La prestigiosa escritora y Premio Pulitzer Anne Applebaum junto al periodista Jeffrey Goldberg -editor en jefe de The Atlantic- entrevistaron al presidente ucraniano Volodimir Zelensky quien se refirió a la segunda fase de la invasión rusa a su país y habló sobre las posibilidades de una victoria aún en la derrota militar. En su lugar de trabajo en Kiev, la capital, el líder europeo explicó al renombrado medio lo que Ucrania necesita para sobrevivir. Pero también se refirió al precio que su pueblo ya ha pagado desde el 24 de febrero hasta la actualidad, cuando se cumplen 51 días de intrusión.
A continuación los párrafos más destacables de The Atlantic:
“Kiev es ahora medio normal. Los tanques rusos quemados han sido retirados de las carreteras de acceso a la ciudad, los semáforos funcionan, el metro funciona y se pueden comprar naranjas. Una alegre orquesta de balalaika actuaba para los refugiados que regresaban a la estación de tren principal a principios de esta semana, el día que llegamos para conocer a Volodimir Zelensky, el presidente de Ucrania”, señalan los autores.
“La normalidad es engañosa. Aunque los rusos fracasaron en su campaña de apertura, siguen bombardeando la capital y ahora se están reuniendo en el este para un nuevo ataque a Ucrania. Zelensky tiene que preparar a su país, y al mundo, para unas batallas que podrían ser más mortíferas que todo lo visto hasta ahora. El general a cargo de la defensa de Kiev, Alexander Gruzevich, nos dijo durante un recorrido por los devastados suburbios del noroeste que espera que los rusos intenten volver a la capital utilizando una táctica intensificada de ‘tierra arrasada’ en el camino: destrucción total mediante artillería terrestre y ataques aéreos, seguida de la llegada de tropas”, prosiguieron.
Applebaum y Goldberg continúan: Cuando nos reunimos con Zelensky en Kiev el martes por la noche, nos dijo lo mismo: el optimismo que expresan actualmente muchos estadounidenses y europeos -e incluso algunos ucranianos- es injustificado. Si los rusos no son expulsados de las provincias orientales de Ucrania, dijo Zelensky, “pueden volver al centro de Ucrania e incluso a Kiev. Es posible. Ahora no es el momento de la victoria”. Ucrania puede ganar -y con “ganar” se refiere a seguir existiendo como Estado soberano, aunque permanentemente asediado- sólo si sus aliados en Washington y en toda Europa se mueven con presteza para armar suficientemente al país. “Tenemos una oportunidad muy pequeña”, dijo.
“Era tarde cuando nos reunimos con Zelensky en su recinto. Las calles circundantes estaban atrincheradas y vacías, y el propio edificio estaba casi totalmente a oscuras. Unos soldados con linternas nos condujeron a través de un laberinto de pasillos con sacos de arena hasta una sala sin ventanas y muy iluminada, adornada únicamente con banderas ucranianas. No hubo un protocolo formal, ni una larga espera, ni nos dijeron que nos sentáramos en el extremo de una mesa alargada. Zelensky, el cómico que se ha convertido en un icono mundial de la libertad y la valentía, entró en la sala sin hacer ruido”, señalaron los autores.
La autora de El Telón de Acero y el editor de The Atlantic subrayaron la particular entrada de Zelensky al lugar en el que lo entrevistaron: “¡Hola!”, dijo, alegremente, y luego procedió a quejarse de su espalda. (“Tengo espalda, y por eso tengo algunos problemas, ¡pero está bien!”). Nos agradeció que no filmáramos la entrevista: Aunque ha sido un actor profesional de televisión durante toda su vida adulta, es un alivio no ser filmado de vez en cuando.
“Tanto dentro como fuera de la cámara, Zelensky se comporta con una deliberada falta de pretensiones. En una parte del mundo en la que el liderazgo suele implicar una postura rígida y unos modales pomposos -y en la que la señalización de la autoridad militar requiere, como mínimo, unas charreteras muy visibles-, él, en cambio, evoca simpatía y sentimientos de confianza precisamente porque suena, en palabras de un conocido ucraniano, ‘como uno de nosotros’. Es una especie de anti-Putin: En lugar de telegrafiar una superioridad asesina de ojos fríos, quiere que la gente lo entienda como un hombre común, un padre de mediana edad con problemas de espalda”, enfatizaron.
“Comenzamos la entrevista recordando a Zelensky, presidente judío de un país mayoritariamente cristiano ortodoxo y católico, que sus palabras iban a aparecer el Viernes Santo del calendario occidental y justo antes del primer seder de la Pascua judía, una fiesta que marca la liberación de una nación esclavizada de un malvado dictador”.
