Los ucranianos se están preparando para una ofensiva rusa hacia el norte desde Mariupol y hacia el sur desde los alrededores de Kharkiv. Les espera un mes de duros combates. Las unidades rusas se van a concentrar en esa área del corazón del Donbás. La artillería contará con el apoyo más intenso de la aviación que, en muchos casos, se mantendrá dentro del espacio aéreo ruso y disparará sus misiles desde allí. El objetivo será rodear a las tropas ucranianas en la zona de operaciones de las fuerzas conjuntas establecido desde la invasión rusa de 2014 y con la creación de los enclaves separatistas de Luhansk y Donetsk. Aunque los generales ucranianos piensan que tienen grandes posibilidades de resistir el embate. Saben que la mejor opción son las unidades pequeñas y con movimiento permanente que ya utilizaron con éxito en Kyiv. Una táctica de “artillería guerrillera” con tanques ligeros, lanzamisiles de hombro y baterías movibles. Esto debería imponer un fuerte ritmo de desgaste a sus adversarios. Será una lucha bastante pareja, agotadora y sangrienta.
El ejército ruso arrastra los mismos problemas de abastecimiento y baja moral de las tropas que lo llevó al fracaso en la toma de Kyiv. Sigue reagrupando a esas fuerzas en las ciudades rusas de Belgorod y Voronezh, pero estos soldados no estarán en condiciones de volver al combate por al menos dos semanas más. El Estado Mayor ucraniano informó ayer que entre las unidades replegadas estaban el 41º Ejército de Armas Combinadas y de la 90ª División de Tanques rusos. “Los informes ucranianos sugieren que la moral y la voluntad de luchar siguen siendo bajas en algunas unidades y zonas rusas”, dice el último informe de situación del Institute for the Study of War (ISW).
Uno de los problemas que están enfrentando los comandantes rusos para disciplinar a la tropa es que los soldados no están recibiendo los salarios correspondientes. “Los incentivos financieros prometidos para participar en el combate en Ucrania no han sido entregados a algunas unidades como se había prometido. Los soldados de la 47ª División de Tanques de la Guardia del 1er Ejército de Tanques no recibieron el pago adicional esperado por participar en las operaciones en Ucrania y la dirección militar ignoró los llamamientos para los pagos”, comentó el ISW.
Y la División de Inteligencia del ejército ucraniano, el GUR, afirmó que “las tropas rusas se niegan a participar en los combates debido al número de cadáveres que regresan a Rusia desde Ucrania” y que los militares rusos están enviando los cuerpos en lotes más pequeños para evitar causar pánico en las comunidades locales. Las estimaciones más conservadoras ponen las bajas rusas en 20.000 y algunas organizaciones que hicieron recuentos de soldados muertos en Afganistán e Irak hablan de más de 30.000.
Un informe del servicio de la BBC en ruso recopiló la información de 1.083 soldados y oficiales muertos en acción en Ucrania. Comprobó que la gran mayoría de ellos prevenía de las zonas más deprimidas económicamente de Rusia. Particularmente, la zona de Dagestán, con un nivel de desempleo (15%) cuatro veces más alto que el promedio nacional. Estos militares cobran 500 dólares al mes cuando un sueldo básico en la región es de 400 dólares. Pero en esta “operación especial”, se podía incrementar hasta los 1.200 dólares mensuales para los soldados rasos y a 1.600 para cabos y sargentos.
Esto nos devuelve a un campo de batalla bastante particular. Aún si resuelve el problema de los pagos y de las bajas, a fin de mes las fuerzas de Putin se enfrentarán a un punto de inflexión. Podría estar ganando la guerra del Donbás, pero llegar con unas tropas agotadas, desmoralizadas y sin ningún incentivo para permanecer allí. Ucrania tampoco tendrá ningún incentivo para aceptar un alto el fuego que equivaldría a permitir que Rusia se anexionará progresivamente su territorio. Será el momento en el que los generales rusos tendrán que decidir si continúan la guerra y si el objetivo volverá a ser el de tomar la capital ucraniana.
En esa situación, Rusia necesitará rotar las unidades de combate. Ya no tendrá tropas frescas o descansadas en la retaguardia, tendrá que movilizar las reservas y retener su último flujo de reclutas. Así comenzaría nuevamente el círculo de sus problemas: graves deficiencias de infraestructura y abastecimiento, baja moral, falta del pago de sueldos. Algo que retrasaría una nueva ofensiva rusa durante al menos otros dos meses mientras se equipan y preparan las nuevas unidades. Y todo esto, si es que las sanciones económicas no recortan decididamente el presupuesto de guerra.
Para entonces, las unidades ucranianas también estarán muy mermadas y extenuadas. En ese momento se verá si Occidente estará dispuesto a hacer lo que hasta ahora no se atrevió y adquiere una posición mucho más proactiva para apuntalar a las fuerzas de Kyiv. Tendrá que equipar y entrenar a los soldados ucranianos -junto a las brigadas internacionales que vayan a reforzarlos- en tiempo récord. “Eso requerirá el entrenamiento en nuevos sistemas y la reconstitución de algunas unidades ucranianas, así como la sustitución de equipos clave. Si los aliados de Ucrania no inician ese proceso ahora, corren el riesgo de verse atrapados una vez más entre lo que Ucrania necesita y lo que su ejército puede absorber a tiempo”, explicó en un análisis de la situación militar el sito especializado warontherocks.com.
Hasta ahora, lo que recibieron los ucranianos -al menos en público-, como una docena de tanques T-72 de la República Checa, 10 drones Switchblade 600 de Estados Unidos o 120 vehículos blindados del Reino Unido, no es suficiente para cambiar la balanza militar. Será imprescindible que le lleguen más aviones y baterias de misiles como los cazabombarderos MIG-29M que tiene que enviar Egipto en una triangulación por la que Estados Unidos le entrega a El Cairo aviones F-16 más modernos.
Pero todo esto lleva un proceso complicado. La mayoría de las aeronaves occidentales modernas llevan instalados equipos de comunicaciones y de navegación con información sensible que la OTAN no está dispuesta a entregar a Rusia de ninguna manera. Retirarlos de las aeronaves que se enviarán a Ucrania llevará tiempo. Ese fue uno de los principales obstáculos que impidieron el envío de los MiG-29 polacos que Varsovia ofreció al principio del conflicto. “Estas aeronaves cuentan con mejoras de equipamiento de la OTAN (principalmente comunicaciones y aviónica) que habría que eliminar para evitar que se vean comprometidas. Y hay que tener en cuenta que los propios fuselajes son de un modelo más antiguo y menos letal, para empezar, y también están muy desgastados”, comentó Jack Watling, investigador del Royal United Services Institute.
Las guerras son organismos sumamente complejos. Cada elemento provoca una acción y su reacción hasta el infinito. El atraso en el pago de un sueldo o el sistema mejorado de navegación de un avión pueden ser sustanciales para el resultado en el campo de batalla. El Donbás no es una excepción. Es el nuevo laboratorio bélico, social y político a cielo abierto cuyos experimentos afectarán a todo el planeta.