Putin ataca a Europa con su arma más poderosa

Rusia suspendió el suministro de gas a Polonia y Bulgaria por negarse a pagar las facturas en rublos. Evitó golpear a los más grandes consumidores como Alemania e Italia. La amenaza sigue latente y podría golpear muy duro a la economía europea, incluso llevarla a otra recesión

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El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, durante una conferencia de prensa donde abordó el tema del corte de suministro de gas a su país. Lo hizo frente a las instalaciones de la estación de compresión de gas de Gaz-System en Rembelszczyzna, a las afueras de Varsovia. REUTERS/Kacper
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, durante una conferencia de prensa donde abordó el tema del corte de suministro de gas a su país. Lo hizo frente a las instalaciones de la estación de compresión de gas de Gaz-System en Rembelszczyzna, a las afueras de Varsovia. REUTERS/Kacper

Vladimir Putin no pierde oportunidad de recordar al mundo que tiene un enorme arsenal nuclear y que lo puede usar en cualquier momento. Habla livianamente de responder con un “ataque relámpago” y usar “armas de las que nadie más puede presumir” a cualquiera que se interponga en su invasión a Ucrania. Intenta extender su guerra a otros países de Europa del este. Y siembra el terror lanzando misiles a blancos civiles sobre ciudades desmilitarizadas. Pero hasta ahora no se había animado a utilizar su arma más temida en Europa, la que afecta a más gente en forma directa en su vida cotidiana: el gas.

Apenas sintió que la guerra que él inventó se le estaba volviendo encima y después de escuchar a los cancilleres de la OTAN decir que era legítimo que Ucrania utilizará las armas occidentales para atacar dentro del propio territorio ruso, sacó su as de la manga. Cortó el suministro de gas a Polonia y Bulgaria por negarse a pagar el servicio en rublos. La estatal Gazprom cerró el grifo del gasoducto. En realidad, esta es una maniobra de laboratorio para ver cómo funciona y continuar amenazando a los grandes como Alemania e Italia. Por ahora, el gas sigue fluyendo hacia el resto de Europa a través de la amplia red de gasoductos como el Yamal-Europa, que pasa por territorio polaco, e incluso los que atraviesan el territorio ucranio.

Infografía: Marcelo Regalado
Infografía: Marcelo Regalado

“Es un chantaje inaceptable”, se quejó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Era una reacción para la prensa. La Unión Europea ya sabía que esto iba a suceder de alguna manera. Le tocó primero a la búlgara Bulgargaz y la polaca PGNiG, pero están en la picota todas las empresas europeas, estatales y privadas, que importan gas ruso.

Para saltarse las sanciones impuestas por Occidente a Rusia y poder seguir recibiendo el suministro sin enojar a Putin, habían acordado un método de pago conveniente para todos. Abonaban a una cuenta especial de Gazprombank en euros y dólares, y esta entidad los cambiaba en rublos en la Bolsa de Moscú. Gazprom recibió la orden de no aceptar más el método. Rublos en efectivo o nada.

Vladimir Putin en una videoconferencia con representantes de la industria gasífera y petrolera de su país el 14 de abril. Ahora, ordenó a la estatal Gazprón suspender el suministro de gas a Polonia y Hungría hasta que no paguen las cuentas en rublos. Sputnik/Mikhail Klimentyev/Kremlin via REUTERS.
Vladimir Putin en una videoconferencia con representantes de la industria gasífera y petrolera de su país el 14 de abril. Ahora, ordenó a la estatal Gazprón suspender el suministro de gas a Polonia y Hungría hasta que no paguen las cuentas en rublos. Sputnik/Mikhail Klimentyev/Kremlin via REUTERS.

Europa paga así la enorme dependencia que mantiene de los combustibles rusos. Aunque los líderes de los 27 países de la unión aseguran que están dispuestos a cortar las amarras de los suministros controlados por el Kremlin, tanto de gas como de petróleo, la realidad es que esto es muy difícil de hacer en poco tiempo. Los más optimistas creen que se necesita aún pasar un invierno más calentándose con el gas ruso y haciendo funcionar sus industrias con el petróleo que viene de Moscú para comenzar la reconversión hacia nuevos recursos y suministros.

Los dos países atacados ahora por Putin parecen haber sido elegidos cuidadosamente. El 45% de gas natural que consume Polonia proviene de Rusia. No es el país europeo que más depende del suministro ruso, pero significa la mitad de lo que necesita para alimentar a sus industrias. Es un golpe fuerte para el gobierno nacionalista polaco. Y muy significativo para los intereses del Kremlin. Polonia apoya política y militarmente en forma contundente a Ucrania. Bulgaria representa una menor amenaza para los delirios bélicos rusos, pero depende más de su gas, que es de alrededor del 73% del total de la demanda.