“‘Tenemos faraones en los países vecinos’, dijo Zelensky, sonriendo. (El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, es, en la mente de muchos ucranianos, una especie de faraón adjunto a Putin). Pero aunque los ucranianos se enfrentan a un enemigo formidable, no anhelan un éxodo: ‘No nos vamos a ninguna parte’. Tampoco planea Zelensky pasar 40 años vagando por el desierto. ‘Ya tenemos 30 años de nuestra independencia. No me gustaría que lucháramos por nuestra independencia durante otros 10 años’”, escribieron Applebaum y Goldberg.
“La invasión rusa le ha hecho dudar de si todavía es posible asociar la religión con la moral. ‘No entiendo cuando los representantes religiosos de Rusia’ -aquí se refería al patriarca pro-Putin de la Iglesia Ortodoxa Rusa- ‘dicen que dan poder a los soldados para que maten a los ucranianos’. Y lo que es peor, ‘no puedo entender cómo un país cristiano, la Federación Rusa, con la mayor comunidad ortodoxa del mundo, esté matando gente en estos mismos días’. Durante la temporada de Pascua, los rusos están planeando ‘una gran batalla en Donbas’, la región ocupada por Rusia en el extremo oriental de Ucrania. ‘Este no es un comportamiento cristiano en absoluto, según tengo entendido. En Pascua matarán, y los matarán’”.
Applebaum y Godberg continuaron: Como resultado, muchos ucranianos van a pasar la temporada santa bajo asedio, escondidos en sótanos. Otros no vivirán para ver la fiesta en absoluto. Hace apenas unas horas, a primera hora de la mañana del viernes, las bombas rusas volvieron a golpear Kiev. “Definitivamente, Ucrania no está de humor para celebrar”, dijo Zelensky. “La gente suele rezar por el futuro de sus familias y sus hijos. Creo que hoy rezarán por el presente, para salvar a todos”.
“Zelensky pasa gran parte de su tiempo al teléfono, en Zoom, en Skype, respondiendo a las preguntas de presidentes y primeros ministros, a menudo las mismas preguntas, repetidas hasta la saciedad. ‘Me gustan las preguntas nuevas’, dice. ‘No es interesante responder a las preguntas que ya has oído’. Se siente frustrado, por ejemplo, por las repetidas peticiones de su lista de deseos de sistemas de armas. ‘Cuando algunos dirigentes me preguntan qué armas necesito, necesito un momento para calmarme, porque ya se lo dije la semana anterior. Es el día de la marmota. Me siento como Bill Murray’”.
“Dice que no tiene más remedio que seguir intentándolo. ‘Vengo y digo que necesito esta arma en particular. Ustedes la tienen y aquí está; sabemos dónde está guardada. ¿Puede dárnosla? Podemos incluso volar con nuestros propios aviones de carga y recogerla; podemos incluso enviar tres aviones al día. Necesitamos vehículos blindados, por ejemplo. Y no uno por día. Necesitamos de 200 a 300 por día. No son taxis personales, sólo para mí; nuestros soldados necesitan transporte. Hay vuelos disponibles, se puede organizar todo, podemos hacer toda la logística’”.
Esa lista incluye, según cuentan los autores de la nota: sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple; vehículos blindados (transporte de personal, de infantería, entre tantos otros); tanques T-72 o tanques similares de Estados Unidos o Alemania; sistemas de defensa aérea S-300, “BUK” o equivalentes occidentales; aviones militares, los que Ucrania considera esenciales. Piezas de artillería.
“No es que los distintos presidentes y primeros ministros que profesan su simpatía por la causa ucraniana no quieran ayudar, dijo Zelensky: ‘No están en contra de nosotros. Simplemente viven en una situación diferente. Mientras no hayan perdido a sus padres e hijos, no sienten lo mismo que nosotros’. Hace la comparación con las conversaciones que mantiene con los extraordinarios defensores de Mariupol, la ciudad portuaria asediada del Mar Negro en la que pueden haber muerto hasta ahora 21.000 civiles. ‘Por ejemplo, dicen: ‘Necesitamos ayuda; tenemos cuatro horas’. Y ni siquiera en Kiev entendemos qué son cuatro horas. En Washington seguro que no lo entienden. Sin embargo, estamos agradecidos a Estados Unidos, porque los aviones con armas siguen llegando’”.
