Singapur ejecutó este miércoles a un preso malasio con discapacidad intelectual condenado a muerte por narcotráfico, pese a las críticas de la comunidad internacional y las peticiones para la suspensión de la sentencia.
Nagaenthran –Nagen- Dharmalingam, de 34 años, fue ahorcado esta mañana en la prisión de Changi, confirmó a Efe la activista Kirsten Han, coordinadora de la ONG Transformative Justice Collective, desde el exterior de la cárcel, donde aguardó a que el hermano del preso, Navin, identificara el cadáver
Un tribunal de Singapur rechazó la víspera la apelación final presentada por la madre del malasio, quien padecía una discapacidad intelectual y cuyo caso ha despertado las críticas de la Unión Europea y la ONU, que esta semana pidió que se parara la ejecución, así como inusuales protestas en la semiautoritaria isla.
Al menos 300 personas se concentraron el lunes en el parque Hong Lim de Singapur –el único lugar donde el gobierno permite la convocatoria de protestas- para pedir la suspensión de la ejecución de Nagen y de otro preso malasio, Datchinamurthy Kataiah, también condenado a muerte por narcotráfico y quien en principio será ahorcado –el método de ejecución empleado en la isla- el viernes.
Nagen fue arrestado en abril de 2009 por introducir 42,72 gramos de heroína en Singapur, que tiene una de las leyes anti drogas más draconianas del planeta y permite la imposición de la pena de muerte a partir de los 15 gramos de contrabando de dicha sustancia.
Los abogados del malasio, que ha pasado más de una década en el corredor de la muerte, habían presentado numerosas apelaciones para suspender su ejecución alegando la discapacidad intelectual de Nagen, quien tenía un cociente intelectual de 69 (un nivel que cualifica como deficiencia), según sus abogados y activistas.
Las peticiones fueron desestimadas por los jueces, quienes consideraron que el malasio era consciente de lo que hacía cuando fue detenido.
La Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos urgió el lunes al Gobierno de Singapur a detener las ejecuciones de Nagen y Datchinamurthy, este último condenado a muerte en 2011 por importar cerca de 45 gramos de heroína en la isla.
Activistas como Han alertan de que la casi saturación actual en el corredor de la muerte está derivando en una aceleración de las ejecuciones tras dos años de parón; en menos de un mes dos presos han sido ejecutados, el primero el 30 de marzo, un singapurense también condenado por narcotráfico, y el malasio este miércoles.
(Con información de EFE)
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