El último golpe fue en un importante depósito de combustible a menos de 100 kilómetros de la frontera ucraniana. Antes habían sido el descarrilamiento de trenes, incendios de centros de almacenamiento de petróleo, un gasoducto. Los sabotajes dentro del territorio ruso se vienen sucediendo desde comienzos de este mes. Y a esto hay que sumarle la “inestimable ayudita” de algunos amigos como los trabajadores ferroviarios de Bielorrusia que impidieron el paso de varios trenes con suministros para las tropas rusas cuando estas estaban en cercando Kyiv. Y, ahora, algunas acciones también en el suroeste, en Transnistria, la región separatista pro-rusa enclavada entre el territorio ucraniano y el de Moldova. Ucrania está llevando la guerra más allá de las líneas enemigas.
En la madrugada del martes, ardió el depósito de combustibles de Bryansk, operado por la estatal rusa Transneft, y que forma parte del oleoducto de Druzhba que lleva petróleo a Europa. La prensa rusa informó que fueron dos explosiones, la primera se registró en el depósito principal de 10.000 toneladas de combustible, y la segunda en unos tanques de uso militar que contenían otras 5.000 toneladas. El analista británico Rob Lee que analizó el video de una cámara de seguridad de la planta dijo al diario The Telegraph que “lo más probable es que se tratara de un sabotaje…Si bien el sonido es defectuoso, parecería que son dos misiles los que alcanzan a los tanques de combustible”. Y que podrían ser obra de los misiles balísticos tácticos Tochka-U que posee el ejército ucraniano y que pueden alcanzar tranquilamente la distancia de menos de 100 kilómetros que hay hasta la frontera. “El objetivo fue destruir este centro de abastecimiento de tanques y camiones rusos que van y vienen al frente”, agregó Lee.
De acuerdo al canal Baza de la red Telegram, asociado a las fuerzas de seguridad rusas, el incendio fue provocado por dos drones ucranianos. La división especial criminal de la policía rusa anunció que había lanzado una investigación del caso. En realidad, los agentes especiales ya estaban trabajando en esa misma ciudad donde se produjeron otros extraños incendios en los últimos días, según dos medios locales.
En la región de Bryansk hubo otros ataques. Varios misiles estallaron contra una línea de edificios residenciales que dejaron siete heridos. Y a fines de la semana pasada descarriló allí un tren que se dirigía hacia el sur con material bélico. La policía local dijo que había sido un accidente por el deslizamiento de tierra sobre las vías, pero el gobernador de la región de Kursk informó que inmediatamente después del descarrilamiento, dos drones ucranianos habían sido derribados en esa zona, dentro del territorio ruso.
El primer golpe de la resistencia ucraniana por detrás de las líneas enemigas, del que tengamos información, ocurrió el 1 de abril cuando un helicóptero disparó contra otro depósito de combustible en la ciudad rusa de Belgorod, que se levanta inmediatamente después de la frontera frente a la ucraniana Kharkiv. Doce días más tarde, allí en las afueras de esa misma ciudad, fue atacado un nudo ferroviario por donde están llegando los suministros para las tropas que lanzaron la ofensiva en la región del Donbás.
El jueves pasado se desarrolló una operación mucho más compleja en la ciudad de Tver, a 130 kilómetros al noroeste de Moscú. Allí se prendió fuego el Centro de Investigación Aeroespacial, donde se desarrollan los sistemas de defensa rusos. Esta acción, aparentemente no fue provocada por misiles o drones, sino que habría actuado un escuadrón de saboteadores infiltrados. La versión oficial difundida por la prensa estatal moscovita habló de un cortocircuito como la causa del incendio. Murieron 17 personas y otras 25 resultaron heridas.
El ejército ucraniano tiene varias unidades que podrían haber sido desplegadas dentro de Rusia. Las SSO, o Fuerzas de Operaciones Especiales, se reorganizaron en una única dirección de comandos en el ministerio de Defensa en 2016. Está estructurada con el modelo de organizaciones similares en los países de la OTAN e incluye unidades con funciones similares a las del SAS británico y los Seals de la Marina estadounidense.