“El jefe de gabinete de Zelensky, Andriy Yermak, habló con nosotros más tarde esa noche, y también expresó su confusión sobre el ritmo al que se mueve la administración Biden. Washington está proporcionando nuevas armas cada día, y el presidente Joe Biden acaba de comprometerse con 800 millones de dólares adicionales para la defensa de Ucrania. Yermak nos dijo que él y Zelensky tienen relaciones sólidas con muchos actores estadounidenses clave, una ruptura con la administración anterior, que retiró a su embajador justo antes de la ‘llamada telefónica perfecta’ de Donald Trump con Zelensky (la llamada que desencadenó la primera destitución) y nunca la reemplazó. Biden, dijo Yermak, es ‘un hombre en el que se puede confiar, no sólo un político’. Tuvo elogios para los secretarios de Estado y de Defensa, y para los líderes del Congreso. Y elogió al asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan: ‘No hay un solo minuto en el que no hayamos hablado específicamente o en sustancia’, dijo”.
“¿Así que todo el mundo es genial, pero las armas no llegan lo suficientemente rápido? ‘Por favor, dígame con quién más debo hablar’, dijo Yermak”.
Applebaum y Goldberg continuaron: Zelensky entiende que su tarea no consiste simplemente en hacer peticiones de armas y expresar urgencia, sino también en superar los viejos estereotipos de Ucrania como país corrupto e incompetente, así como la propaganda rusa que niega a Ucrania el derecho a ser un Estado. Quiere presentar una imagen de Ucrania como un Estado moderno y liberal, unificado por un nacionalismo cívico y no puramente étnico.
“Estados Unidos, Gran Bretaña, la UE y los países europeos siempre han sido escépticos respecto a nuestro desarrollo, a nuestra “europeidad””, dijo Zelensky. Pero ahora “muchos de ellos han cambiado su visión de Ucrania y nos ven como iguales”. No tiene tiempo para las instituciones internacionales. Cuando se le pregunta por el papel de las Naciones Unidas en la defensa de Ucrania, uno de sus Estados miembros, frente a Rusia, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, pone los ojos en blanco y hace una mueca tragicómica. “Menos mal que no tenemos un vídeo”, dice. “Sólo hay que describir con palabras lo que se ve en mi cara”. Tanto Zelensky como Yermak han estado pensando y hablando sobre cómo podrían ser las instituciones internacionales alternativas. Tal vez debería haber una lista de violaciones de los derechos humanos o de crímenes de guerra que desencadenen respuestas automáticas, nos sugirió Yermak. Ahora mismo, el proceso de emitir declaraciones, anunciar sanciones, dar respuestas de cualquier tipo es demasiado complejo, demasiado burocrático y, sobre todo, demasiado lento.
“Pero si los líderes occidentales pueden frustrar a Zelensky, los rusos lo envían a la desesperación. De vez en cuando, desde que comenzó la guerra, ha hablado en ruso y se ha dirigido al público ruso, algo que está acostumbrado a hacer: Es lo que antes hacía para ganarse la vida. Su productora de cine y televisión era una de las mayores de la región, con una oficina en Moscú y espectadores en toda la antigua Unión Soviética”.
“Su fructífera relación con Rusia y los rusos llegó a su fin en 2014, cuando la gente que conocía desde hacía años dejó de hablarle: ‘Simplemente no me esperaba que la gente, muchos compañeros, conocidos -pensaba que eran amigos, pero no lo eran- dejaran de coger el teléfono’. Desde entonces, mucha gente que conoce ha cambiado, ‘se ha vuelto más brutal’. A medida que Rusia ha ido cerrando alternativas a los medios de comunicación estatales -cerrando periódicos, canales de televisión y emisoras de radio independientes-, Zelensky se ha dado cuenta de que sus antiguos conocidos se han retirado aún más. ‘Incluso esa pequeña parte de gente inteligente, que estaba allí, empezó a vivir en esta burbuja informativa’, y le resulta muy difícil abrirse paso. ‘Es el virus de Corea del Norte. La gente recibe mensajes integrados absolutamente verticales. La gente no tiene otro camino; vive en él’. Tiene claro el autor de los mensajes: ‘Putin ha invitado a la gente a este búnker de información, por así decirlo, sin que lo sepan, y viven en él. Es, como cantaban los Beatles, un submarino amarillo’”.
El texto prosigue: Ahora, cuando la propaganda rusa se vuelve más barroca, a veces le cuesta saber cómo procesarla. Tal vez por eso recurre a menudo a analogías culturales: “La forma en que dicen que nos comemos a la gente aquí, que tenemos palomas asesinas, armas biológicas especiales... Hacen vídeos, crean contenidos y muestran pájaros ucranianos que supuestamente atacan sus aviones. Putin y Lukashenko hacen que parezca una especie de Monty Python político”.
