Cada vez más inversores chinos, en su mayoría poco conocidos, están tratado de comprar grandes porciones de tierra en zonas estratégicas, a menudo cerca de aliados o instalaciones militares estadounidenses, en islas a lo largo de vías de comunicación marítimas estratégicas o con vistas a importantes estrechos y canales.
El caso más reciente se conoció la semana pasada, cuando se filtró en línea el borrador de una alianza de seguridad entre China y las Islas Salomón que ha causado escalofríos en todo el Pacífico Sur, con muchos países preocupados de que pueda desencadenar en una acumulación militar a gran escala.
El borrador del acuerdo dice que los buques de guerra chinos podrían detenerse en las Islas Salomón para “reabastecerse logísticamente” y que China podría enviar policías, personal militar y otras fuerzas armadas a las Islas Salomón “para ayudar a mantener el orden social”.
Tanto China como las Islas Salomón han negado rotundamente que el nuevo pacto lleve al establecimiento de una base militar china. El gobierno de las Islas Salomón dijo que el pacto es necesario debido a su capacidad limitada para hacer frente a levantamientos violentos como el que arrasó el archipiélago en noviembre. Pero Australia, Nueva Zelanda y EEUU expresaron su alarma por el acuerdo, y la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, lo describió como “gravemente preocupante”.
Pero lo más llamativo del pacto fue el papel de Xu Changyu, vicepresidente del China Sam Enterprise, un grupo que produce armas y tiene conexiones con el Ministerio de Defensa de China. Este empresario desde hacía al menos tres años buscaba conseguir franjas estratégicas de terreno en la islas, según reveló el Financial Times, preparando el terreno para el régimen de Xi Jinping.
Euan Graham, investigador principal del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con sede en Singapur, dijo a la agencia AP que China ha estado buscando una instalación portuaria de este tipo durante unos cinco años, ya que tiene como objetivo expandir su presencia naval en el Pacífico Sur como parte del largo juego de Beijing de convertirse en la potencia regional dominante.
“Si quieren irrumpir en el Pacífico, en algún momento necesitarán la capacidad logística para respaldar esa presencia”, dijo Graham. “No estamos hablando de planes de guerra aquí; se trata realmente de extender su presencia e influencia”.
El caso de las Islas Salomón, además muestra claramente la complicada forma en que las empresas chinas actúan a veces en sintonía con el régimen chino y sus ambiciones geopolíticas.
“Se podría decir que estas empresas chinas son como la Compañía Británica de las Indias Orientales de nuestros días”, dijo un diplomático del sudeste asiático. “Son la vanguardia del empuje de su nación hacia nuevos mercados y nuevas esferas de influencia”.
De hecho, el caso de las Islas Salomón es apenas el último. El Financial Times examinó decenas de otros similares.
Posibilidad de interferir con las operaciones navales de EEUU
Algunas de las empresas chinas han hecho negocios en países que ni siquiera tienen embajada china porque mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán, una isla que Beijing reclama como parte de su territorio.
Las Islas Salomón, hogar de unas 700.000 personas, cambiaron el reconocimiento diplomático de Taiwán a Beijing recién en 2019, una medida rechazada por la provincia más poblada y un factor que contribuyó a unos disturbios que se desataron en noviembre pasado.
China, sin embargo, se había convertido en su mayor socio comercial mucho antes, gracias a la presencia de empresas chinas clave como China Civil Engineering Construction Corporation, un contratista estatal.
Así, las Islas Salomón le darían a China la capacidad potencial de interferir con las operaciones navales de EEUU en la región, lo que podría ser crucial en caso de un conflicto sobre Taiwán o en los mares del sur y este de China.
El teniente general Greg Bilton, jefe de operaciones conjuntas de Australia, dijo que si los barcos navales chinos pudieran operar desde las Islas Salomón, “cambiaría el cálculo”.
“Están mucho más cerca del continente australiano, obviamente, y eso cambiaría la forma en que llevaríamos a cabo las operaciones diarias, particularmente en el aire y en el mar”, dijo a los periodistas la semana pasada.
Los casos de América Central
Un patrón similar puede observarse en América Central y el Caribe, donde Taiwán tiene algunos de sus últimos socios diplomáticos.
El medio británico cita el caso de El Salvador, donde Asia-Pacific Xuanhao (APX), un conglomerado chino, propuso en 2018 arrendar por 50 años La Unión, un puerto construido originalmente con dinero japonés, y ampliarlo. Al mismo tiempo, el gobierno chino negociaba para que el país cambiara su reconocimiento de Taipéi a Beijing.
Posteriormente, APX amplió su propuesta para incluir la construcción de una serie de zonas económicas especiales, lo que requeriría un arrendamiento de 100 años en casi una sexta parte del territorio del país y la mitad de su costa, según las presentaciones de APX revisadas por el FT.
Aunque el entonces presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, impulsó una legislación a medida para hacer posible la propuesta, el parlamento de El Salvador prohibió la venta de islas a inversores extranjeros, bloqueando el control sobre zonas clave de la costa del Golfo de Fonseca.
Sin embargo, otros inversores chinos han intentado ayudar a impulsar el proyecto de la zona económica. Según documentos del gobierno y noticias locales, Yang Bo, un comerciante e inversor de origen chino que llegó a El Salvador tras la sangrienta represión por parte de Beijing del movimiento estudiantil de 1989 en la Plaza de Tiananmen, adquirió más de la mitad de los terrenos de la Isla Perico, una isla cercana al puerto teóricamente cubierta por la prohibición.
