(Enviado especial) Caía la tarde en Zaporizhzhya cuando, tras peregrinar 70 horas por el frente de combate, un convoy de refugiados de la ciudad Mariupol llegó al centro de acogida bajo la protección de las Naciones Unidas (ONU) y la Cruz Roja.
Esta organización confirmó la noticia minutos antes del arribo de los vehículos al centro comercial de la ciudad bajo control ucraniano, donde los aguardaba el personal humanitario.
Al llegar, tuvieron un control médico y apoyo psicológico, muy necesario porque llegan desde un verdadero infierno: un adolescente de 14 años relató a Infobae cómo se enteró de que su padre había muerto, mientras él estaba encerrado en los sótanos de la acería que en este momento está bajo asedio ruso.
Los refugiados que se querían retirar desde el estacionamiento del centro comercial donde han sido recibidos siguieron su camino, algunos de ellos asistidos por sus familiares, o bien fueron llevados a un hotel, donde les darán alojamiento y comida hasta que decidan que harán con sus vidas de ahora en más. Es un momento bisagra en sus vidas, que quedarán marcadas para siempre por el 24 de febrero de 2022, día en que Vladimir Putin ordenó el inicio de la invasión rusa.
Su subsistencia mientras tanto depende de lo que reciban del gobierno ucraniano, a través del ayuntamiento de Zaporizhzhia.
En el contingente que arribó hubo al menos un herido de consideración, que a pesar del riesgo que conllevaba el traslado a través de los 21 puestos de control de Putin decidió viajar y consiguió llegar con vida. Fue atendido inmediatamente en Zaporizhzhia.
Las fuerzas rusas detuvieron a una de las mujeres que estaban de camino a la libertad argumentando que se trataba de una combatiente que se estaba escapando de Mariupol. Frente a la denuncia rusa, la ONU se la entrregó.
El total de civiles que salieron de la acería fue mayor a la cantidad que arribó a Zaporizhzhia. Unos 50 a 60 decidieron quedarse en Mariupol para estar con su familia y volver a sus casas en la ciudad portuaria.
No tendrán la posibilidad de allí en un operativo semejante a este porque ya no hay otro programado. Para llevar adelante un esfuerzo semejante, que duró cinco días entre el inicio y este momento final -sin contar las interminables y duras negociaciones previas-, hay que comenzar una nueva gestión con los rusos desde cero. Suena difícil, dado que las tropas de Putin acaban de lanzar un nuevo ataque, quizás el definitivo, sobre la acería Azovstal, último reducto de la resistencia en Mariupol.
Si se dan nuevas gestiones, el impulso inicial dependerá de la iniciativa de la ONU, su secretario general, António Guterres, fue informado minuto a minuto por los responsables del convoy, al igual que el presidente yucraniano Volodimir Zelensky en Kiev.
La demora en el arribo, que se esperaba primero para el lunes, luego para primera hora del martes y que terminó sucediendo bien entrada la tarde (hora de Ucrania) se explica por los 21 retenes que instalaron los rusos en el camino y que bloquearon durate horas al convoy. Un camino de 226 kilómetros que demoró más de un día y que motivó que la viceprimera ministra ucraniana, Irina Vereshchuk, denunciara el hecho ante Infobae.
Se trata de un milagro humanitario y diplomático que pudo vencer la resistencia explicita de Vladimir Putin. El líder ruso utilizó 21 puntos de control en el campo de batalla para trabar y dilatar la llegada de los refugiados a esta ciudad.
Los civiles rescatados pasaron más de sesenta días sin comida, agua y asistencia médica entre los escombros de la ciudad de Mariupol.
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