“Para que Ucrania tenga un futuro seguro, dice, habrá que romper la barrera informativa rusa. Los rusos no sólo necesitan tener acceso a los hechos; necesitan ayuda para entender su propia historia, lo que han hecho a sus vecinos. Por el momento, dice Zelensky, ‘tienen miedo de admitir su culpa’. Los compara con ‘los alcohólicos [que] no admiten que son alcohólicos’. Si quieren recuperarse, ‘tienen que aprender a aceptar la verdad’. Los rusos necesitan líderes que elijan, líderes en los que confíen, ‘líderes que puedan llegar y decir: ‘Sí, lo hicimos’. Así es como funcionó en Alemania’”.
“A lo largo de la conversación, Zelensky hizo gala de sus dotes de espontaneidad, ironía y sarcasmo. No contó chistes, exactamente, pero dijo que no puede desprenderse del humor por completo. ‘Creo que cualquier persona normal no puede sobrevivir sin él. Sin sentido del humor, como dicen los cirujanos, no serían capaces de realizar cirugías, de salvar vidas y también de perder gente. Sencillamente, perderían la cabeza sin humor’”.
Applebaum y Goldberg continúan con la entrevista: Lo mismo ocurre ahora con los ucranianos: “Podemos ver la tragedia que tenemos, y es difícil vivir con ella. Pero hay que vivir con ello... No puedes tomarte en serio lo que dicen cada día los políticos rusos y Lukashenko. Si te lo tomas en serio, más vale que te cuelgues”.
¿Tiene Putin miedo al humor?, le preguntan los autores del artículo de The Atlantic.
“‘Mucho’”, dijo Zelensky. El humor, explicó, revela verdades más profundas. La famosa serie de televisión que protagonizaba Zelensky, Siervo del Pueblo, se burlaba de la pomposidad de los políticos ucranianos, atacaba la corrupción y presentaba al pequeño como un héroe; muchos de sus sketches eran ingeniosas sátiras de los líderes políticos y sus actitudes. ‘A los bufones se les permitía decir la verdad en los reinos antiguos’, dijo, pero Rusia ‘teme la verdad’. La comedia sigue siendo ‘un arma poderosa’ porque es accesible. ‘Los mecanismos complejos y las formulaciones políticas son difíciles de entender para los humanos. Pero a través del humor, es fácil; es un atajo’”.
En otro tramo de la entrevista con el presidente ucraniano, los autores plantean los costos que debió padecer el pueblo que lidera para enfrentar a los invasores de Putin. “El humor en Ucrania es ahora principalmente del tipo más oscuro. En algunos momentos, Zelensky parecía aturdido por la crueldad de todo ello. Intentó explicar por qué no puede sentir -porque la mayoría de los ucranianos no pueden sentir- mucha satisfacción por sus victorias en el campo de batalla. Sí, expulsaron al poderoso ejército ruso de la parte norte del país. Sí, mataron, según sus cálculos, a más de 19.000 soldados rusos. Sí, afirman haber capturado, destruido o dañado más de 600 tanques. Sí, dicen haber hundido el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro. Sí, han cambiado la imagen de su país, y su comprensión de sí mismos. Pero el precio ha sido colosal”.
“Demasiados ucranianos, nos dijo Zelensky, no murieron en la batalla, sino ‘en el acto de la tortura’. Los niños se congelaron escondidos en los sótanos; las mujeres fueron violadas; los ancianos murieron de hambre; los peatones fueron abatidos en la calle. ‘¿Cómo podrá esta gente disfrutar de la victoria?’, preguntó. ‘No podrán hacer a los soldados rusos lo que [los rusos] hicieron a sus hijos o hijas... así que no sienten esta victoria’. La verdadera victoria, dijo, sólo llegará cuando los autores sean juzgados, condenados y sentenciados”.
“¿Cuánto tiempo tenemos que esperar?”, interroga.
“De repente, lo convirtió en algo personal. Tiene dos hijos, nos recordó. ‘Mi hija tiene casi 18 años. No quiero imaginarme, pero si le hubiera pasado algo a mi hija, no me habría conformado con que el ataque hubiera sido repelido y los soldados hubieran huido’, dijo. ‘Habría buscado a esas personas y las habría encontrado. Y entonces sentiría la victoria’”, señalan los periodistas.
- ¿Qué habría hecho al encontrarlos?
- No lo sé. Todo.
“Luego, como si recordara el papel que le ha dado la historia, como avatar de la civilización democrática que se enfrenta a la crueldad de un régimen sin ley, se puso reflexivo. ‘Te das cuenta de que si quieres ser miembro de una sociedad civilizada, tienes que calmarte, porque la ley lo decide todo’”.
“No habrá una victoria completa para la gente que perdió a sus hijos, familiares, maridos, esposas, padres. A eso me refiero”, dijo. “No sentirán la victoria, ni siquiera cuando nuestros territorios sean liberados”.
* Este nota se publicó originalmente en The Atlantic.
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