“Una vez que tenemos una guerra sólo hay una cosa que hacer. Hay que ganarla. La derrota trae peores cosas que las que pudieran ocurrir en la guerra”. Lo escribió Ernest Hemingway. Sabía de qué hablaba. Había visto todo demasiado cerca. También entendía que el triunfo es el deseo básico de los que mandan a su pueblo a la masacre. Y que para lograr la victoria están dispuestos a todo. También lo están muchos otros hombres que saben que la guerra trae riqueza y poder. Proveen las armas que en cualquier conflicto siempre terminan siendo escasas. Eso es lo que está ocurriendo en Ucrania. Putin está dispuesto a ganar a cualquier costo. Occidente a pararlo. En el medio se encuentran los que tienen las armas y las entregan a cambio de enormes ganancias monetarias o políticas.
Irán es uno de los fabricantes de armas que quiere ganar influencia. Mete la cola y pone su ficha en la invasión a Ucrania. Rusia está recibiendo lanzamisiles, municiones y otros materiales militares procedente de Irak con la ayuda de las redes de contrabando de armas de los Guardias Republicanos iraníes. Según miembros de las milicias iraquíes respaldadas por Irán y servicios de inteligencia regionales con conocimiento del proceso que informaron a The Guardian de Londres, en los últimos días se entregaron a Rusia RPGs (granadas propulsadas por cohetes) y misiles antitanques, así como sistemas de lanzamiento de cohetes de diseño brasileño.
Los ayatollahs de Teherán también “donaron” un sistema de misiles Bavar 373 de fabricación iraní y “devolvieron” un S-300 que Moscú les había vendido hace unos meses, según una fuente que ayudó a organizar el transporte citada por el diario británico. Rusia e Irán son aliados militares que apoyan al régimen de Bashar al-Assad en la guerra de Siria. Y las milicias shiítas iraquíes apoyadas por Irán tienen un importante arsenal que obtuvieron en los últimos veinte años de guerra y conflictos varios en ese país desde la invasión estadounidense de 2003. Las milicias shiítas están oficialmente acopladas a las fuerzas armadas iraquíes desde 2016 y tuvieron un papel muy destacado en la lucha contra el Estado Islámico. Tienen acceso a armas muy sofisticadas.
De acuerdo a las fuentes consultadas por The Guardian, los RPG y los misiles antitanque de las milicias Hashd al-Shaabi, la más poderosa de los combatientes shiítas, fueron transportados a Irán a través del paso fronterizo de Salamja el 26 de marzo, donde fueron recibidos por los militares iraníes y llevados a Rusia por mar. El 1 de abril, Ḥashd al-Shaabi también desmanteló y envió por piezas dos sistemas de lanzacohetes Astros II de diseño brasileño, conocidos en Irak como la versión Sajil-60, fabricada bajo licencia, a Irán. “No nos importa a dónde vayan las armas pesadas porque no las necesitamos en este momento”, dijo uno de los comandantes de Hashd al-Shaabi. “Todo lo que sea antiestadounidense nos hace felices”.
Tres cargueros transportaron el cargamento de armas -dos de bandera rusa y uno de bandera iraní- cruzando el mar Caspio desde el puerto iraní de Bandar Anzali hasta Astracán, una ciudad rusa en el delta del Volga. “Lo que los rusos necesitan en Ucrania ahora mismo son esos misiles. Claro que requieren habilidad para transportarlos ya que son frágiles y explosivos”, dijo Yörük Işık, un experto en asuntos bélicos con sede en Estambul. “Tampoco es el tipo de actividad que captarían las imágenes por satélite, ya que se pueden transportar en grandes cajas y contenedores de transporte normales”.
Ese es el mismo tipo de armamento que necesita Ucrania para la defensa. “Las fuerzas terrestres ucranianas han hecho las mismas peticiones a sus aliados desde al menos 2019: defensa aérea de medio alcance, misiles antitanques, radares contrabatería, sistemas de contrafrancotiradores, drones y equipamiento básico para las fuerzas movilizadas. Como me explicó el teniente general Ruslan Komchak -vicepresidente del Comité de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania- días antes de la guerra, Ucrania quería librar una defensa móvil, maniobrando para contrarrestar los ejes de avance del enemigo, confundiendo los blindajes rusos, golpeando la artillería rusa desde más allá de la línea de visión y forzando luego una batalla de desgaste en un terreno complejo”, escribió el doctor Jack Watling, investigador del Royal United Services Institute.
Los aliados occidentales del gobierno de Kiev están proveyendo de ese armamento más adecuado para esta segunda fase de la guerra que se desarrolla en el Donbás, la región del este ucraniano de la que quiere apoderarse Vladimir Putin. Están llegando tanques T72, movilidad protegida y un flujo constante de armas antitanque, sistemas de defensa aérea portátiles y municiones de merodeo. También están en camino aviones que, paradójicamente, Rusia vendió recientemente a Egipto y que el gobierno del general Al Sisi entregará a Ucrania a cambio de que Estados Unidos les provea a ellos los más modernos F-16.
El gobierno de El Cairo adquirió 46 aviones MiG-29M, el último modelo ruso, junto con un complemento de misiles guiados por radar activo R-77 que Ucrania viene solicitado a la OTAN desde el comienzo de la invasión. Ese es el tipo de cazabombardero que están habituados a volar y operar los pilotos ucranianos y no requerirían de un entrenamiento de meses para poder utilizarlos. También están probados en esa geografía y serían muy efectivos para eliminar las baterías rusas ubicadas dentro de su propio territorio. Y la Fuerza Aérea egipcia sustituiría con agrado sus MiG-29M por los F-16 de fabricación estadounidense, que probaron ser sumamente efectivos en miles de misiones. Egipto ya vuela con un número considerable de F-16 y cuenta con la infraestructura necesaria para ampliar su flota. El Pentágono ya autorizó este canje que tiene antecedentes con ventas de cazas similares a Turquía y Taiwán.
En el primer mes de la guerra en Ucrania no hubo tiempo suficiente como para lograr estos traspasos de material bélico. Organizar un acuerdo tan complicado requiere un considerable trabajo diplomático y de análisis militar. En ese momento, pocos esperaban que Ucrania resistiera el ataque inicial. Ahora que el conflicto se prolonga, estas opciones son viables. El MiG-29M podría reforzar las defensas ucranianas para impedir un avance ruso más allá del Donbás y ofrecería protección para el oeste de Ucrania. “La entrega de municiones de merodeo Switchblade-600, por su parte, debería dotar a las fuerzas ucranianas de una herramienta para hostigar a las defensas aéreas rusas, creando potencialmente ventanas de oportunidad para operaciones aéreas más agresivas de toda la aviación ucraniana”, publicó el sito especializado warontherocks.com.
Se avecina un mes largo de combates en los que los dos bandos están confiados de tener una mejor situación de la que mantuvieron hasta ahora en el campo militar. El frente está acotado a un terreno de muchos menos kilómetros cuadrados del que tenía hasta ahora. Y con el nuevo armamento que están recibiendo de sus aliados, van a hacer la lucha más equilibrada. También más sangrienta. Mientras otras potencias regionales como Irán y Egipto juegan sus fichas y observan a la distancia.