De esta manera, Putin probó el arma del gas en dos tipos de países diferentes. Por un lado, golpea a uno de los que más se oponen a sus ambiciones en Ucrania y le manda el tiro por elevación a Alemania, Francia e Italia. Por el otro, están los más pequeños y vulnerables que ahora podrían pensar dos veces antes de ofrecer armamentos como Eslovenia o la República Checa.

Un trabajador de la acería alemana Friedrich Wilhelms-Huette (FWH) Stahlguss operando en los hornos. Esta empresa clave de Muelheim an der Ruhr depende totalmente del gas ruso para su producción. REUTERS/Thilo Schmuelgen
Un trabajador de la acería alemana Friedrich Wilhelms-Huette (FWH) Stahlguss operando en los hornos. Esta empresa clave de Muelheim an der Ruhr depende totalmente del gas ruso para su producción. REUTERS/Thilo Schmuelgen

De todos modos, se entiende que el golpe de Putin no es letal ni terminal. Alemania ya dijo que abriría sus gasoductos internos para que Polonia importara a través de ellos. También tiene su propia terminal de importación de gas natural licuado (GNL) y antes de fin de año terminará de construir otro gasoducto que llegará directamente desde Noruega. La situación de Bulgaria es algo menos favorable, pero cuenta con una buena reserva acumulada ante la incertidumbre de la guerra y está prevista una conexión con un segundo gasoducto desde Grecia. En los puertos griegos también puede recibir GNL.

Suministro no quiere decir precios bajos. Mucho dependerá de si Rusia sigue respetando los contratos firmados antes de la guerra o si infla sus facturas sin importarle lo que convino. El precio del TTF holandés, el mercado de compraventa de gas al por mayor en euros, para el suministro de gas en mayo, comenzó la semana en 92 euros y tocó los 115 euros el miércoles al mediodía, una subida del 20%, en respuesta al corte del Kremlin a Polonia y Bulgaria. El precio volvió a situarse en 107 euros antes del cierre, todavía un 15% por encima del nivel de principios de semana.

La guerra del gas como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania sobreviene justo cuando el bloque se estaba recuperando de una recesión producida por la pandemia del Covid. El Fondo Monetario Internacional recortó la semana pasada su previsión de crecimiento en 2022 para los países que utilizan el euro hasta el 2,8%. En enero había dicho que iban a crecer un 3,9%. El euro cayó el miércoles por debajo de los 1,06 dólares por primera vez en cinco años. La moneda europea se desplomó casi un 4% frente al dólar sólo en abril.

Un modelo en miniatura de una tubería de gas sobre un billete de 200 rublos y una bandera rusa. La recuperación de la economía europea dependerá en gran medida de la resolución de la guerra en Ucrania y si Putin utiliza el gas como un arma más. REUTERS/Dado Ruvic
Un modelo en miniatura de una tubería de gas sobre un billete de 200 rublos y una bandera rusa. La recuperación de la economía europea dependerá en gran medida de la resolución de la guerra en Ucrania y si Putin utiliza el gas como un arma más. REUTERS/Dado Ruvic

Sin embargo, nadie cree que la crisis energética vuelva a sumir de inmediato a la UE en la recesión. “Europa todavía tiene muchas respuestas económicas y de política fiscal disponibles”, escribió Mark Haefele, director de inversiones de la banca UBS, en una nota a sus clientes.

Esto es cierto si no se produce un cierre total del suministro ruso a Alemania. En ese caso, la recesión europea y, por ende, global, sería una alternativa más cercana. “Las fábricas alemanas tendrían que frenar la producción o incluso cerrar. Algunas industrias clave podrían perderse para siempre, y de hecho es difícil evaluar todas las consecuencias. Pero Rusia también depende en gran medida de los ingresos procedentes de las exportaciones de energía, ya que representan su último gran salvavidas”, explicó al New York Times, Jonathan Hackenbroich, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Los cinco principales institutos de investigación económica de Alemania afirmaron en un trabajo en conjunto publicado la semana pasada que un embargo energético total, si se aplicara inmediatamente, reduciría el crecimiento económico anual de la Unión Europea este año y el siguiente en un 3% acumulado, al tiempo que aumentaría la inflación aproximadamente un punto porcentual en ambos años.

El escenario más cruel sería así: el gas natural tendría que ser racionado a partir del comienzo del próximo año, y partes de la industria europea deberían que ser “apagadas” durante cuatro meses para permitir a los ciudadanos seguir calentando sus casas durante la temporada de mayor frío. Por ahora, Rusia utilizó su arma más poderosa en forma parcial y es probable que lo siga haciendo así mientras el conflicto se mantenga en los márgenes en los que se encuentra. Ahora, si la guerra se extiende demasiado en el tiempo y el espacio agotando el esfuerzo bélico ruso y Putin se ve acorralado sin poder cantar algún tipo de victoria, aunque sea pírrica, el escape de gas ruso podría sería devastador.

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