(Enviado especial) Seis autos desvencijados y sucios de polvo más dos utilitarias blancas del siglo pasado aparecieron de la nada en el principal centro de refugiados de Zaporizhzhia. Médicos, asistentes sociales, policías, militares y periodistas esperan un largo convoy organizado por las Naciones Unidad y la Cruz Roja, pero en cambio se encontraron con un puñado de sobrevivientes de la guerra que a fuerza de voluntad y magnífica fortuna habían podido escapar del infierno creado por Vladimir Putin para cumplir sus ambiciones personales.
A bordo de un Mercedes Benz negro y rayado patente BH 3275 HH llegaron Dina (81 años cumplidos ayer) y su hija Natasha (50 años), que hasta antes de la invasión ilegal trabajaba como operaria en la planta de acero de Mariupol.
“Mi casa fue quemada y destruida por los cohetes rusos. Toda mi vida se fue allí”, describió a Infobae.
-¿Como se escapó?-, preguntó este enviado especial.
- Ví la oportunidad. Hablé con mi madre, y le dije si nos íbamos. Y me dijo que sí.
-¿Hasta entonces como vivieron?
-Entre los escombros y los cohetes rusos. Comiendo lo que podíamos, y rezando a Dios.
-¿Qué comían?
-Pescado, tomates y macarrones. Era lo único que había en Mariupol.
-¿Cuándo se escaparon?
-El sábado pasado (30 de abril), en el auto de un vecino. Él nos trajo hasta acá.
-¿Cómo fue la travesía hasta Zaporizhzhia?
-Tardamos casi tres días. Ayer fue el día del cumpleaños de mi madre, y pensé que podía ser un buen augurio…
-¿El domingo cumplió años, en la ruta hacia aquí?
-Sí. Cumplió 81 años.
-¿Cómo fue llegar hasta aquí?
-Pasamos 21 controles controlados por las tropas rusas. Y en los 21 controles mostramos los documentos. Algunas veces nos dejaban pasar rápido y otras veces teníamos que esperar muchas horas.
-¿Se encontraron con algún control ucraniano?
-Sí. El último, el número 22. Eran soldados de Ucrania…
-¿Ahi ya no tuvieron problemas?
-No. Me puse a llorar. Me sentí libre. Le besé las manos al soldado que revisó nuestros documentos.
—¿Ahora qué van a hacer?
-Con mi madre Dina, nos vamos a vivir con nuestra hija. A empezar una nueva vida. A agradecer que estamos vivos.
-¿Quedaron amigos o familiares en Mariupol?
-No se lo puedo decir. La guerra sigue. Y no quiero que se mueran.
Natasha y su madre Dina tienen suerte, la mayoría de los refugiados que llegaron aquí no tienen familiares cerca y menos todavía un lugar adonde dormir y comer.
Esos refugiados, absolutamente parias por causa de la guerra desatada por Putin, perdieron todo en Mariupol y no saben cómo será su vida en el futuro.
No son casos atípicos o aislados, son la habitual carne de cañón que deja el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Mientras los asistentes sociales controlaban los documentos de los primeros 30 refugiados que escaparon de Mariupol -luego la cifra subió a más de 50 y se espera que crezca en las próximas horas-, se acomodó en el estacionamiento público un auto con el vidrio delantero astillado. Era conducido por Dima y a bordo estaba su familia entera. Trataba de mantener las formas, pero estaba tenso y cansado. Él también había conducido casi 70 horas y atravesado 22 controles.
-¿El vidrio se rompió por el impacto de un ataque ruso?
-No, el auto estaba en mi casa cayó un misil rompió el techo y los escombros me rompieron el vidrio
-¿Nadie murió?
-Por suerte no, pero con esa señal decidimos escapar de Mariupol y venir para acá.
Junto a la llegada de Dima y su familia, estacionaron en el centro de asistencia de Zaporizhzhia dos colectivos amarillos que civiles que escaparon de Orikhin. Hacia ese pueblo rusos estaban avanzando en su ofensiva y por eso los ahora refugiados decidieron escapar.
Mientras los inesperados refugiados eran contenidos por la asistencia social de esta ciudad, aún no se tenían noticias precisas del convoy oficial que hoy debió haber salido de Mariupol con la protección institucional de la ONU y la Cruz Roja.
Volodimir Zelensky aseguró anoche en su cuenta oficial de Twitter que cerca de 100 refugiados llegarían hoy del frente de batalla de Mariupol.
Pero hasta al mediodía de aquí (6 am en la Argentina), solo había versiones optimistas.
Los voceros de las Naciones Unidas y de la Cruz Roja aseguraron a Infobae que “la operación humanitaria está en marcha” y que “no se pueden dar detalles al respecto”.
La ONU dijo también que continuará “presionando para la salida segura de Mariupol para todos los civiles que quieran irse”.
Al margen del silencio oficial de la ONU y la Cruz Roja, un dato grave y complejo pudo ser comprobado: Rusia volvió a bombardear Mariupol, cuando el corredor humanitario continúa abierto y cientos de refugiados desean escapar del frente de batalla.
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