También están los Alfa, una unidad que depende del SBU, el servicio de seguridad ucraniano, que tiene sus raíces en la unidad de fuerzas especiales soviética del mismo nombre. Actuaron en el ámbito nacional para luchar contra la delincuencia organizada, pero también se sabe que participa en operaciones militares.
La prensa rusa asegura que estas unidades ucranianas están teniendo el apoyo de las famosas SAS británicas (Special Air Service), míticos comandos que actúan al servicio de la Corona desde la II Guerra Mundial. Se especializan en la lucha contrainsurgente, el combate al terrorismo y el sabotaje. Los informes hablan de una unidad de elite de 20 comandos que entrenan en el terreno a sus pares ucranianos. A principios de año, el gobierno británico tuvo en Kyiv una nutrida delegación militar que entrenó a los oficiales en el uso de armas antitanque. Oficialmente dejaron el país el 17 de febrero, una semana antes de la invasión rusa. Ahora, el ministerio de Defensa en Londres dijo lo usual en estos casos: “No hacemos comentarios sobre las SAS”.
Ucrania ya tuvo la ayuda de otros “amigos”: los trabajadores ferroviarios de Bielorrusia. Simples ataques por parte de los operadores de la línea de trenes que debía abastecer a las tropas rusas que invadieron el país usando el territorio bielorruso, provocaron irrupciones fundamentales para que las líneas de suministro se interrumpieran. Este fue un factor fundamental para que las tropas de Vladimir Putin fracasaran en su intento de tomar Kyiv. Con sabotajes simples como la desconexión de las señales y los paneles de cambios de vías, lograron detener toda la línea de abastecimiento de las fuerzas rusas.
“No puedo decir que fuimos el factor fundamental para que los rusos se tuvieran que retirar del norte ucraniano, pero fuimos de gran ayuda”, dijo a Yuri Ravavoi, un sindicalista de la Unión Ferroviaria de Bielorrusia y activista contra la dictadura de Alexander Lukashenko, ahora exiliado en Varsovia.
El sabotaje de las líneas ferroviarias es parte de la historia de la región. En Bielorrusia denominan como “La Guerra de las Vías” a las acciones realizadas por los trabajadores que boicotearon las actividades de traslado del ejército nazi alemán durante la II Guerra Mundial. El mismo tipo de acciones fueron llevadas a cabo por los partisanos de la resistencia en Ucrania y Polonia.
Ochenta años más tarde, la resistencia bielorrusa también es tomada como base para la creación de un movimiento similar en Ucrania que ya está actuando dentro de las ciudades ocupadas y detrás de las fronteras. Está integrada por sindicalistas, ex agentes de inteligencia entrenados bajo la ex Unión Soviética y jóvenes hackers especializados en ciberguerra. Yuliana Shemetovets, una disidente bielorrusa exiliada en Nueva York, con conocimiento del tema, le dijo a la cadena de televisión ABC que “la empresa que maneja nuestros ferrocarriles todavía usa Windows XP como sistema operativo. Es muy fácil entrar y hacer lo que queramos”. De acuerdo a Shemetovets, fueron esos hackers bielorrusos conectados con colegas rusos, polacos y ucranianos quienes habrían logrado desbaratar el avance del convoy de 60 kilómetros que se aproximaba el 11 de marzo para el asalto a Kyiv.
Y a la red de resistencia a la invasión rusa también parecieran haberse sumado los moldovanos. En las últimas horas hubo una serie de atentados contra las torres de transmisión de la radio y televisión en idioma ruso del territorio separatista de Transnistria, un enclave ubicado entre los territorios de Ucrania y Moldovia. También fue atacada la sede de los servicios de inteligencia pro-rusos instalado allí. En ese territorio, el régimen de Vladimir Putin mantiene una importante unidad militar que guarda 20.000 toneladas de municiones. Este podría ser el próximo frente de la guerra que abran los rusos. Desde allí podrían atacar la ciudad de Odessa y terminar de cerrar el corredor sur y Este dentro del territorio ucraniano que Putin quiere conquistar. Allí, también, se encontrará con la resistencia que ya lo está atacando dentro de su propio territorio.
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