Por primera vez en más de 15 años un restaurante abrió sus puertas en la isla japonesa de Shimaura, un lugar donde el pescado es abundante y los negocios son pocos, y en los que su cada vez más anciana y decreciente población se debate entre mantener las tradiciones y su propia supervivencia.
Habitada por unos 826 residentes, el lugar ha probado no ser tierra fértil para negocios tan básicos como un supermercado, lo que obliga a la mayoría de sus habitantes a obtener sus alimentos directamente de las actividades de pesca, los mercados y tiendas locales y cocinarlas por sus propios medios, ya que “salir a comer” es un plan prácticamente imposible de llevar a cabo.
Pero a finales de marzo el restaurante Mangetsu Shokudo abrió sus puertas en la pequeña isla de la prefectura sureña de Miyazaki.
Su nombre significa “Comedor de la Luna Llena”, un guiño al día en que la mayoría de los mercados de pescado están cerrados. El lugar sirve curry, comida frita y guarniciones como kinpira gobo (raíz de bardana estofada). Los artículos se eligen específicamente para conquistar hogares que durante años han cocinado exclusivamente en casa.
“Básicamente, todos en la isla pueden conseguir pescado y comerlo, pero es difícil comprar pollo, sazonar, preparar y freír, especialmente en islas remotas”, le dijo Taishi Iwata, gerente del restaurante, a Vice.
La apertura es un modesto triunfo para Shimaura, una de las muchas islas japonesas que experimentan una grave despoblación.
Según los datos gubernamentales más recientes, la población de las islas remotas de Japón se redujo en más del 9 % entre 2010 y 2015, en comparación con la caída general del país del 0,8 % en el mismo período. Las islas también han experimentado un rápido envejecimiento, con un 39 por ciento de residentes mayores de 65 años. A nivel nacional, la tasa se sitúa en el 26,6 por ciento.
El propietario de Mangetsu Shokudo dijo que su motivación para abrir el restaurante fue darle más vida a la isla, la cual visitó por primera vez en un viaje de negocios.
El empresario, nacido en la ciudad de Fukuoka, se mudó a la prefectura de Miyazaki, de donde es su padre, en 2018 para vender shochu, una bebida destilada japonesa. Frecuentemente viajaba a Shimaura y cada vez que iba quedaba encantado con la cocina de los lugareños, pero nunca encontraba un lugar conveniente para comer y descansar, por lo que comenzó a tener la idea de abrir ahí un restaurante.
La oportunidad se presentó un año después, cuando el pueblo de la isla realizó un concurso de planes de negocios con la esperanza de revitalizar Shimaura. Kai presentó su idea de abrir un restaurante informal para que los lugareños pasaran el rato y los turistas lo visitaran. Terminó ganando el concurso y se instaló con Iwata, su amigo de la escuela secundaria.
“Mi idea de revitalizar el pueblo de la isla no era crear un distrito turístico, como sugirieron algunas personas, sino priorizar cómo podemos continuar con la vida diaria de la isla”, dijo Kai.
El declive demográfico de Shimaura no solo se ve reflejada en la ausencia de negocios privados, sino que uno de los efectos más dramáticos se ve en el cierre forzoso de sus escuelas, las cuales quedaron sin estudiantes pues tan solo 23 de los 826 habitantes de la isla están en edad de escolaridad primaria, mientras que 8 lo están para la secundaria.
Para continuar con su educación secundaria, los estudiantes de la isla tienen que viajar a la prefectura de Miyazaki tomando primero un viaje en ferry de 20 minutos y luego un autobús o tren hasta el centro de la ciudad.
“Si las escuelas comienzan a desaparecer, los residentes comienzan a tener una relación unidireccional con la isla y no regresan”, comentó Takafumi Sasaki, profesor asociado que se especializa en economía pesquera en la Universidad de Hokkaido.
Con la reducción del tamaño de la familia, a los pescadores también les ha resultado más difícil transmitir sus profesiones a las generaciones más jóvenes, agregó Sasaki.
Pero Kai espera que al darles a los lugareños un lugar público para reunirse, encuentren razones para quedarse.
“Necesitamos encontrar una manera de proteger la cultura única de la isla, no solo en términos de pesca, sino también de su vida cotidiana”, dijo.
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