Times informó esta semana que Wagner retiró a 200 rusos y 1.000 sirios de las fuerzas que tiene en Libia y los trasladó al frente en el Donbás. Tienen mucha experiencia en ese terreno. Desde 2014 intervinieron en la toma de la península de Crimea y la creación de los enclaves separatistas de Luhansk y Donetsk.
Todos los contactos mencionados en los avisos llevan, de acuerdo a una investigación de France24, al campo de entrenamiento del GW en Molkin, una localidad cercana a la ciudad de Krasnodar, en el sur de la Federación Rusa. Precisamente, el enorme predio está sobre la ruta que lleva a Crimea. Y por si hubiera alguna duda, el propio dueño de la empresa, Yevgeny Prigozhin, más conocido como “el chef de Putin”, se sacó una foto la semana pasada junto al miembro de la Duma (diputado), Vitaly Milonov, en Luhansk, dentro de Ucrania.
De acuerdo a comunicaciones radiales interceptadas por el servicio de inteligencia exterior de Alemania, el BND, varios pelotones de mercenarios de los Wagner estuvieron presentes en la zona de Bucha, en las afueras de Kyiv, en las fechas en las que se perpetraron las torturas, violaciones y asesinatos de civiles tras el fracaso en la conquista de la capital ucraniana. Ahora, esas y otras fuerzas del grupo están concentradas en la ofensiva del Donbás, en el sureste. No se sabe cuántos son. La inteligencia alemana habla de unos 3.000 combatientes. Christo Grozev, el director ejecutivo del sitio investigativo Bellingcat, dijo ante el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes del parlamento británico que de acuerdo a sus fuentes rusas ya hay más de 8.000 mercenarios del GW combatiendo en Ucrania.
Según una investigación del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington (CSIS), el Grupo Wagner opera como una empresa privada, pero, “su gestión y sus operaciones están profundamente entrelazadas con la comunidad militar y de inteligencia rusa bajo el mando del presidente Vladimir Putin”. El financista del grupo es el oligarca ruso Yevgeny Prigozhin, que entre otros extraordinarios contratos con el estado ruso tiene la concesión de los restaurantes del Kremlin y sus hombres proveen la seguridad a la comida que se le sirve al presidente. De allí su apodo.
Prigozhin también financia una buena parte del aparato de hackers que de acuerdo al fiscal especial Robert Mueller interfirieron en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos y lo volvieron a intentar en las de 2020. Por esa razón es uno de los oligarcas con mayor cantidad de sanciones económicas en su contra por parte de las autoridades estadounidenses y europeas.
Debajo de Prigozhin en la dirección del GW está Dmitry Utkin, un ex jefe de la agencia de inteligencia militar extranjera de Rusia. Utkin es un simpatizante nazi que le dio al grupo el nombre del compositor alemán Richard Wagner, cuya obra veneraba Adolf Hitler. Hasta 2013, fue teniente coronel y comandante de brigada de una unidad de las fuerzas especiales Spetsnaz del Departamento Central de Inteligencia (GRU) ruso. Un año más tarde ya estaba al frente de los mercenarios del GW entrenando y combatiendo junto a las fuerzas pro-rusas de Luhansk, en Ucrania. También formaron parte de la toma y anexión ilegal de la península de Crimea.
La Unión Europea caracterizó a la organización de esta manera cuando anunció sanciones contra los responsables del GW en diciembre: “la empresa ha reclutado, entrenado y enviado operativos militares privados a zonas de conflicto en todo el mundo para alimentar la violencia, saquear los recursos naturales e intimidar a los civiles en violación del derecho internacional y los derechos humanos”.
“El Grupo Wagner pasó de ser una agencia de seguridad a un grupo paramilitar al servicio del Kremlin cuando entró en acción por primera vez durante la anexión rusa de Crimea en 2014″, explicó al Telegraph, Tracey German, profesora de conflictos y seguridad en el King’s College de Londres. “Se cree que sus mercenarios son algunos de los ‘hombrecitos verdes’ que ocuparon la región”, afirma. “Unos 1.000 de sus mercenarios combaten junto a las milicias prorrusas que luchan por el control de las regiones de Luhansk y Donetsk”. Los “zelyonye chelovechki” (hombrecitos verdes) es el nombre popular que le dieron los ucranianos a estos mercenarios que usaban pasamontañas verdes como su uniforme y jamás mostraban sus caras.
Samuel Ramani, analista del Royal United Services Institute, afirma que Wagner recluta principalmente a veteranos del ejército que necesitan pagar sus deudas: “Vienen de zonas rurales donde hay pocas oportunidades de ganar dinero. Son discretos, disciplinados y si les pasa algo, son `negables´, el gobierno ruso puede decir que no tiene nada que ver con ellos”.
