La ofensiva rusa en la región del Donbás en el este de Ucrania avanza lentamente y con retraso respecto al calendario previsto, aseguró el viernes un alto funcionario del Pentágono.
“Creemos que se han quedado atrás de lo que esperaban lograr en Donbás”, sostuvo el alto funcionario del Departamento de Defensa de Estados Unidos a periodistas. “Tenían al menos varios días de retraso”, dijo bajo condición de anonimato.
“Están lejos de haber hecho la conexión” entre las tropas que ingresaron por la región de Kharkiv (este), al norte de esa región, y las que vienen del sur del país”, afirmó. Se cree que Moscú intenta asaltar en movimiento de pinzas a las fuerzas ucranianas desplegadas en primera línea alrededor de las áreas separatistas prorrusas de Donetsk y Lugansk.
“No se están movilizando muy rápido”, sentenció el funcionario. “Unos pocos kilómetros al día es lo máximo que pueden hacer porque son repelidos” por el ejército ucraniano.
Aunque la lucha ya está en curso en esa área vital, “creemos que continúan creando las condiciones para una ofensiva sostenida, mayor y más prolongada”, agregó el alto funcionario.
Explicó que las fuerzas rusas “no quieren cometer los mismos errores que en Kiev”, donde sus columnas de tanques habían sido inmovilizadas por las fuerzas ucranianas armadas con lanzamisiles de mano y su apoyo logístico se vio distanciado.
Esta región del este de Ucrania, que Rusia afirma querer “liberar” del gobierno presuntamente “neonazi” de Kiev, está en el corazón de un sangriento conflicto desde 2014, cuando rebeldes separatistas respaldados por Moscú ocuparon parte de esta cuenca minera mayoritariamente rusoparlante.
Ucrania ha conseguido mantener una parte occidental de la región. Y en las dos últimas semanas trata de contener el avance del ejército ruso que machaca la zona, arranca terreno y toma numerosas localidades, aunque ninguna gran ciudad.
En las partes bajo su control, los servicios ucranianos han purgado los separatistas de línea dura, anunciando regularmente arrestos de presuntos “saboteadores”.
Pero entre los soldados ucranianos desplegados en esta parte del país, algunos no esconden tener la impresión de moverse en terreno enemigo, una cuestión sensible en esta región de historia compleja, donde numerosos rusos fueron enviados a trabajar tras la Segunda Guerra Mundial.
“Podemos hacer todo lo posible para esconder nuestras posiciones, pero los habitantes informan al otro bando sobre nosotros”, indica a la agencia AFP Iryna, sargento en una brigada de infantería que acaba de retirarse de Kreminna, un municipio de la región de Lugansk perdido a mediados de abril.
“Es muy, muy frecuente y viene de gente que se supone está por encima de toda sospecha, como los sacerdotes”, añade la soldado, desplegada en esta región desde 2014.
En este contexto, las fuerzas ucranianas miran hacia otro lado con los coches de civiles que llegan a sus puntos de control para escapar hacia Rusia en vez de hacia otras partes de Ucrania, aliviadas de verlos marchar.
Y entre los habitantes que se han quedado desde el inicio de la invasión el 24 de febrero, la tendencia prorrusa, alimentada durante ocho años desde Moscú con especulaciones de un presunto “genocidio” de rusoparlantes, es cada vez más marcada, temen las autoridades ucranianas.
Aquí, la mayoría de la población es rusoparlante. Incluso los soldados ucranianos más patriotas hablan ruso y dejan el idioma local para los intercambios oficiales.
(Con información de AFP)
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