El persistente empuje de diferentes actores chinos por lo que sería el control a largo plazo de grandes extensiones de tierra ha suscitado un intenso debate sobre lo que realmente pretenden estas empresas.
“Hemos visto a actores no estatales chinos moverse al unísono para ayudar a China a ganar influencia económica y política en América Central”, dijo al Financial Times Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos que sigue el compromiso de China con América Latina. Considera que planteamientos como los de APX y Yang forman parte de los planes estratégicos chinos para desarrollar rutas comerciales a través de Centroamérica como alternativas al Canal de Panamá.
Sin embargo, otros analistas, ejecutivos y diplomáticos afirmaron que considerar a las empresas chinas como una simple fachada de los intereses geopolíticos o militares de Beijing es demasiado simplista.
Vías marítimas estratégicas
El FT examinó más de 30 informes de propuestas chinas para proyectos de desarrollo a gran escala en todo el mundo durante la última década, que incluyen Chiquita y Grande, dos islas situadas frente a la costa occidental de Filipinas en el Mar de China Meridional hasta Daru, una isla situada en la parte más estrecha del estrecho de Torres que separa Papúa Nueva Guinea del norte de Australia.
En agosto de 2019, Fong Zhi, una empresa conjunta entre un conglomerado inmobiliario chino e inversores de etnia china en Filipinas, ofreció adquirir el control de la isla de Fuga, en el Estrecho de Luzón, y construir allí una “ciudad inteligente”.
Situada en el canal que separa el extremo sur de Taiwán de los territorios filipinos más septentrionales, Fuga es altamente estratégica, ya que tanto los buques de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLA) como los de Estados Unidos y sus aliados pasan por él cuando transitan entre el Mar de China Meridional y el Pacífico.
Finalmente, los militares filipinos exigieron una revisión de la inversión propuesta y desde entonces han anunciado planes para construir su propia estación naval en Fuga.
Otro ejemplo es el de la empresa china que impulsa una zona de desarrollo económico de 3.800 millones de dólares en Camboya, que ocupa una quinta parte de la costa del país e incluye un aeropuerto con una pista de aterrizaje de categoría militar. UDG, la empresa del proyecto registrada en Camboya, es propiedad de Tianjin Union Group, cuya matriz, el promotor inmobiliario Wanlong Group, está controlada por una familia formada por uno de sus padres y cuatro hermanos con otros dos socios.
Una base china en Camboya establecería un cuello de botella en el golfo de Tailandia cerca del crucial estrecho de Malaca.
China también financió proyectos en Gwadar en Pakistán, otro aliado cercano, y en Sri Lanka, donde los préstamos chinos para infraestructura obligaron al gobierno a entregar el control del puerto sureño de Hambantota.
Especialmente intrigante ha sido un supuesto impulso chino para establecer una base en la nación de Guinea Ecuatorial en África occidental. Eso le daría a China una presencia en el Atlántico frente a la costa este de los Estados Unidos continentales, así como en una importante región africana productora de petróleo.
Empresas vinculadas al régimen
Si bien muchos de estos proyectos no prosperaron o están en entredicho, el análisis realizado por el Financial Times junto a analistas de Janes, un grupo de inteligencia de fuente abierta, mostró dos elementos en común a los posibles contratistas chinos: son empresas privadas controladas por un pequeño número de accionistas, a menudo miembros de una familia, y tienen estrechos vínculos con las fuerzas de seguridad de China o con otras partes del aparato estatal.
Según los documentos de la licitación y los informes de los medios de comunicación chinos, APX es un proveedor de gafas de visión nocturna, telescopios y equipos de escucha para el Ejército Popular de Liberación y la Policía Armada Popular paramilitar.
Asimismo, China Sam Enterprise Group tiene profundos vínculos estatales y militares.
Los analistas afirman que, en el marco del cambio de política general hacia un mayor control estatal en toda la sociedad y la economía chinas, el régimen de Xi Jinping está dando instrucciones a las empresas estatales de forma más estricta para que actúen en apoyo de sus objetivos de política exterior.
Incluso los chinos étnicos en el extranjero que ni siquiera son ciudadanos de la República Popular China pueden ser captados por Beijing para impulsar su diplomacia económica.
“El otro patrón que vemos es que los miembros de la comunidad china local en el extranjero están siendo aprovechados y pueden desempeñar un papel crucial”, dijo Claire Chu, analista senior de Janes, refiriéndose a Yang en El Salvador. Aparte de la compra de terrenos para la zona económica especial propuesta, Yang también ha recibido delegaciones comerciales y de inversión de China en nombre de la embajada china.
Tampoco es casualidad que el régimen apunte para sus ambiciones a los países en vías de desarrollo: en muchos casos los gobiernos de muchos de estos países carecen de conocimientos suficientes sobre las responsabilidades y los poderes financieros de las distintas instituciones chinas, tanto privadas como públicas, para entender con quién están tratando.
China también aprovecha la debilidad institucional de muchas de estas naciones. Matthew Wale, legislador y líder del partido demócrata de la oposición de las Islas Salomón, así lo resumió: algunos miembros del parlamento, dijo, “han sido comprados por empresas chinas”.
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