Antes de la invasión, ya había muchos mercenarios de la Wagner en los enclaves separatistas. Siempre fueron la columna vertebral de las fuerzas pro-rusas dentro de Ucrania. Entrenan y ayudan a movilizar a los jóvenes ucranianos del Donbás que son obligados a cumplir el servicio militar en las filas de los separatistas. En marzo, esas tropas ya fueron reforzadas con combatientes que trajeron de los frentes libios y sirios, además de unos 20.000 soldados del ejército de Bashar al Assad que fueron entrenados y equipados por los Wagner. “Ya se habían ido muchos sirios que trajeron los rusos a Libia. Y en las últimas dos semanas hubo un repunte del repliegue. Quedaron sólo algunos comandantes de unidad que trabajan con Khalifa Haftar (el señor de la guerra que apoya Rusia en la guerra civil libia)”, explicó, Emadeddin Badi, un experto en Libia del Consejo Atlántico, al Financial Times.
Si bien no pareciera que los mercenarios de Wagner tengan posibilidades de cambiar el resultado de la guerra cuando hasta ahora no lo pudo hacer una fuerza de 190.000 soldados regulares, los hombre del GW pueden aportar mucha experiencia en el combate y su particular y brutal forma de dejar “tierra arrasada” a su paso. De acuerdo a informaciones de la inteligencia ucraniana, los reclutadores rusos del GW están recurrido a quienes fueron rechazados en el pasado por tener muy poca experiencia o antecedentes sospechosos. “Aceptan a cualquiera y de cualquier lugar del mundo. Pareciera que están desesperados. Es probable que ya hayan recibido los fondos del Kremlin para su financiación y que no estén pudiendo armar a tiempo las nuevas unidades. También es probable que Putin mande a llamar constantemente a Prigozhin para apurarlo”, dijo Ilya Rozhdestvensky, un periodista ruso con una larga experiencia en el seguimiento de estos mercenarios.
Los agentes de Wagner suelen utilizar pasaportes emitidos por una oficina especial vinculada al Ministerio de Defensa ruso. Con esos documentos se movían, por ejemplo, los dos hombres que intentaron en 2018 asesinar a Sergei Skripal, un ex espía ruso, en Gran Bretaña. También es con el que viajaron los comandantes rusos a Siria y Libia. En 2020, cuando Bielorrusia detuvo por sorpresa a 33 rusos que parecían pertenecer al Grupo Wagner, Putin se interesó personalmente y trabajó para conseguir su liberación. Dos años antes, el presidente ruso había reconocido la existencia del GW sugiriendo que su trabajo estaba bien siempre que tuviera lugar fuera de las fronteras de Rusia. “Tienen todo el derecho a trabajar y promover sus intereses comerciales en cualquier parte del mundo”, dijo.
Los Wagner no sólo reciben dinero del Kremlin, sino que también hacen muy buenos negocios mientras cuidan los intereses geopolíticos de Putin. En Mali, por ejemplo, el gobierno de Bamako les paga 10 millones de dólares por mes. Y en el camino se fueron quedando también con enormes negocios como la producción de minas de oro o diamantes. En Siria, Prigozhin es el dueño de algunos de los mejores yacimientos petrolíferos. También regentea la “granja de trolls” de la Internet Research Agency con la que sus hackers intervinieron en las elecciones presidenciales estadounidenses y también realizan espionaje industrial para empresas de todo el mundo que le dan ganancias extraordinarias.
Todo esto, mientras Prigozhin continúa con su empresa gastronómica que levantó de la nada gracias a su amigo Putin. A los 20 años estuvo en la cárcel por una serie de delitos menores y al salir puso un puesto de salchichas (perros calientes) en una plaza frente a la plaza del gobierno local en San Petersburgo. Dicen que allí conoció a Putin cuando se acercó a comerse un “pancho”. Dos décadas más tarde posee una cadena de restaurantes de primer nivel en Rusia que son los preferidos de la elite gobernante y los oligarcas. Cuando el ex presidente estadounidense George W. Bush estuvo de visita en Rusia en 2005, Putin lo llevó a cenar al restaurante más destacado de Prigozhin, el New Island, que está en una plataforma flotante sobre el río Neva.
La desesperación de Putin por mostrar un avance militar significativo en Ucrania incluso está llevando a los Wagner a ser una “competencia” ante los esfuerzos del ejército ruso por reclutar cada vez más conscriptos. De acuerdo a Ilya Barabanov, un periodista ruso que investiga al grupo desde hace años y fue consultado por la revista The Economist, el GW está ofreciendo a los nuevos mercenarios sin mayor experiencia de combate 200.000 rublos (2.367 dólares) al mes, varias veces más de lo que suelen recibir los soldados regulares. De acuerdo al propio ministro de Defensa, Sergei Shoigu –recientemente rehabilitado después de haber caído en desgracia tras el fracaso de la toma de Kyiv- las fuerzas a su cargo ya cuentan con una fuerza de 20.000 “voluntarios” provenientes de Medio Oriente. En los últimos días fueron subidos videos a las redes de soldados de Mali y de la República Centroafricana (CAR) diciendo que se van a combatir a Ucrania. Todos entrenados y contratados por los Wagner. Y muchos de ellos ya están actuando en el frente del Donbás.
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