Atónitos por los magros resultados de los partidos tradicionales y alarmados por una posible victoria de la ultraconservadora Marine Le Pen. Así han quedado la política francesa y los países socios europeos que traducen de los resultados peligros reales para el proyecto comunitario.
Cinco años después de las presidenciales del 2017, la segunda vuelta tendrá a los mismos rivales. Emmanuel Macron, el actual presidente, y Marine Le Pen, la líder ultraconservadora, terminaron primeros en la ronda inicial de votación el domingo 10 de abril. Los franceses deberán decidir el 24 de este mismo mes entre dos proyectos, en su conjunto, diametralmente opuestos, aunque algunos se esfuercen en encontrar ciertos temas de convergencia.
“Nada está decidido”, destacaba la prestigiosa revista Spiegel sobre la primera vuelta francesas. “En estos tiempos inimaginables”, todo es posible incluso “que alguien como Le Pen pueda acceder a la más alta función pública francesa”, subrayaba el diario liberal Die Zeit.
Más allá de los resultados, que definen esta próxima contienda, las primeras consecuencias confirman el curso de una descomposición del panorama político del país. Una Francia bipolar, dividida. Por un lado, un candidato, Macron que resulta más atractivo cuanto más asciende en el escalafón social y de ingresos, y en el electorado de derecha tradicional, donde ha progresado desde 2017. Incluso potenciado, en un contexto internacional, que lo ha promovido frente a la escasez de líderes a la altura de las circunstancias.
Pero hay otro hexágono, donde Marine Le Pen se ha apuntado, ajustando discurso. Mensaje para cautivar el apoyo de los sectores de rentas más bajas, golpeados por la inflación, apremiados por los apuros de un poder adquisitivo en declive. Un país agrietado entre las capas adineradas, frente a los trabajadores y jubilados. La división entre Francia desde arriba y Francia desde abajo, crece con fuerza, y se revelará en la próxima vuelta. Allí, no estará en pugna la vieja diatriba izquierda o derecha.
Una quinta República “en problemas” que Emmanuel Macron no supo enmendar. Durante 2017, el joven brillante nacido en Amiens, llegaba prometiendo que el país se alejaría de los extremos. Ahora muchos, que saben de esa promesa incumplida, llegan casi sin aliento para acompañarlo.
Sin embargo, los tiempos tormentos que se pronosticaban, una sensación de peligro sobre el acecho de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, movilizaron a los “macronistas” para moderar la agitación. Ahora, Emmanuel Macron mantiene un ligero colchón por delante de Marine Le Pen para la segunda vuelta de las presidenciales.
Según los datos provisorios del Ministerio del Interior, Macron logró un 27,6% de votos con el 97% de votos escrutados. Le sigue Le Pen con un 23,41%. Ambos, al ser los más votados, acceden a la segunda vuelta. En tercera posición quedó, persiguiendo a la ultraderechista, el aspirante por la izquierda populista Jean-Luc Mélenchon, con un 21,95%.
Otro dato singular es la cuasi extinción de dos partidos tradicionales. Los calamitosos resultados de Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, y la líder del Partido Republicano, Valérie Pécresse, dos agrupaciones históricas y vertebrales para la vida politica e institucional francesa, reflejan una sociedad particionada como nunca antes, reflejo de esta duodécima presidencial de la Quinta Republica. Resultados que emergen un trinomio, un dúo central con Macron y Le Pen, que definirán el 24 de abril, pero con un decisor importante, que surge de la izquierda radical de Mélenchon.
En el barómetro diario OpinionWay-Kéa Partners para el diario Les Echos publicado el lunes, el presidente saliente ganaría con el 55% de los votos frente al candidato de la Agrupación Nacional (45%) en la noche de la segunda vuelta.
En este sondeo, realizado tras el anuncio de los resultados de la primera vuelta, el inquilino del Elíseo avanzó 1 punto respecto al viernes pasado. Pero se mantiene lejos de su máximo que data de principios de marzo, cuando la intención de voto a su favor había alcanzado un máximo del 59%.
Por otro lado, más de 11 millones de franceses no fueron a votar, es decir, una cuarta parte de los habilitados y registrados. La abstención también estará al acecho de la segunda vuelta el 24 de abril. Según las medición, el 71% de los franceses inscritos en las listas electorales tiene intención de participar en la segunda vuelta de las elecciones. Una cifra por debajo del 74,6% registrado para el primer duelo entre ambos candidatos en 2017.
Esta proyección de los que no asistieron puede cambiar en las dos semanas restantes de campaña, al igual que las intenciones de voto. El tradicional debate televisado entre las dos vueltas, que tendrá lugar el miércoles 20 de abril, cuatro días antes de las elecciones, promete ser decisivo para los dos candidatos.
La campaña ya comenzó esta misma mañana de lunes. El domingo dejo a 10 de los 12 aspirantes fuera de combate. Conocidos los resultados, ahora restan doce días, donde el dúo votado deberá convencer por separado a los electores de sus cualidades frente al otro. Nada menos, cuando Francia ocupa el sillón del Consejo Europeo, y la definición será central para el proyecto economico, institucional, cultural y social que significa la Unión Europea.
Con Macron y Le Pen se dirimirá un choque entre modelos opuestos para Francia y Europa. En un contexto de debilitamiento de las democracias liberales, con fuertes reclamos de sus sociedades, apáticas y desorientas, en un contexto de una guerra que profundiza aún mas los cuestionamientos sobre el modelo institucional de los países occidentales.}
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